Jorge y Juan: la historia de dos tadeístas que nacieron para hacer conexiones a través del viaje
Jorge Aristizábal y Juan Amarú nacieron para hacer conexiones a través de su talento y profesión como diseñadores industriales de Utadeo. Fue por ello que estos viajeros por naturaleza, desde hace tres años, fundaron el colectivo Conex Travelers (@Conextravelers), un espacio en el que se comparten las experiencias de viaje más allá del turismo, encontrándose con la realidad e impactando las realidades de otros, entre ellas las de algunas comunidades vulnerables.
Una forma a través de la cual operan estas transformaciones es por medio de talleres sobre desarrollo humano o basados en las necesidades de las comunidades: “viajamos, hacemos la experiencia con la ayuda de líderes sociales, publicamos y volvemos a visitarlos. En muchos casos, no alcanzamos a revisitarlos a todos pero hacemos el seguimiento al proceso de cambio que experimentan estas comunidades”, dice Jorge.
Uno de los proyectos en los que se han embarcado estos aventureros fue la “Chiva de la Paz”, una experiencia que compartieron con 33 personas más que tienen la misma visión de los tadeístas en torno a un viaje con propósito. Este espacio de conversación que se generó buscaba conectar a los participantes con el campo colombiano.
Talleres sobre cuidado personal, habilidades blandas, anatomía humana, fabricación de eco ladrillos y uso, beneficio y riesgos de la copa menstrual en la comunidad Wayuu de Uribia (La Guajira).
“Este colectivo le deja a uno todas las satisfacciones del mundo, pues siempre quedan las experiencias de viaje, las conversaciones en medio de la carretera y los lugares a los que se viajó”, expresa Juan
Precisamente, los tadeístas recuerdan una de sus experiencias más satisfactorias. Ocurrió en octubre del año pasado, en Uribia (La Guajira), con una población que vivía en medio de un depósito de basuras. Jorge y Juan no solo llegaron al lugar para desarrollar un trabajo fotográfico, también brindaron una serie de talleres que transformó a la comunidad en ámbitos como los cuidados sexuales y reproductivos, con el uso de la copa menstrual, al tiempo que llevaron a cabo una serie de talleres sobre anatomía humana, desarrollo de habilidades blandas y elaboración de ecoladrillos como una manera sostenible de reutilizar las basuras que se encontraban en el contexto. Todo ello fue posible gracias a la colaboración de Liz Machado, integrante de la Red de Comunicaciones Wayuu, quien hizo la traducción a la lengua materna de esta población: el wayuunaiki.
“Algo interesante fue el hecho de que dos hombres hablaran de feminidad en una cultura que es matriarcal, pero las mujeres nos abrieron el corazón. En algún momento llegaron hombres también, con quienes hablamos en sus propios términos y los sensibilizamos para que comprendieran a las mujeres de su entorno y las acompañaran en este tema de su salud sexual y reproductiva”, destaca Jorge.
En una alianza con @flowfem, una tienda que vende y promueve el uso de la copa menstrual por factores ecológicos, económicos y amigables con la mujer,estos tadeístas llevaron algunos de estos elementos a las mujeres de la comunidad.
Ellos son el mejor ejemplo del espíritu de Tadeo Lab, un espacio de creación y transformación del que se consideran amigos, pues conocieron de cerca el proyecto cuando se estaba gestando: “Tadeo Lab es la consecuencia de todos unos años de amistades, pues durante la carrera, Catalina Quijano no solo fue nuestra profesora sino nuestra amiga”, destaca Juan al recordar los momentos que vivieron en este lugar de creación interdisciplinario y de los espacios informales que sostenían con otros compañeros y con la directora de Tadeo Lab en la cafetería OMA. Allí, dice, “se compartían las experiencias y los proyectos que cada uno teníamos, desde una mirada interdisciplinar”.
En octubre de 2019, los tadeístas participaron en el Día Mundial de la Limpieza Marítima, en Taganga (Magdalena), con la ayuda de @diskoncept y varias escuelas de buceo.
Pero como el buen hijo vuelve a casa, sostiene el adagio popular, los tadeístas retornaron a Tadeo Lab para contar las experiencias que han tenido conectando gente: “Llegar a este espacio fue como volver a la casa donde se vivieron grandes momentos y se aprendieron parte de los conocimientos que hoy tenemos”, destaca Jorge, quien actualmente, además del colectivo, se encarga de dictar talleres sobre liderazgo, autoliderazgo, autoconocimiento y autocuidado emocional a los estudiantes que ingresan a primer semestre en la Universidad del Rosario. “Hablar aquí fue una experiencia muy chévere pues se nota que estamos hechos de lo mismo. La Tadeo deja una marca en uno muy particular, muy humana, y eso se siente”, agrega.
Juan Amarú, egresado de Diseño Industrial en 2014
Pero vuelven cargados de proyectos e iniciativas para desarrollar en conjunto con Tadeo Lab y sus estudiantes. “Tadeo Lab es como una ‘arenera’, un espacio de juego y de exploración, pues se puede construir y volver a derrumbar y seguir construyendo…”, afirma Jorge, quien tiene claro que el sello tadeísta es “la humanidad y la responsabilidad con el mundo del futuro”.
Mientras estos proyectos se concretan, Jorge y Juan seguirán conectando experiencias, pues esta en su ‘ADN’ tadeísta, ese mismo que les enseñó que la universidad es la universalidad de pensamiento y que Tadeo Lab es un espacio para la experimentación y la transformación social.