Desde 1987, año en el que Fernando Trujillo se embarcó en un avión de carga con destino al Amazonas, su vida ha girado en torno a la conservación, especialmente de delfines y otras especies de agua dulce en peligro de extinción. Tres años después, tras graduarse como biólogo marino en Utadeo, logró ser el primer investigador colombiano con una tesis sobre los delfines, de los que desde ese entonces es su guardián.
Precisamente, gracias a los méritos en conservación que ha tenido a título personal, pero también con la Fundación Omacha, de la que es su fundador y director científico, este año fue designado como uno de los finalistas del premio Titanes Caracol, en la categoría Sostenibilidad Ambiental. El diario El Espectador reseñó su perfil a propósito de la entrega de los reconocimientos, en la ceremonia que se llevó a cabo el pasado 16 de octubre, en el Teatro Julio Mario Santodomingo.
La génesis de Omacha, como lo relata el medio, viene precisamente del nombre que los indígenas de la región le dieron a Fernando, pues consideraban que nuestro tadeísta era un delfín que se había transformado en humano para proteger esa especie, y eso, es precisamente lo que ha tratado de hacer Fernando en estos años: ponerse en la piel de las especies.