Redacción: Nelson José Álvarez De León
Ilustración: Carmen Paola Garzon Cristancho
De ante mano tengo que ofrecerte una disculpa, sé que no sabías nada de mi desde hace algún tiempo, pero te escribo porque hay algo que debemos concertar.
Lo recuerdas ¿No es cierto? Me refiero a ese día, pero no tengo que recordartelo de seguro tu lo tienes presente con mucho más detalle que yo, y eso que yo lo recuerdo cuadro a cuadro. Mientras te escribo recuerdo que hacías gala de tu hermosa sonrisa debido a que te gustó el nuevo peinado que habías probado. Lo que no recuerdo, era que estabamos celebrando ese día ¿Cumpliamos mes? ¿Conseguiste aquel trabajo? ¿O tan solo fue una de esas salidas esporadicas que soliamos inventar tras almorzar? Ese puestito de postres en el que te asombraste de la forma de aquella leche asada que le echaste mermelada de mora, ahora es un espacio vacío en el que quedó la marca de todos los años que estuvo ahí. No quiero perderme en reminiscencias, corro el riesgo de querer quedarme allí, así que iré al grano de una vez.
Sé que sabes que intenté seguir con mi vida, de lo contrario no te hubieses aparecido el día de mi ultima salida con ella en tres ocasiones para ser exacto. En mi apartamento fue solo un instante y por el rabillo del ojo, cuando fui a recogerla a ella en su casa estaba casi seguro que estabas a lo lejos en la estación de transporte aunque aún así tenía mis dudas, pero como dice el dicho la tercera es la vencida. Es ironico ella era una chica muy distinta a ti y así mismo fue la salida. Mientras contigo nos reiamos de algunas series, hablamos del pasado y nos compartiamos la leche asada con la misma cuchara y nos terminamos embarrando la salsa de mora en la cara, con ella fue algo más sobrio los temas eran el futuro, el estrés, además con ella nos comimos unos sandwiches que empacamos en dos cocas distintas. Ella vivía con un afán constante, le entró la prisa por regresar a casa despues de que habiamos pasado un buen rato.
Después de pasar por el sendero de flores tu te detuviste a admirar unas cuantas, ella dio un vistazo rapido y la hicieron sonreir. La estación de transporte ya estaba del otro lado de la calle, unicamente había que esperar a que estuviese en rojo, pero es que parecía que no venía ningún carro. Ya habiamos atravesado, pero con un inocente impulso te devolviste a recoger una basurita que cayó de mi bolsillo. A lo mejor ese día el conductor del transporte tenía afán porque aún hoy estoy convencido que es imposible que no te haya visto desde la distancia, tan rapido iba que a lo mejor tu ni te diste cuenta ¿Cierto? El gigantesco servicio de transporte pasó casi volando y te quiñó en un suspiro, quedaste irreconocible, casi como un manchón en una hoja y yo en shock. Ella hubiese corrido con otra suerte, desde lo que te pasó no pongo ni medio pie sobre la zebra si no veo el semaforo en rojo pero ella vivió siempre con demasiada prisa. Me quedé paralizado en el borde del andén, ella me apretó fuerte la mano y me dijo: “Rapido, vamos”. Entonces respiré profundo y pasamos casi trotando la mitad de la vía principal, pude haber sido un heroe y tu lo arruinaste. Reconocí ese ruido, aún hoy lo reconocería a kilometros, ella también lo hizo pero su cabeza quedó adelantada unos centimetros con respecto a su cuerpo, escuché de forma frenetica el pitido, pude apretarla de la mano con la que ella me estaba sosteniendo y la jalé aquellos centimetros demás, mi ritmo cardiaco ya estaba bajando y mis manos iban a dejar de temblar y fue ahí donde te vi la tercera vez ese día y ya estaba más que convencido que se trataba de ti. Era tu brazo, tu cabello, tu mirada. Me agarraste fuerte del hombro y me echaste hacia atrás, acto que logró que la cabeza de ella volviera a su anterior posicion y pasó lo que tenía que pasar. Ese día fue muy diferente al tuyo en desarrollo pero su desenlace fue una copia casi perfecta.
Lo juro y nadie me cree pero de no ser por tu intervención ella hubiese podido llegar a su casa. No fue solo ese día, desde la primera vez que fui a llevarte flores te veía de vez en cuando, pensé que era normal solo te ignoraba y seguí con mi vida como pude, sin embargo, una vez que ella apareció te vi mucho y ese día me di cuenta que tu imagen era mucho más que un ataque de nostalgia.
¿Recuerdas el tema que te dije al principio que teniamos que concertar? Sé que una vez que pasó un año de la tragedia dejé de visitarte, por lo tanto mi propuesta es que si madrugo cada domingo a llevarte flores, tu no te vuelves a aparecer solo vivirás en mis recuerdos. No quiero que otro ser humano maravilloso como ella lo fue tenga que apagar sus sueños de manera anticipada y mucho menos que tu tengas algo que ver. No me importa que me digan loco como todos se atreven, ellos no son los que te ven por el rabillo del ojo y sienten como les aprietas el hombro de la misma forma que lo hiciste ese día. Mañana que es domingo te llevaré esta carta junto con las flores prometidas y creeme sabré si aceptaste el trato o no.
