El juicio de los 7 de Chicago

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El juicio de los 7 de Chicago
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Sábado, Febrero 6, 2021

Redacción: Antonia Gómez Almarales

 

Han pasado 84 años y por fin llegó la temporada de premios; no pierdan la fe, que el mundo se va arreglando de a poquitos.

 

No sé ustedes qué opinión tengan respecto a las entregas de premios en general, a mí en lo personal me gusta bastante verlas, en parte por todo el espectáculo que acarrean, pero independientemente de si le agregan o no prestigio a una obra, ser tenido en cuenta para estos reconocimientos es, para mí, algo digno de resaltar. En caso de que no estén enterados, el miércoles pasado se anunciaron las nominaciones para los Globos de Oro 2021, galardones que otorga Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood. Este año, Mank de David Fincher (2020) es la cinta con más oportunidades de ganar, acumulando un total de siete. Ya escribí sobre Mank en su momento (texto que pueden encontrar en la sección de cultura de nuestro micrositio), por lo que hoy quiero abordar a la segunda mejor contendiente.

 

Escrita y dirigida por Aaron Sorkin en 2020, El juicio de los 7 de Chicago se ubica como el segundo filme más nominado a los Globos de este año, haciendo presencia en cinco categorías: mejor director, mejor guion, mejor película dramática, mejor actor de reparto (Sacha Baron Cohen) y mejor canción original.

 

Recuerdo que lo primero que me llamó la atención cuando la vi fue su guion; en los primeros minutos de la película, nos entrega toda la información que necesitamos para ponernos en contexto mientras nos introduce a los siete protagonistas, lo cual no es sencillo de llevar a cabo sin abrumar al espectador, pero aquí siento que Sorkin lo llevó a cabo de manera ejemplar, sacándole el mayor provecho a todos los recursos ofrecidos por su arte. La secuencia inicia con la pantalla en negro y el sonido de una multitud vitoreando, que representa el descontento del pueblo; luego escuchamos una guitarra eléctrica que da inicio a la música y trae consigo la imagen de un presentador de noticias por el cual nos enteramos de lo que está sucediendo, porque es así cómo nos hubiéramos enterado si hubiéramos estado presentes en el momento. Después de alternar reportajes con material de archivo, se nos muestra qué deciden hacer las personas al respecto y aquí vemos por primera vez a nuestros personajes, se nos presentan en lugares donde ellos están en control; cada uno con unos segundos de diálogo para introducirnos en su mundo, establecer el tono de la película y darnos un vistazo de su personalidad. Siendo estos dos últimos aspectos mis favoritos.

 

Así como La La Land (Damien Chazelle, 2016) inicia con un gran número musical que le advierte al espectador que va a enfrentarse a una película llena de sueños, música y tap; El juicio de los 7 de Chicago rápidamente nos aterriza en un drama complejo y audaz cargado de política. Respecto a los personajes, insisto con que les bastan dos líneas para conocer a cada uno de ellos, Sorkin no ignora el hecho de que, cómo nos expresamos, cómo organizamos las oraciones y qué palabras decidimos emplear, revelan muchísimo sobre quienes somos, y usa esto a su favor, sintetizando los ideales de cada personaje, su contexto y casi que su pasado en unos pocos segundos.

 

El reparto de esta película es una de esas grandes constelaciones, pero más importante: una alineación de grandes intérpretes. Sacha Baron Cohen es tal vez uno de mis actores favoritos, porque es de esos artistas verdaderamente camaleónicos, de los que no puedes ver a través del personaje; ha participado en películas que van desde Los miserables (Tom Hooper, 2021) hasta Borat 2 (Jason Woliner, 2020) —cinta por la cual también está nominado a los globos—. Sin embargo, si tuviera que señalar a un único personaje que se roba la atención, mi elección sería Frank Langella con su papel del juez, interpretación que realmente cumplió con su objetivo de ser desesperante y mantener la tensión a lo largo de la película. Mención de honor para Joseph Gordon-Levitt por traernos a un ‘villano’ tridimensional, que puede llegar a dudar de sus creencias, y para Eddie Redmayne por retratar la contradictoria e imperfecta naturaleza humana.

 

Estamos frente a una cinta basada en una historia real, que muestra el juicio a siete personas por conspiración en Estados Unidos en 1969 luego de una serie de protestas en la Convención Nacional Demócrata el año anterior. Si deciden verla, van a encontrarse con una historia atrapante que cumple su objetivo de hacernos sentir. A mí en lo personal, me generó una sensación de impotencia, frustración y estrés que comparo con la experiencia de ver Diamantes en bruto (Josh Safdie, Ben Safdie. 2019), pero con la misma certeza de que esa era la reacción que la película buscaba generar en el espectador y la conciencia de que haberlo logrado implica un mérito gigantesco.

 

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