Alexi Torres, el alma de la Biblioteca de Utadeo Santa Marta
Alexi Raquel Torres conoce cada uno de los 6.300 títulos de los libros de biología, literatura, finanzas y hasta de administración que reposan en la Biblioteca de Utadeo Santa Marta. Como si fuera un catalogo humano, esta tadeísta, quien se desempeña como técnico bibliotecario desde hace 26 años, tiene en su memoria los números de las fichas y ubicaciones de los ya 1073 trabajos de grado, entre monografías y tesis, que conforman este repositorio. Para ella, este espacio, más que una biblioteca, se ha convertido en su hogar, y ella, recíprocamente, es el alma de la Biblioteca a la que dice conocer con una memoria fotográfica.
Oriunda de Río Frío (Magdalena), Alexi migró a muy corta edad, junto con sus padres y siete hermanos, a Santa Marta. Con el tono amable y el don de servicio que la caracterizan, los tadeístas la recuerdan por ser más que la bibliotecaria: es la amiga, confidente y consejera, a tal punto que dice tener un vínculo muy estrecho con las diferentes generaciones de biólogos marinos que han pasado por la sede: “La Biblioteca es mi hogar, aquí he vivido muchas cosas con los estudiantes, pues ellos están en constante entrada y salida. Los estudiantes tienen ese vinculo conmigo, más allá de la relación entre administrativo y estudiante”, señala la funcionaria, para quien las felicitaciones en su cumpleaños o la visita por parte de algunos antiguos egresados a la sede es la más grata recompensa al esfuerzo hecho día a día, pues ello la hace sentir que es importante para la Universidad.
Y es que no es para menos, pues Alexi ha crecido profesionalmente, a la par con la historia de la Biblioteca. Recuerda que fue en febrero de 1992, cundo le dieron la noticia de que había sido aceptada para entrar a trabajar en la Universidad. Para ese entonces trabajaba en el Hotel Tamacá y quien le hizo la entrevista de ingreso fue Manuel García, el entonces decano de la Facultad de Biología Marina.
En ese momento, la sede solo contaba con un grupo de biólogos marinos y la Biblioteca compartía módulo con la Secretaría Académica y la Dirección de la sede. Un mostrador con un vidrio y algunos libros en la parte de atrás eran los únicos recursos con los que contaba la dependencia, hasta que algunos años después llegaron dos computadores, los cuales adecuaron en unas mesas al lado del estante de los libros. Era tal el ‘boom’ de esta nueva tecnología en la sede que, para soportar la demanda, Alexi debió fijar un horario de turnos, en el que a cada estudiante se le prestaba un computador por horas.
Gracias a su paso por Utadeo, Alexi dice que ya no ve al mar con los mismos ojos. Hoy día lo respeta y le fascina aprender sobre los animales que lo habitan, nutrida por las experiencias que ha tenido con los biólogos marinos, así como a los libros en temas tan variados sobre oceanografía, fitoplancton y mamíferos marinos, entre otros, que la rodean y que constantemente consulta: “La Tadeo me ha dado muchas cosas. Le debo todo lo que tengo y todo lo que soy. Ser tadeísta es ponerse la camiseta. tener sentido de pertenencia y trabajar en equipo en una institución donde hay que dejarlo todo en pro de la calidad de la educación. Trabajamos porque la Universidad sea un referente en la ciudad”. Esto, precisamente, dice que lo aprendió de su antiguo jefe, Hernando Valencia, quien fuera director de la sede y hoy director del Acuario Mundo Marino.
Su meta es continuar en Utadeo hasta jubilarse, y luego de ello, continuar con un negocio que le permita estar en casa para dedicarle tiempo a su familia, y en especial a su hija, quien recién cumplió 15 años y también le llama la atención estudiar Biología Marina, en parte, por los tiempos que ha compartido junto con su madre en la sede.
Pero, sin duda, Alexi también es un ícono de la perseverancia, pues logró construir su casa con el trabajo realizado en Utadeo. Recuerda cómo, ladrillo tras ladrillo, uso en pie su sueño de vivienda en el sector de Líbano 2000, barrio ubicado a 15 minutos de la sede.
Como buena costeña, dice, le encanta el baile, se considera parrandera y se mueve al ritmo del tambor. También le gusta el cine, ver televisión recién llega a su casa y ama hacer paseos en familia, junto al río preparando el tradicional sancocho.