Por Robert Darnton, director Biblioteca Universidad de Harvard
Mucho tiempo antes de que existiera Internet, los europeos intercambiaban información de maneras que anticipaban el concepto moderno de los blogs. El elemento clave de ese sistema de información era la anécdota, un término que significaba casi lo opuesto a lo que significa hoy. Las anécdotas, elaboradas por libelistas y “parrafistas”, se convirtieron en la sustancia de las noticias consumidas a diario por los lectores del siglo XVIII en Francia e Inglaterra. También fueron plagiadas, reescritas y publicadas en libros. Al rastrear las anécdotas en los textos podemos repensar la historia de los libros y revaluar el prolífico legado de la relación entre la historia y la literatura.
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