Por: Massiel de los Ángeles García Lugo
El pasado domingo, 16 de mayo, se celebró el natalicio de uno de los grandes escritores del «boom latinoamericano», Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno (1917-1986), mejor conocido como Juan Rulfo.
Rulfo no solo fue un gran escritor, sino también un gran guionista y fotógrafo mexicano que se le conocía por ser silencioso, introvertido, crítico, enigmático y, claro está, muy creativo. Tuvo una infancia poco deseable ya que a los 6 años perdió a su padre y tan solo 4 años después perdió a su madre; quedando huérfano a los 10 años. Después de la muerte de sus padres lo trasladaron a un orfanato donde el mismo lo describió como un lugar tormentoso; posteriormente, ya que no pudo entrar a la Universidad de Guadalajara, asistió como oyente en la facultad de filosofía y letra de la Universidad Nacional en la capital mexicana (UNAM); en general, durante su adolescencia y adultez temprana, estuvo cambiando constantemente de institución educativa. A los 27 años conoció a Clara Angélica Aparicio Reyes con la cual contrajo matrimonio 3 años después y tuvo 4 hijos.
Muchos lo conocerán por El Llano en llamas (1953), por Pedro Páramo (1955), o por El gallo de oro (1980), los dos primeros libros rozan la Revolución Mexicana, más el primero que el segundo, sin embargo, Rulfo nunca olvidó sus raíces y por esto siempre quiso expresarlo en sus escritos. Sus obras, a pesar de estar ambientadas en escenarios rurales, con personas totalmente comunes, tenían un toque de fantasía que provocaba que el lector no pudiera parar de leer hasta terminar el libro.
Sus obras tuvieron tanto alcance, y fueron tan admiradas por los críticos, que recibió distinto galardones y becas, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura de México en 1970, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1983, y es nombrado Doctor Honoris Causa por la UNAM en 1985.
Y sin parar de alabar sus grandes obras literarias, no podemos ignorar su exitosa trayectoria como fotógrafo, donde cada negativo que producía reflejaba el potencial que tenía. La editorial RM, dedicada al arte contemporáneo y fotografía, publicó varios libros de fotografías de Rulfo, también publicó un libro con 100 fotografías que capturaban paisajes, amigos, familiares, pueblos pequeños y edificios. En total dejó un legado de 6 000 negativos.
A los 68 años falleció en Ciudad de México de cáncer pulmonar conmocionando a toda la cultura mexicana y latinoamericana. Rulfo deja una huella en cada latinoamericano que lee sus obras, una llama que pasa de corazón en corazón y que la historia no permite que se extinga.