El conflicto ha cobrado un alto precio en vidas humanas, con cientos de miles de soldados rusos y miles de ucranianos muertos, además de una cantidad significativa de civiles afectados y millones de desplazados. A pesar de los persistentes ataques de Ucrania en territorio ruso y contra su flota, la ciudad de Kiev ha resistido y la vida cotidiana parece retomar cierta normalidad, lo que desacredita la justificación de Rusia sobre una supuesta "nazificación" del gobierno ucraniano.
Pinzón subraya la necesidad de un diálogo entre Putin y el presidente ucraniano Zelenski para buscar una solución pacífica al conflicto. Se señala que ni la ONU, ni la UE, ni la OTAN tienen un margen de acción adecuado para detener la guerra, y se critica la estrategia de Putin de mantener el conflicto para asegurar su reelección, incluso amenazando con el uso de armas nucleares.
También destaca la preocupación por la escalada de la violencia y la retórica beligerante, especialmente en un contexto global marcado por conflictos como el de Israel y Hamas, y se enfatiza en la importancia de buscar la paz en lugar de la guerra. En última instancia, argumenta que la verdadera habilidad de un líder radica en su capacidad para conseguir la paz, no en su habilidad para librar guerras.
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