A mí nadie me pregunto si era feliz. Por Jeanne K. Ruíz.

Opinión
A mí nadie me pregunto si era feliz. Por Jeanne K. Ruíz.
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Martes, Agosto 30, 2016
El Espectador

 

Una mañana, de un martes de agosto, abro la sección de noticias y me encuentro una nota un tanto curiosa: tenemos el primer diagnóstico oficial de felicidad para los colombianos. ¿Acaso alguien indagó por mi felicidad? no lo recuerdo, ¿acaso, no soy colombiana? por supuesto que sí. 

Hecho una ojeada a la noticia y me dice que un tal Simón afirma que esto es importante para saber cómo se siente la gente con su vida. ¿Por qué importaría? ¿Luego podría hacerse algo por todos aquellos, los infelices?

Me obsesiono y empiezo a esculcar en la web de qué se trata todo esto… Ahondando en el tema, en efecto me encuentro que “alguien” se tomó el trabajo de preguntar a la gente si era feliz o no, y como el número de personas indagadas no fue nada despreciable (9.710), entonces dedujeron, a partir de esas respuestas, la percepción de todos los demás a quiénes no nos preguntaron (los economistas lo llaman extrapolar).

Pero ¿cómo saber que éstos, los representantes que tomaron al azar de todo mi pueblo, respondieron sinceramente a la pregunta, en vez de alardear de un bienestar que históricamente los ha caracterizado como individuos presumidos? 

Al parecer los psicólogos afirman que hay preguntas de control para saber si las respuestas de las personas son verdaderas o no. Además, de manera increíble, me entero de que nos pueden poner electrodos en la cabeza para corroborar las respuestas con lo que indica nuestro cerebro. ¡Vaya avances! 

Lo que al parecer sí es más complicado, es explicar las razones de nuestro estado. ¿Acaso somos felices por el dinero que poseemos, la linda familia que nos tocó, porque al menos tenemos trabajo, estamos bien de salud o por la parranda de amigos que nos acompaña en cada cumpleaños y en cada fecha que nos inventamos? 

Pues bien, los estudios revelan que es por un poco de todo, y además, que la felicidad también depende de nuestra disposición genética -aunque en una menor proporción-; esto significa que, antes de nacer, ya venimos cargados con genes que pueden hacer de nosotros seres contentos o desgraciados. Ojalá este último no sea su caso. 

Lo interesante del tema es que, además de los aspectos anteriores, también influyen otras características un poco más ajenas a nosotros. Ejemplo de ellas son la libertad, la democracia, la justicia, el capital social, entre otras. 

En todo caso, la cuestión es que en otros países este tipo de mediciones ya las han venido realizando desde hace décadas y, aunque ahí vamos lento pero seguro, este año por fin los colombianos nos unimos a esta práctica. ¿Y para qué? 

Simón, el que mencioné al principio, es el Director del Departamento Nacional de Planeación (DNP). En agosto de este año, al presentar los resultados de la encuesta, expresó lo siguiente:

El Producto Interno Bruto (…) solo da cuenta de lo que produce en términos monetarios un país y el Índice de Desarrollo Humano, aunque incorpora mediciones de expectativa de vida y nivel de educación, no recoge todas las dimensiones del desarrollo. Por eso es necesario adoptar este tipo de medida más integral, que mide no solo la velocidad de la economía, sino cómo se siente la gente con la vida". Simón Gaviria. 

Él, quien añadió la sección sobre la felicidad a la Encuesta de Percepción Ciudadana, explicó que con esta iniciativa, que de hecho no tuvo ningún costo adicional  para el país, el Estado espera tener una mayor información para tomar acciones, que de alguna manera, permitan mejorar el bienestar de todos nosotros, los paisanos colombianos. 

 

Jeanne Kelly Ruíz

jeanne.ruiz@utadeo.edu.co

 

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