La época denominada Pequeña Glaciación, durante los siglos XVI y XVII, pudo desencadenarse o intensificarse por los efectos de la conquista española. El genocidio religioso y militar redujo en tal forma la población nativa, que los sobrevivientes necesitaron menor área agrícola y esta poco a poco y naturalmente fue sustituida por bosques, los cuales al absorber el CO2 durante su crecimiento redujeron marginalmente la temperatura, asegura en su columna de El Espectador, José Fernando Isaza, miembro del Consejo Directivo de Utadeo.
Así mismo, menciona que "la mayor comprensión de la dinámica de la atmósfera muestra que los fenómenos climáticos no son lineales, casi todos tienen efectos de retroalimentación positiva, por lo cual pequeñas variaciones en los parámetros pueden producir grandes cambios en los resultados".