Redacción: Gustavo Fajardo Ortiz
Soy admirador de las películas bélicas; relatos donde acontecen situaciones inverosímiles. La crudeza de la violencia es característica de este género de películas. Por ejemplo, es normal que se exponga al ser humano que, bajo la presión contextual sumido por la guerra, despierte sus primitivos instintos con fin de luchar por un objetivo: sobrevivir.
Me parece que la propuesta narrativa de estas películas es llamativa e interesante para analizar. Por ello, quisiera abarca una película que ha permitido hacer memoria de lo nefasto que resultó ser el gobierno de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial; una obra maestra de Steven Spielberg: La lista de Schindler (1993).
Siete Premios Oscar fueron los otorgados al equipo de producción de este filme: Premio Oscar a Mejor película (1994), Mejor director (1994), Mejor Banda Sonora (1994), Mejor Montaje (1994), Mejor Fotografía (1994), Mejor Diseño de Producción (1994) y Mejor Guion Adaptado (1994). Además, dentro de los numerosos premios ganados, se encuentran siete premios BAFTA y tres Premios Globo.
Razones del éxito de esta obra cinematográfica son numerosas. Una razón especial que quiero tratar es la creación de protagonistas preponderantes que Steven Spielberg retrata dentro del mundo macabro que aconteció en la Segunda Guerra Mundial.
Los protagonistas
Oscar Schindler, protagonizado por Liam Neeson, un empresario alemán visionario y carismático; Itzhak Stern, protagonizado por Ben Kingsley, un contador judio humilde y sobresaliente; y Amon Goeth, protagonizado por Ralph Fiennes, un soldado nazi sádico desalmado.
A pesar de sus diferencias, en un punto de la historia, los tres protagonistas del filme llegan a convivir e interactuar entre sí.
El empresario visionario necesita a un contador para dar los primeros pasos de su compañía; el soldado ferviente al partido nazi se apodera de las vidas de todo judío bajo su poder, entre ellas la del contador judío; el contador judío que obedece y presta sus servicios a cambio de salvaguardar su vida ante la inminente amenaza de sus dos autoridades antisemitas; el empresario, renovado por el descubrimiento de sus nuevos sentimientos empáticos hacia los judíos, disuade al soldado nazi de seguir arremetiendo contra la vida de los prisioneros judíos; el soldado intuye estos sentimientos del empresario y se convierte en un obstáculo para que este empresario carismático tenga dificultades con su nuevo objetivo: salvar las vidas de judíos, entre ellas, las de su indispensable contador.
Sí, son tres personajes arquetípicos que constituyen y contribuyen, individualmente, al conflicto que la historia despliega, produciendo, de principio a fin, el enganche del espectador al relato.
Arquetipos
La implementación de protagonistas singulares es un aspecto apreciado de este relato bélico. La contribución de construir personajes arquetípicos no radica solamente en la garantía del interés por parte del espectador, deseando el mayor descubrimiento sobre la vida de los protagonistas, sino que, gracias a la singularidad de estos, se solidifica la aseveración sobre lo impactante que fue esta guerra. Por más adinerada, reconocida o influyente que fuera una persona, las repercusiones de la guerra acontecían en sus vidas. Sin lugar a duda, la comunidad judía vivió lo peor.
La cuarta protagonista
Es necesario recalcar la existencia de un cuarto protagonista. Uno que sobresale de los tres mencionados anteriormente: la guerra.
La obra cinematográfica de Steven Spielberg se parece mucho a un documental histórico gracias a la trascendente presencia de este protagonista contextual. Durante el largometraje de más de tres horas, la Segunda Guerra Mundial actúa sobre la vida de los protagonistas y determina cuales son los próximos caminos que elegirán, exponiendo su verdadera personalidad y el alcance de sus acciones para el cumplimiento de su objetivo.
Los comportamientos y sentimientos expuestos de todos los personajes son reacciones, respuestas bajo este elemento circunstancial de la narración: la guerra.
La reflexión como efecto tras el consumo de una película debería ser considerado un rasgo muy preciado en la industria cinematográfica. Este es un valor agregado que se debe a la capacidad de los cineastas para satisfacer la expectativa de su respectiva audiencia. Steven Spielberg lo logra a través de esta obra cinematográfica.
Si las expectativas de una persona se están cumpliendo, la comprensión del relato se facilita y, de esta manera, las posteriores opiniones, críticas o sugerencias podrían poseer mayor criterio. Entre mayor entendimiento del relato, mayor posibilidad para reflexionar sobre él. Por ello, la contribución de reflexiòn historìca de “La lista de Schindler” es trascendental.
En mi opinión, esta es una estrategia que implica la apropiaciòn de responsabilidad social con la audiencia. Los expectantes de cine no solo asisten para consumirlo, sino para después compartir lo consumido.