¡Oh Gloria Inmarcesible!

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¡Oh Gloria Inmarcesible!
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Viernes, Noviembre 22, 2019
El 21 de noviembre la gente se unió en un solo tono, un mismo latir. Haciendo un llamando al gobierno para que juntos encuentren una solución ante las problemáticas que están afectando a los ciudadanos, problemas sociales que han sido expuestos durante esta marcha que se conocerá por siempre como el paro nacional del 21 de noviembre. Un día para luchar por este presente y por el futuro de los más jóvenes. Porque "amigo mirón, únase al montón, su hijo es estudiante y usted es trabajador"

Redacción: Alison Farfan

Fotografía: Daneisy Rubio

Latinoamérica suena, sus calles se llenan y las banderas bailan con el viento. Gritos y arengas hacen sentir ante el mundo que los latinos están inconformes, el 21 de noviembre con voces se estremecerá toda Colombia y sus fronteras.

Bogotá se muestra fuerte y su gente se compromete a una causa común, no a las injusticias, no a la guerra, a no ser indiferentes, a mirar de frente y hablar claro. La voz de protesta viaja rápido, se mezcla entre la sensación de inconformidad y junta a toda una nación. 

Este jueves, no solo nuestra capital marcha y se para firme frente al capitolio, ciudades en toda Colombia gritan ‘presente’ pues la motivación a salir a marchar es un latido que resuena en el pecho de todo colombiano decepcionado de sentir que sus ruegos no están siendo escuchados. 

Ruegos que claman, que están retratados en una canción que se entona cada que el reloj marca las seis, una letra entregada a nosotros los colombianos por Rafael Nuñez, que al igual que muchos recursos están perdidos en la historia, de los cuales muchos desconocen, como esta estrofa: 

‘’ ’¡Independencia!’ grita el mundo americano; se baña en sangre de héroes la tierra de Colón. Pero este gran principio: ‘El rey no es soberano’, resuena, y los que sufren Bendicen su pasión’’.

Se marcha porque el gobierno no es soberano, porque las leyes deben proteger al ciudadano, los héroes son los hombres y mujeres que saldrán a marchar a exigir que se respeten sus derechos. Sangre no se derramará en el suelo colombiano, sudor caerá resultado del esfuerzo de aquellos que quieren luchar por la libertad de esta patria. Libertad de poder decir lo que se quiera, de expresar una voz de protesta sin sentirse amenazados por un ente que no tiene que pelear por un pago justo. 

‘’La trompa victoriosa en Ayacucho truena; y en cada triunfo crece su formidable son. En su expansivo empuje la libertad se estrena, del cielo americano formando un pabellón’’.

Esta vez Chile, Ecuador, Bolivia y muchos más marchan por una causa común, la que antes fue independencia hoy es justicia e igualdad social, entonando todos un mismo son, hoy y siempre el cielo americano formando unión; que todos escuchen, los de arriba y los de abajo, porque el 21 es una fecha que los más jóvenes agradecerán y todos recordarán. El inicio de una unión que Colombia había prolongado. 

A final de cuentas y con la mejilla pintada de los tres colores que identifican el orgullo colombiano, todos quieren gritar ¡Oh gloria inmarcesible! La marcha ha concluido y hemos sido escuchados. 

¿Hemos sido escuchados? Después de marchar kilómetros y kilómetros con los pies cansados, la ropa totalmente mojada por la inclemente lluvia, cantar al son de tambores y trompetas, saltar de emoción, fuimos escuchados. 

Desde las ventanas y balcones de los edificios la gente salía con banderas de Colombia, agitandolas en modo de apoyo a las miles de personas que caminaban hacía el aeropuerto el Dorado, el Parque Nacional, la Plaza Simón Bolívar, y otros puntos de encuentro en la capital. En otras ciudades el canto fue el mismo “amigo mirón, únase al montón, su hijo es estudiante y usted es trabajador”. 

Desde las diez de la mañana los distintivos grupos salieron a las calles a mostrar actos de cultura que motivaron a los ciudadanos a seguir adelante, sin importar el cansancio o el cielo gris amenazante. Pero no solo fue una nube lo que opacó un inolvidable día, la fuerza bruta tuvo protagonismo sobre las vías. 

Sobre la avenida 26, oficiales de policía y fuerzas del ESMAD detuvieron la marcha pacífica de los estudiantes y ciudadanos que se dirigían al aeropuerto el Dorado, a pesar de gritar “sin violencia, sin violencia, sin violencia” los agentes dispararon gases a los jóvenes que se encontraban con las manos levantadas y con las rodillas en el piso, en señal de paz y no confrontación. 

El pánico empezó a generar caos, pero el objetivo se mantuvo, fuerte y claro marchamos hacia la calle 63, desviando hacia la avenida 30. Olvidando a aquellos que quisieron silenciar los gritos con fuerza. Después de todo, fuimos escuchados. La lluvia sólo nos refresco, los gases nos recordaron el por qué el paro nacional del 21 de noviembre se convirtió en un himno del pueblo, para el trabajador, estudiante, pensionado y para todo ciudadano cansado y olvidado por el Estado. 

En el corazón de la ciudad la gente se reunió, finalizando las marchas en el capitolio, frente al lugar donde las decisiones que han afectado al país este 21 de noviembre podían cambiar gracias al clamor de un país.  

Sin embargo, este no fue el fin. Pese a más confrontaciones entre el ESMAD y algunos encapuchados, el corazón de la gente fue más fuerte que el miedo, pues cómo se veía en pancartas en diferentes lugares del país “nos han quitado todo, hasta el miedo”, la gente lentamente fue desocupando la plaza y las calles, pero con la larga noche cayendo el ¡Oh gloria inmarcesible! se entonó inmortal. 

A partir de las 8 p.m un sonido particular se apoderó de los barrios y conjuntos de todo el país, la marcha no había concluido. Con ollas y cucharones la gente tocaba a cualquier ritmo, una persona iniciaba y otra la seguía, así todas las ventanas se abrían dejando salir un sonido inconfundible: el cacerolazo como postre de un día folclórico, mostrando apoyo y unión de un país que vivió un paro nacional que se convirtió en un sentimiento de protesta como ningún otro. 



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