Tras haber lanzado su ópera prima el pasado mes de febrero, Hernando Philip Peña, egresado del programa de comunicación Social y Periodismo de Utadeo en el año 1995, siente, más que nunca, que desde su profesión puede convertirse en los ojos, los oídos y la boca de la comunidad. Por eso, dice, que su libro “El Día que Nevó la Alegría” es un encuentro con la espiritualidad, basado en las experiencias que vivió entre el 2002 y 2003, época en la que estuvo radicado en Londres y tuvo la oportunidad de ver, por primera vez, una nevada.
“La nieve me marcó en la aparte física y en la parte espiritual, porque cuando uno vive en un país latinoamericano, uno no tiene la oportunidad de ver un fenómeno como este; estar allí y observarlo en vivo es sensacional. Fue reencontrarme con mi yo pequeño y pensar en que podía dejarle a las personas que lo puedan leer y lo puedan sentir”, señala nuestro tadeísta, quien cuenta con la doble nacionalidad: inglesa y colombiana, lo que le ha permitido integrar y conocer las culturas de ambos países.
Su libro esgrime una mezcla entre la realidad y la ficción, siempre bajo las banderas de la esperanza y el lenguaje positivo, con un fuerte componente de inmersión y relajación a partir del paisaje blanco que ofrece la nieve londinense: “El libro cuenta con un lenguaje muy fácil, que puede llegar a jóvenes, niños o personas adultas, pues invita a la persona a que vea con positivismo y con alegría la vida, a pesar de las dificultades o los obstáculos que se nos van a presentar”, añade.
Peña cuenta que la pandemia fue el principal denotante para atreverse a escribir el libro, luego de un trasegar profesional por diferentes medios de comunicación. 18 años después de haber retornado a Colombia, volvió a ordenar todas sus notas e ideas, y con el apoyo de su esposa, hizo la reconstrucción del relato, como una forma de soñar en medio de la tristeza, el dolor y la angustia que les producía el confinamiento.
El libro ha sido todo un éxito desde su lanzamiento, logrando un alcance internacional, en países como Israel, Estados Unidos y Argentina. Ahora el tadeísta continúa con esa vena literaria, pues actualmente trabaja en su nuevo libro, el cual saldrá en agosto de este año, enfocándose nuevamente en público infantil y juvenil, sin olvidar a los más grandes. La temática de esta publicación, sin poder dar muchos adelantos, se centrará en cómo derrotar al enemigo invisible de la pandemia.
Con la Tadeo en el corazón
Hernando hace parte de esa generación de comunicadores tadeístas formados por grandes referentes del periodismo colombiano. Nuestro egresado recuerda, con especial cariño, a Arturo Alape, Fernando Patiño, Gabriel Muñoz, y por supuesto, la decana del programa en ese entonces, Margot Ricci.
“Siempre estuve muy inquieto con ese deseo de pensar en la comunidad, en hacer algo por mi país, mi barrio o mi cuadra. La Tadeo me dio la oportunidad de ver todas esas facetas, porque ante todo allí podemos ser periodistas integrales que podemos hacer radio, prensa o televisión”, precisa Peña, quien, en todo caso, se define como un enamorado de la radio, en la cual hizo sus pinitos antes de finalizar la carrera en prestigiosas cadenas como Todelar y Radio Reloj.
De la formación en la Tadeo recuerda la rigurosidad de la investigación periodística, basada en el trabajo de campo en la calle, recolectando historias de vida de la gente, esas mismas que hoy captura desde el lenguaje literario. Sin embargo, cuenta, una de las experiencias que más lo marcó fue hacer parte de la “Agenda Cultural”, un recordado proyecto universitario de la Tadeo: “allí pude ver lo que realmente enfrentaba el periodista, el hecho de tener nuestro primer carnet de prensa que nos entregaba el medio y poder cubrir eventos me dio una gran experiencia para, posteriormente, entrar al mercado laboral”.
Peña se define como un apasionado por la radio, medio en el que trabajó durante sus primeros años de carrera
Por eso, con profundo entusiasmo, Peña dice que, cada vez que tiene la posibilidad de ir al centro de Bogotá, se acerca a la Tadeo, pues siente como el corazón late con más fuerza: “allá quedó una parte mía que sigue y está muy viva”.
Debido a ello, para Hernando ser tadeísta significa ser una persona con principios y valores, apasionado por la profesión que se escogió; la Universidad, a su vez, lo considera su segundo hogar, en el que pasaba más de 15 horas al día, “corriendo de un pasillo al otro, corriendo de un salón al otro, en la Biblioteca, en la emisora, en los estudios de televisión… Nos faltaba dormir allí”.
A las nuevas generacioens de tadeístas que también están construyendo su sueño, ya sea porque acaban de emprender el vuelo de ser profesionales o aún lo están formando, les dice que agradecer por la vida que se tiene y estar siempre dispuestos a enfrentar los cambios que trae consigo la humanidad son las claves del éxito.
“Esta es una Universidad que se ha preocupado por la calidad humana, sin olvidar la calidad académica; yo los invito a aprovechar el tiempo, pues como egresados desearíamos haber sacado más provecho de los profesores y de la investigación; el tiempo de la Universidad es muy corto y uno a veces no lo valora”.
Con su meta puesta en Inglaterra nuevamente, país que quiere seguir explorando, las motivaciones de Hernando se centran en volver a las aulas, esta vez para compartir con las nuevas generaciones las experiencias aprendidas, pues su propósito, indica, es seguir dejando huella.