"El cristianismo, por el contrario, hace coincidir el triste período de Cuaresma con el equinoccio de la primavera, acorde con la idea de priorizar mortificación y culpa sobre el disfrute de la vida. Aceptando que fe es creer en lo que repugna la razón, la Cuaresma prepara el camino para la Semana Santa, que conmemora los sufrimientos y las torturas del hijo de Dios para liberar a la humanidad de un pecado que esta no cometió", dice el columnista en el diario El Espectador y quien además, hace parte del Consejo Directivo de nuestra Universidad.
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