Muchos escritos académicos, por ejemplo los ensayos, presentan un argumento. Cuando escribimos solemos pasar por alto que nuestros argumentos pueden ser aparentemente válidos, cuando en realidad solamente son persuasivos gracias a los efectos psicológicos que producen.
La frecuencia con la que argumentamos en otros contextos usando ese tipo de argumentos nos hace pensar que son correctos sin ser el caso, pues imitan patrones de argumentos válidos.
Por tal razón, la teoría de las falacias busca instrumentos informales de razonamiento para identificar estos tipos de falacias. Si bien no existe una taxonomía perfectamente apuntalada, si existe un conjunto de tipologías estándar de falacias reconocidas como las más relevantes.
A continuación se realizará una descripción de los tipos más usados en el universo de las falacias informales, las falacias de atinencia.
Las falacias de atinencia consisten en argumentos donde no existe coherencia lógica – las premisas no derivan la conclusión-, y se apela al carácter expresivo e informativo del lenguaje para estimular emociones que implican la aceptación del argumento dado. Tales falacias dependen del trasfondo, es decir, su aceptación depende de ciertos criterios como el ethos (cosmovisión de una comunidad) y el pathos (emociones) que influyen en la aceptación que la audiencia puede tener sobre el argumento emitido.
Lectura recomendada: El arte de persuadir - Arthur Schopenhauer