Por: Sofia Figallo
Ilustrado por: Jean Montoya
Los disfraces para esta época del año están hechos de diferentes materiales, látex, plástico, metal, poliestireno, algodón, satín o incluso de una sábana, pero ¿y este disfraz que llevamos todos los días? ¿Ese único que nos quitamos cuando es 31 de octubre? Nuestro cuerpo.
¿Eso cuenta como disfraz?
Hay momentos en que yo me lo pregunto. No sé si podría diferenciar este que llevaba puesto el miércoles con el que me pondré el 31 de este mes. ¿Uno está elegido por mí y el otro está impuesto por los demás? Quién sabe. Ahora me preguntarán: “¿Flor, qué tonterías estás hablando?" Exacto, eso es a lo que quiero llegar, que esto de estar fingiendo ser un personaje por toda una noche es una tontería. ¿No creen que es suficiente con que llevemos este disfraz todos los días de nuestra vida?
—No, hija, ese no. —Mi mamá estaba sentada en el borde de mi cama—. No creo que sea lo más apropiado para la ocasión…
—A mí me gusta, se ve bien —dije, mirando el traje que llevaba puesto. Ese día tenía una cita después de mucho tiempo—. Y solo es una cena.
—No es por decir nada malo, hija, pero… —aquí vamos— creo que no tienes algo que te quede lindo para hoy.
—Mamá, es Halloween, creo que hoy los trajes convencionales están fuera de lugar.
—Yo solo digo… —suspiró—. Es que ya es hora de que te cases, el tiempo se lleva la belleza cada segundo ¡Aprovecha!
—Primero que todo, tengo veintidós —toqué mis sienes fuertemente, cerrando los ojos—. No tengo intensión de casarme por un LARGO TIEMPO; y segundo, ¿no es mejor que si me llego a enamorar de alguien sea porque soy yo?
—¡Yo solo digo! —Se levantó molesta de la cama— ¡Uno trata de ayudarles y lo primero que salen es con una grosería! —Y con eso salió del cuarto cerrando la puerta fuertemente.
¿Acaso dije alguna mentira? No lo creo. Desde hace mucho tiempo muchas personas nos han estado diciendo qué hacer, cómo ser, vestir o actuar. Tómenlo como esta metáfora: Estás creando un disfraz, ese disfraz perfecto que has estado planeado para Halloween, pero poco a poco personas te van dando diferentes partes de su disfraz, no porque quieren que seas igual a ellos en Halloween, solamente para que te veas mejor, y así vas. Cuando llega el momento de ver el resultado, hay tantas partes mezcladas de esos disfraces que olvidaste cuál era tú idea principal. ¿Qué era? ¿Cómo debía armarlo? ¿Y las piezas? Todo se perdió, tomaste tantas cosas en tus manos que se cayeron en el camino.
Así es como pasa con nuestro cuerpo, nuestra personalidad. Se entierra y nunca vuelve a salir, nadie la vuelve a ver, muere. O bueno, esa es mi manera de pensar, no sé ustedes.
Me mire en el espejo, una vez más, con una falda verde al piso, una camisa negra, botas del mismo color, una chaqueta (porque hacía muchísimo frío) y solo suspiré. La ropa que mi mamá me había sacado de su closet seguía tendida en mi cama, mirándome con desdén. ¿Acaso tendrá razón? Moví la cabeza tratando de dejar los pensamientos al fondo de mi mente, en donde se encontraba la tabla del siete y del nueve. Tomé mi cartera y mi celular.
Al salir a la sala, mi tía y a mi abuela me vieron y sonrieron.
—¿Flor, no te deberías ir ya a arreglar? —Dijo mi tía Helena—. Ya te van a venir a buscar.
—Ya estoy arreglada, tía —sonreí sin ganas. Ella abrió los ojos sorprendida. En eso sonó mi celular—. Ya está afuera ¡chao!
—¡Flor, pero…! —Cerré la puerta de corrida y salí.
Vi el carro rojo por fuera de las rejas de la residencia, lo abrí y ahí me esperaba.
—Saliste rápido.
—Era necesario —sin arrancar el carro tomó mi mano.
—No te había visto vestir así nunca —me tensé—. Te ves increíble.
—Ya veo que no te gusta la ropa de mi mamá que llevo todos los días a la universidad —se rio dulcemente—. Anotado.
—Nah, la ropa es lo de menos, —quitó el freno de mano— me encantaste desde que me explicaste la trama completa de Crepúsculo —solté una carcajada que resonó por todo el carro. Arrancó y no quitó su mano de la mía—. Y para hablar con completa sinceridad, te veo con más claridad hoy, que nunca.
Okay, tal vez sí quede viva, tal vez pueda excavar desde lo más profundo de nuestro ser y salir un poco. Tal vez, solo tal vez, necesitamos unas manos más para ayudarnos a salir, pero no me voy a precipitar. Bueno, esa es mi nueva manera de pensar, no sé ustedes.