Redacción: Diego Camilo Quijano González
Al estudiar el arte cinematográfico, una de las primeras preguntas que se hace es ¿cuándo fue el momento exacto de la invención del cine? Muchos maestros y estudiosos dicen que apareció cuando los hermanos Lumiere proyectaron su primer cortometraje “L'arrivée d'un train à La Ciotat” (La llegada de un tren a la estación de La Ciotat (1896))Esos mismos académicos afirman que Georges Melies fue el primero en incursionar en la narrativa cinematográfica. Pero resulta que la ilusión de movimiento ya existía en el mismo año del primer filme de los Lumiere; una mujer empezaba a incursionar en la narrativa del cine.
Sobre ella casi no se tiene registro. Existen fotos y testimonios de sus tataranietos; sin embargo, hoy se pueden encontrar documentación de sus filmes y dan testimonio de Alice Guy-Blaché: la primera persona que dirigió una película; la primera persona en basar sus obras cinematográficas en literatura. De ella solo se decía que era una asistente León Gaumont (productor y director de cine) o que era su amante. Se afirmaba que las obras de Blaché fueron dirigidas por sus directores de fotografía o sus asistentes. Claro, ¿cómo es posible? ¿Cómo una mujer pudo haber filmado casi 1000 películas y basadas en casi todos los géneros durante treinta años?
Alice tenía claro que en un mundo liderado por hombres, sus méritos no iban a ser reconocidos. Según la escritora estadounidense Louise Heck-Rabi afirma en su libro Women Filmmakers: A Critical Receptionella que ”Ella se anticipó y dijo que los créditos de la dirección y la producción de sus películas serían falsamente asignados a alguno de sus colaboradores. Ella sabía desde el principio que su nombre, intencionada o inintencionadamente sería omitido o ignorado o degradado en la historia del cine francés y americano” (Hecke-Rabi, 1984).
No obstante Guy-Blache continuó haciendo cine. Siempre, tratando de posicionar a la mujer como líder de su destino y demostrando que el arte de hacer cine lo puede realizar tanto hombres como mujeres. Desafortunadamente, durante muchos años, la dictadura del patriarcado se encargó de subyugar sus logros, así como las luchas de millones de mujeres en el mundo, por tratar de buscar un lugar en la falocéntrica sociedad.
A lo largo de la historia contemporánea del ser humano, la mujer ha sido víctima de muchas infamias, por el simple hecho de ser mujer. Pero también ha sido protagonista de diversas luchas contra el mayor representante del poder del hombre: el Estado; un Estado patriarcal. Y más aún en sociedades como la latinoamericana, donde los gobiernos, en su mayoría de derecha, han tratado de silenciar sus voces por defender los derechos de los más vulnerables.
“Todos son mis Hijos”, un documental de Ricardo Soto del año 2017. Narra la lucha constante de algunas de las madres de los 30 mil jóvenes desaparecidos durante la dictadura de Jorge rafael Videla, entre los años 1976 y 1983 en Argentina. Estos jóvenes protestaban por años de opresión e injusticia neoliberal impuestas por una masiva violación a los Derechos Humanos. Estas mujeres formaron una asociación y la llamaron “Madres de Plaza de Mayo”, conocida en toda Latinoamérica, por su requerimiento de justicia para sus hijos.
“Retratos de Familia” ,una película dirigida por Alexandra Cardona Restrepo, estrenada en el 2013. Muestra la pugna de 14 mujeres que exigen justicia por sus hijos muertos en distintos departamentos de Colombia por parte del Ejército Nacional. Estos jóvenes, entre los 15 y 30 años, fueron engañados por las Fuerzas Militares, ofreciéndoles oportunidades de empleo en diferentes regiones del país, para luego asesinarlos y pasarlos por guerrilleros dados de baja en combate. Estas 14 mujeres se unieron en un colectivo y lo llamaron “Madres de Soacha”. El grupo busca la verdad y encontrar a los verdaderos responsables de estos asesinatos . Estos hijos hacen parte de las más de 4000 ejecuciones extrajudiciales (mal llamados falsos positivos) durante ambos periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez.
Y ¿qué tienen en común estos documentales? La contemplación de la memoria; planos largos, con sonido ambiente donde se ven fotos, corredores, paredes, habitaciones y calles, donde solamente el recuerdo de quienes los vieron crecer, prevalece en el tiempo. Lo que más los une es la incansable lucha de exigir justicia, pues en vez de llorar, lucharon. “Para el que dio la orden de la agonía, pido castigo”.
¿Acaso la memoria ha sido siempre colectiva, presente en todas las generaciones? O ¿ha sido permeada por la infamia del poder para que desapareciese?. No puede ser que estemos condenados a la injusticia porque “el fascismo dos veces no puede ser”. Pero no, han sido dos, tres y hasta diez veces. Porque la represión patriarcal está vestida de democracia.
Pero lo que no sabe el Estado, aunque no les guste la lucha, aunque quieran callarlas, aunque quieran matarlas, ahí están. Ambos colectivos han sido perseguidos, amenazados e intimidados Los milicos, como le dicen en Argentina a los militares, no descansan hasta subyugar la voz de las que nunca olvidan la voz de sus hijos. Algunas vez pensaron las madres “Vayámonos, porque el fascismo no perdona”. No obstante, se dieron cuenta que, mientras vivan ellas, mientras vivan los amigos de sus hijos, el Estado nunca podrá ponerle punto final al legado de lucha.
El tiempo pasa, la historia pasa, las víctimas pasan; no por las víctimas, sino por el Estado, pues no le conviene la verdad, ya que su legitimidad se basa en doblegar la memoria. Durante las últimas décadas. La hegemonía, acompañada de la “diócesis” del hombre, se ha impuesto para dominar las luchas de las minorías en contra de la imposición cultural, social, militar occidental, así como la dominación de las libertades femeninas.
Es ahí donde el cine se impone. Es el único arte que permite devolver el tiempo en vivo y repetir los acontecimientos cuantas veces se desee. No todas las formas narrativas cinematográficas pueden cumplir el papel de reivindicar la memoria. Las representaciones contrapoder como las que nos presentan Alexandra Restrepo y Ricardo Soto, son expresiones que le dan voz a los que tienen derecho a opinar y que tienen la libertad de ejercer la lucha,d e aquellos hijos que fueron silenciados con violencia.
Puede que en Colombia y Argentina, las voces de estas valientes mujeres no se hayan escuchado más allá del imaginario colectivo. Los militares han perseguido y amenazado a las “Madres de Soacha# y a las “Madres de la Plaza de Mayo”. Pero es el séptimo arte que mantiene vivo el recuerdo infinito de de las luchas de estas madres por reclamar los anhelos de lo que pudieron haber sido sus hijos. Podemos “Morir esperando, morir observando, pero morir luchando”.
Los entrecomillados fueron extraídos de ambos documentales