Por: Camilo Llanos
El director chileno Pablo Larraín tiene una filmografía estimulante y variada, aunque las historias reales o biopics parecen interesarle demasiado, a las que les agrega un poco de ficción, ya que busca analizar los personajes y hechos que las rodean. Justamente, su tercer biopic (ya dirigió Neruda y Jackie en el 2016) es un acercamiento particular a la figura de Lady Di, o quizá sea más un retrato íntimo a la mujer detrás de Lady Di, Diana Spencer.
Existen muchos retratos sobre la realeza británica y sobre Lady Di, como por ejemplo la reconocida serie The Crown de Netflix, una de las más recientes, famosas e importantes, en la cual la Reina Isabel es la protagonista y se abordan varias etapas de su vida. Es aquí donde el chileno Pablo Larraín nos entrega algo diferente, una película donde el punto de vista es lo tortuosa que fue la vida de la princesa Diana en la corona, una jaula de oro.
La historia se centra en lo que vivió la princesa Diana unas navidades previas a tomar la decisión de separarse de su marido y alejarse de la familia real inglesa, un mundo en el que nunca terminó de encajar. Además, nos muestra uno de sus momentos más frágiles: en un rechazo absoluto por parte de la Corona, sufre una incontrolable bulimia y tiene alucinaciones, información que ella misma dio en una entrevista a principios de los noventa.
La película se siente más como un cuento de terror, en el que podemos ver y sentir empatía por Lady Di gracias a la impecable y soberbia actuación de Kristen Stewart, quien ejemplifica lo incómoda, triste, sola y encerrada que se sentía nuestra protagonista en el mundo de la realeza -esto es un punto clave, porque estamos ante una de esas películas dominadas completamente por su protagonista-. Todo esto acompañado de una hermosa fotografía de Claire Mathon (Retrato de una mujer en llamas), quien tiene una estética visual clásica, y con sus primeros planos genera ese sentimiento de encierro e incomodidad. Otro aspecto que eleva la película es el soundtrack a cargo de Jonny Greenwood, el cual funciona como un elemento clave a la hora de crear un ambiente claustrofóbico y convertirse en correlato del estado mental y emocional de Diana.
Spencer es una película estupenda, un drama intimista y arriesgado, que capta a la perfección el sentimiento de encierro y angustia de su protagonista al verse sometida a una forma de vida con la que no se identifica ni se siente cómoda. Stewart ofrece una interpretación merecedora del Óscar, mientras que Larraín nos confirma una vez más su talento para contar esta clase de historias.