Nadie sabe muy bien qué pasó con Eliana Quintero. No hay pistas ni sospechas. Sus libros, su cama y las notas que tocaba en su violín quedaron suspendidas en el tiempo. De su casa, la única residencial en una zona comercial del centro de Cúcuta, Norte de Santander, no quieren salir ni su madre ni su abuela. "No queremos que Eliana nos busque y no nos encuentre", dicen. Desapareció una noche después de salir para hacer una llamada.