No necesariamente, por lo general cometemos este error conocido como "Argumentum ad verecundiam" cuando argumentamos apelando al respeto que se puede tener por ciertos personajes reconocidos, famosos o con ascendencia en el poder, haciendo uso de su opinión para validar un argumento, que va más allá del dominio de su experticia.
Ejemplo: “Einstein fue cofundador del partido Social-Demócrata, por lo tanto, esa es la
mejor forma de gobierno.” En este caso se apela al prestigio de Einstein para validar el partido Social-Demócrata como forma de gobierno.
Otro ejemplo puede verse en este comercial, en el que la fama del deportista respalda el argumento acerca de la propiedades de un producto sobre el que no necesariamente es experto.