38 mujeres privadas de la libertad reciben certificación de Utadeo
Vínculos transformadores: Intercambio inspirador entre el Semillero de Derecho Penal y Derechos Humanos y 38 mujeres de El Buen Pastor
Por: Daniela Callejas Delgado
Luego de un increíble intercambio entre el Semillero de Derecho Penal y Derechos Humanos de la Universidad, en cabeza de la profesora Beatriz Eugenia Suárez, y estas mujeres de la cárcel el Buen Pastor, se hizo entrega de un reconocimiento que más que un diploma, representa herramientas jurídicas invaluables en su proceso penal.
Se puede decir que este es uno de los lugares en los que más resiliencia existe. Visitar un sitio como este va más allá de las estadísticas y los estereotipos. El intercambio con estas mujeres, sus risas y momentos de reflexión son recuerdos que se llevan cada una de las personas que hicieron parte de este proyecto.
La última visita del Semillero a la cárcel estuvo cargada de diversas emociones y fue sellado con un acto que no olvidarán.
Antes de la entrega de certificados, estas mujeres se reunieron por última vez en la biblioteca de la cárcel para hacer su última activada y su examen final. Dividas en grupos, hicieron murales, escribieron cartas y conversaron sobre sus procesos penales.
Sus historias son diversas, cada una marcada por desafíos únicos que las llevaron a ese lugar. Algunas compartieron sus arrepentimientos y la esperanza de una segunda oportunidad, mientras que otras hablaban de la lucha diaria por mantenerse fuertes y enfocadas en la reinserción.
Hablamos con Martha* sobre sus días privada de la libertad. “Nunca pensé pisar un lugar como este, pero en medio de todo el dolor, acá se viven cosas muy lindas y se aprende a valorar todo en la vida. Nunca imaginé vivir una situación como esta, sin embargo, en medio del dolor, el miedo y la rabia, puedo contarles que en este sitio se aprende a valorar todo. Acá descubrí que puedo vivir con muy poco”.
A su turno, Esperanza* nos contó que lleva 19 meses en ese lugar y que ha aprendido muchas cosas que no conocía. “He conocido personas maravillosas que me han tendido la mano, esto es una escuela y de aquí salimos más fuertes, más guerreras. Con ganas de luchar y de enseñarle a las personas que están afuera que la vida tiene muchas cosas buenas y malas, hay que tratar de llevarlas siempre por el camino bueno”.
Jenny* también compartió un poco de su experiencia en ese lugar. Lleva siete años privada de la libertad y dice, con nostalgia y lágrimas en sus ojos que, “aquí aprendí a ser libre, este lugar -donde nadie quisiera estar- cambió mi vida por completo, en medio de la oscuridad de la que estaba rodeada, no pensé encontrar aquí un ser nuevo. Con la llegada a este lugar aprendí a perdonar, a decir te amo, a valorar tantas cosas que jamás pensé, pero sobre todo aprendí a amarme”.
Luego de las actividades en grupo llegó el momento del examen final del curso. Al responder las preguntas se dieron cuenta de lo fundamental que es conocer un poco más sobre cómo funciona la justicia en Colombia, sobre sus deberes y sus derechos.
Estar allí nos hizo testigos de historias de lucha y superación, pero también de la dura realidad de la vida en prisión, sobre todo, de la importancia romper estigmas y barreras invisibles, para conectar con personas de diferentes mundos y realidades.
Para la entrega de los certificados estuvo la directoria del centro penitenciario, Myriam Elena Calle, nuestra de decana de la facultad de Ciencias Sociales, Olga Illera, la profesora Beatriz Suárez y el doctor Juan Pablo, en representación de Ministerio de Justicia y del Derecho.
La doctora Myriam Elena Calle agradeció a la Universidad por este tipo de iniciativas para ayudar a la humanización del sistema carcelario y penitenciario, “acercase y conocer las problemáticas, necesidades, y otorgar estos conocimientos jurídicos es algo sumamente valioso. Estamos muy agradecidos con la Universidad y serán siempre bienvenidos”.
La decana Olga Illera habló de la importancia de la fuerza en el trabajo en equipo. “Ustedes no se han dado cuenta de su poder, de su fuerza. Úsenla para cambiar su futuro, para hacer de este un mejor lugar para todas. Que la privación de la libertad no sea la privación de sueños”.
También destacó el compromiso misional de la Universidad con el país, “es estar donde nos necesiten con una apuesta por cambiar la vida de las personas. Le damos gracias a las 38 mujeres que también les cambiaron la vida a nuestros estudiantes del semillero. Acá aprendemos todos”.
Llena de emoción y nostalgia, la profesora Beatriz habló de lo importante que era -la noche anterior- preparar las clases y los materiales para llegar a la cita con estas mujeres. “Hoy ustedes no sólo reciben un diploma que da cuenta de un proceso, hoy ustedes adquieren la responsabilidad y el compromiso de replicarlo a sus compañeras de aprendizaje. Ese taller para mí fue muy especial. Pude mostrar a mis estudiantes la realidad de estos casos colombianos y enseñarles que podemos utilizar las herramientas jurídicas para intentar cambiar poco a poco la realidad nacional”.
Esther* habló en representación de sus compañeras de curso y expresó palabras de agradecimiento. “Gracias por enseñarnos qué es la resocialización y el cambio, gracias por darnos la oportunidad de formarnos y comenzar de nuevo desde otro pensamiento. Gracias por hacer que nuestros días sean más cortos. Hoy, a pesar de estar privados de la libertad, nos hemos liberado de nuestras ambiciones, de nuestros pensamientos no adecuados, de nuestra ignorancia, de todo aquello que nos quita la libertad y nos quita la tranquilidad”.
Al finalizar, una de las estudiantes del Semillero habló en nombre de sus compañeros sobre este emotivo proceso agradeciendo a quienes lo hicieron realidad. “Agradecemos a la profe Beatriz porque es gracias a ella que estamos aquí. Gracias por enseñarnos tanto como profesionales, eres tú la que nos demostró de la dedicación y determinación son necesarias para hacer cambios mínimos en las personas privadas de la libertad”.
También agradeció a las 38 mujeres con quienes intercambiaron conocimientos durante las clases. “Gracias por sus ocurrencias, me cambiaron la vida. Antes de llegar acá no sabía por qué estudiaba Derecho. Cuando las conocí acá en El Buen Pastor, entendí que esta carrera es una herramienta de cambio social y eso me cambió la vida. Le dieron sentido a mi carrera profesional, no seremos nunca los mismos estudiantes, ustedes nuestra primera vez y eso jamás se olvida”.
Visitar un lugar como este deja una impresión profunda, resalta y recuerda la importancia de la justicia restaurativa en el país. Se hace fundamental el apoyo a las personas que están tratando de reconstruir sus vidas después de cometer errores. Más allá de las rejas y los muros, encontramos la humanidad compartida que nos une a todos, y esa conexión trasciende las circunstancias y transforma.