Finalizó el proyecto piloto de co-diseño entre estudiantes del programa de Diseño Industrial de la Tadeo Lozano, con las reclusas del penal de San Diego en Cartagena, en el Taller de Diseño Popular, Cadenas Productivas y construcción de Paz, como parte de la primera Escuela de Verano Tadeo Caribe 2013.
La despedida no pudo ser más emotiva, muchos de los estudiantes no sólo se comprometieron a disponer de sus conocimientos para mejorar los productos que las reclusas hacen, sino que muchos de ellos se llevan un pedacito del corazón de estas mujeres que se mostraron profundamente agradecidas por este proyecto.
Primero, se realizó una muestra al público en general en la Plaza de San Diego, donde turistas y transeúntes no paraban a ver collares, bolsos o muñecas que estuvieron expuestas en mitad de esta plaza desde las 5 pm del pasado viernes 28 de junio.
Los jóvenes y las internas trabajaron en tres líneas de productos: Joyería, tejidos y muñecas, y entre el 7 y 28 de junio trabajaron en la co-creación de los productos de manera que tengan identidad propia y el toque personal de sus creadoras. “Nos ha interesado ver ese producto como un bello pretexto para trabajar con este grupo en torno a un diálogo creativo, para saber qué saberes tienen ellas y qué saberes tienen los diseñadores en formación para ver cómo podíamos mejorar la estética, la forma del producto de acuerdo con algunas exigencias del mercado pero sobretodo trabajar con las historias de vida de estas mujeres y que los objetos no sean anónimos sino que hablen por ellas”, expresó Estelle Vanwambeke, Coordinadora del Curso.
Cada trabajo tenía un sello personal indiscutido, estas piezas contenían un valor simbólico para cada una de estas mujeres que por medio de sus manos narraban sus tristezas, sus alegrías, sus debilidades y sobre todo su fuerza, pues cada una de las piezas expuestas portaba una etiqueta donde expresa palabras de su autora, donde brevemente explica el por qué de las formas, los colores y las texturas de su obra.
Al día siguiente de la muestra en la plaza donde por cierto, se lograron vender algunas prendas, el equipo coordinador del taller planeó la misma muestra en la misma cárcel, para que las autoras vieran un poco, cómo fue la muestra al público cartagenero y cómo fue la acogida de sus productos.
Cada uno de los grupos fue pasando al frente para exponer una síntesis de cómo se llevó el proceso de modo que las anfitrionas pudieran tener una noción de lo que ocurrió a unos cuantos metros del sitio donde están recluidas.
Al final, entre risas, lágrimas, demostraciones de compañerismo, todos y todas posaron orgullosas para la foto final, esa que despedía a unos jóvenes que llegaron desde un contexto totalmente distinto y se llevan además de muchos conocimientos, los mejores recuerdos de esas mujeres que si bien atraviesan situaciones muy duras, tienen un gran valor para poder volver a ver la luz del sol en la anhelada la libertad.