Ciclo invisible, así son las experiencias menstruales en mujeres habitantes de calle en Bogotá

Las protagonistas de este especial periodístico sonoro son tres mujeres que deben enfrentarse a la rudeza de la calle. Ellas reconocen estar mal alimentadas, no tener abrigo ni una cama y no contar con elementos higiénicos o farmacéuticos para cólicos o dolores menstruales. Además, existe una desproporción frente al mismo proceso que viven el resto de las mujeres. Este mismo drama lo padecen los hombres transgéneros, aquellos que viven en condición de calle (antiguamente anexadas en el género femenino) y que aún tienen sus cromosomas sexuales XX, por lo que, mes a mes, viven su periodo menstrual con retos adicionales.

En el primer capítulo de esta trilogía del pódcast ‘Experiencias menstruales en mujeres habitantes de calle en Bogotá’, se entrega un abrebocas a los oyentes sobre el contenido al que podrán acceder y al tipo de material que escucharán. En el episodio se explora la cotidianidad de una mujer en condición de calle cuando está en ‘sus días’. Esta historia se desarrolló gracias a una mujer que supera los 60 años, quien lleva la mayor parte de su vida viviendo en las calles de la capital del país. Uno de los hechos que llamó la atención fue que se extravió de su casa cuando apenas tenía ocho años, y sin importar la búsqueda que hizo por mucho tiempo, nunca se pudo reencontrar con sus seres queridos.



Durante la segunda sección y en relación con la temática, se investigó sobre los productos que las mujeres usan durante su menstruación, pues muchas no tienen acceso a toallas higiénicas ni tampones. Aunque algunas entidades del Distrito hacen entrega de compresas sanitarias, muchas de las habitantes de calle desconocen este tipo de beneficios, y resulta significativo conocer de voz propia qué hacen durante este tiempo.

El personaje central del pódcast es una mujer de 41 años, quien tiene problemas de adicción y deambula por una de las calles del centro de Bogotá junto a su mejor amiga. Se alejó de su familia hace un buen tiempo y dejó a su hija al cuidado de su madre, pues dice estar incapacitada de cuidar de su pequeña. Durante la conversación mencionó que ha intentado rehabilitarse en distintas oportunidades, pero que ha sido prácticamente imposible.

Esta tercera parte del relato, se centra en las ayudas que entregan las entidades distritales y los productos de higiene femenina que son repartidos a las mujeres que no tienen la posibilidad de comprarlos. Se trata de la protagonista más joven de las tres. Con 36 años de edad, su deterioro físico es notorio. Ella lo explica por el consumo de heroína que lleva desde hace dos décadas. Confiesa que perdió parte de su dentadura e incluso dejó de menstruar como efecto secundario.

 

 

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