El campo llegó a la ciudad en el mercado campesino del Parque Bicentenario
¿Ha probado alguna vez arequipe de papa, torta de zanahoria o malteada de yacón? El campo llegó a la ciudad con el apoyo del Instituto Goethe, la Alcaldía de Bogotá y el proyecto de Plástica Social del programa de Artes Plásticas de Utadeo, liderado por el profesor Óscar Moreno, en el mercado campesino que se llevó a cabo el pasado 5 de mayo en el Parque Bicentenario, el cual reunió a agricultores y artesanos de las localidades de Usme y Sumapaz.
Como lo destaca Moreno, desde Plástica Social se ha generado una preocupación por el rol de los artistas en los contextos sociales y su responsabilidad a partir de la obra de arte, con el objetivo de hacerlo más accesible: “el arte y la cultura se entrecruzan, esta última entendida como las expresiones que tienen las comunidades y la manera en que las dan a conocer desde sus contextos. La culinaria, especialmente la agricultura, así como las artesanías son expresiones culturales de personas que viven en una zona rural de Bogotá y que todos los días las practican con un nivel de sensibilidad y afecto. Es acercar el hacer del artista a esas expresiones culturales y juntarlas”.
Como cierre del evento, la cantante Diana Tovar brindó un concierto, en el que al son de ritmos pacíficos, marimba de chonta, bajo y guitarra, interpretó diez temas de su último álbum titulado “Canciones de mar y río”.
Un lugar para “empaparse” de campo
Y es que este mercado es el escenario propicio para visibilizar las dinámicas urbano rurales donde los campesinos encuentran sentido a sus territorios. Así lo manifiesta la profesora María Buenaventura, quien ha trabajado como artista desde la alimentación y la soberanía alimentaria. Para ella, este espacio significa encontrarse con el otro a partir del arte, al tiempo que se conoce la ciudad, pues muchos de los capitalinos no conocen el lugar que habitan: “Bogotá está lleno de paisajes, ríos y una variedad de cultivos y animales que no conocemos. Hablar con campesinos ha sido comenzar a conocer la Bogotá rural, que es el 70% de la ciudad”, destaca la docente, quien espera que esta iniciativa se pueda replicar semestralmente.
De igual manera, el mercado posibilita que los campesinos ofrezcan productos frescos y orgánicos. Este es el caso de Fabiola González, quien cultiva curuba, fresa y cebolla en la Vereda Corinto de Cerro Redondo en Usme. Junto a ella, hay un grupo de mujeres que transforman estas frutas y hortalizas en yogures, mermeladas y arequipes: “Los mercados campesinos son muy importantes porque gestionan la comercialización. En el campo se nos dificulta sacar los productos y vienen a pasar a terceros como las tiendas, y por eso no van frescos o se pierden en las casas. Aquí mostramos lo que realmente producimos”.







