El diablo que escupe fuego en la iglesia de Tópaga

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El diablo que escupe fuego en la iglesia de Tópaga
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Martes, Julio 25, 2017
Estudiantes
De cara a los feligreses y a los pies del niño Jesús, el diablo, en Tópaga, adorna el arco toral y cuenta una historia del adoctrinamiento religioso en el país.
Fotografías: Ana María Carreira - Departamento de Humanidades / Emanuel Enciso - Oficina de Comunicación

Para muchos, una iglesia es un lugar de culto, un edificio sagrado donde el pueblo de Dios se congrega a orar y reafirma su fe. Pero para Ana María Carreira, profesora del Departamento de Humanidades de Utadeo, una iglesia es también un documento histórico, un edificio que narra la vida de una época y de las personas que lo construyeron, en donde cada símbolo e imagen no están puestos de manera aleatoria.

Por esta razón, cuando Ana María llegó al Municipio de Tópaga, en Boyacá, se encontró con una historia que pedía a gritos ser contada: en el arco toral de la capilla, a los pies del niño Jesús y mirando fijamente a los feligreses, se encuentra la imagen de un diablo que escupe fuego. Una figura poco común en un templo católico.

Aunque los habitantes del pueblo consideran que en realidad el diablo está amordazado, y representa la victoria del bien sobre el mal, Carreira afirma que el contexto en el que se construye la capilla la hace pensar en otra lectura. Para ella, los ojos del diablo nos seducen, nos juzgan, nos miran. Ya que el diablo no está contra Dios, está contra los seres humanos, y más que derrotado, amenaza.

Fundada en 1632 por los jesuitas, la capilla cumplía una función doctrinera, es decir, era un lugar donde se predicaba la palabra católica a los indígenas de la región, y donde, entre otras cosas, se les enseñaba del mal. Del diablo.

Para saber cómo llegó el diablo a Tópaga, Carreira realizó una investigación desde la historia del arte, a partir de los símbolos y la iconografía religiosa y mitológica. Los hallazgos encontrados hasta el momento, se presentaron el pasado 17 de julio, como parte del ciclo de conferencias de la Maestría en Estética e Historia del Arte de Utadeo, en el que se exponen los campos de acción de esta disciplina.

Siguiendo el rastro de las imágenes varios siglos atrás, la profesora ha encontrado que el diablo mezcla las figuras del dios pan, en la mitología griega, y al green man, una criatura mitológica de la época medieval, que representa la energía de la naturaleza, incluyendo su capacidad destructora.

Pero el diablo no está solo en Tópaga. Dos dragones y dos ángeles del silencio lo acompañan. El primero, recordando a la maldad que proviene del inframundo y retorna eternamente a la tierra (es un dragón que se come la cola). Mientras el silencio representa el secreto y el preludio de la revelación divina, de la palabra de Dios: con un dedo en la boca pide escuchar y no hablar. En especial, bajo la mirada del diablo, que más que muerto, está vivo y anda entre nosotros.

Según Carreira, estos seres dan cuenta del mestizaje que existe en el siglo XVII y del adoctrinamiento de la Orden Jesuita a los habitantes de la sabana cundiboyacense.

La siguiente etapa de la investigación consistirá en construir el relato del diablo de la mano con los habitantes de Tópaga, ya que uno de los principios de la historia del arte es que la imagen se construye con la mirada del otro.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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