Por: Antonia Gómez Almarales
Yo, adolescente es una película argentina basada en el libro homónimo escrito por Zabo, dirigida por Lucas Santa Ana, protagonizada por Renato Quattordio y estrenada en Netflix a finales del 2020. Es una de esas cintas cuyo nombre ya te explica la sinopsis; sin embargo, quiero resaltar el hecho de que no es la típica película cliché de adolescente y tampoco es una historia donde, por algún motivo, nuestro protagonista es el único que puede salvar al planeta Tierra. Nada de eso, esto es un relato, a mi parecer, muy honesto y cercano a lo que realmente es la adolescencia; son personajes que por su naturaleza perciben algunos problemas y situaciones como el fin del mundo, dicen frases que fuera de su propio contexto pueden parecer extremadamente cínicas y tienen un pensamiento distinto al de los adultos y éstos últimos no se molestan en tratar de entender su punto de vista.
Está basada en hechos reales, pero esto no significa que todo lo que ocurre en pantalla haya pasado. Es la adaptación cinematográfica del libro homónimo escrito por Zabo en 2019, que a su vez es una compilación de entradas de blog también escritas por el autor en 2004 y que en su momento se hicieron virales en Argentina. Siento que se percibe que es una historia real; se nota en los pequeños detalles como tener un apodo a causa de una historia que ahora genera vergüenza, o este momento donde intentamos organizar nuestra vida escribiendo en un papel.
La forma como está llevada a cabo la película me parece en conjunto muy curiosa: me gusta mucho cómo nos presentan toda la complejidad de Zabo en unos tres o cuatro minutos, me llamó la atención el énfasis que dirección y arte pusieron en el hecho de que a nuestro protagonista le gusta Nirvana, al principio pensé que era una caricatura de las personas que se la pasan diciendo ‘mírame, soy fan de tal o cual cosa’ por aparentar, pero él habla realmente con mucha propiedad sobre la música que le gusta, dando a entender que se trata más bien de un coleccionista. Esta parte va acompañada de una animación muy llamativa que ayuda a resaltar lo que siente nuestro protagonista internamente; sin embargo, este recurso desaparece luego de 10 minutos. También podemos encontrar varios planos holandeses (planos donde la cámara está de medio lado, alterando el horizonte) en momentos que parecen un poco aleatorios, que, en esta ocasión, no me disgustan, por el contrario, me ayuda a llegar al punto que quería mencionar: creo que el propósito de que todas estas decisiones sean cambiantes o repentinas es mostrar desde lo audiovisual lo caótico de la adolescencia y si esa era la intención del director, me parece fantástica.
Viendo este retrato tan honesto y cercano, me doy cuenta de que a lo mejor la adolescencia es algo atemporal. Me gustaque no es el típico bachillerato donde los estudiantes dicen tener quince años, pero parecen de veinticuatro; que el clímax de la película llega con el baile de graduación; y que, por el contrario, logre llevarnos a lugares y situaciones donde todos hemos estado en algún momento. Realmente les recomiendo mucho ver este drama coming of age con sus propios ojos, tengo el presentimiento de que se sentirán identificados.
“Adolescente, ¿qué es un adolescente? Constantemente los adultos (…), se refieren a nosotros como si fuésemos unos monstruos chupasangre que no valoramos absolutamente nada, no sentimos respeto por ninguna autoridad. Sólo pensamos en cogernos cualquier cosa que se mueva y drogarnos con cualquier mierda.
O sea: ser adolescente es algo malo.
(…)
Alguien en alguna parte tiene que estar pasando por lo mismo”.