Por: Diego Quijano
Ilustración: Luisa Mora
Usted, que votó por este gobierno para no volvernos como Venezuela; usted que le teme al castrochavismo, que se indignaba por la brutalidad policial y militar en Venezuela y por la indiferencia y la justificación del gobierno venezolano. Sí, usted, que votó por alguien impuesto por otro, así como Maduro fue impuesto por Chávez. Ahora que todo eso está pasando en su país, en su nación, en su ciudad, donde varias celebridades, líderes mundiales, países de la región, los Estados Unidos, la Unión Europea y toda la comunidad internacional denuncian la opresión y la violencia estatal, ¿qué tiene que decir ahora?
¿Que la gente salió a marchar incitada por Gustavo Petro, la izquierda radical por el foro de São Paulo, los medios venezolanos y rusos e infiltrados por la guerrilla?, ¿la información la obtuvo de RCN o Caracol? ¿El mismo medio que hace poco sacó una noticia falsa diciendo que había una ‘‘celebración por cambios en la reforma’’? Claro, como si un manifestante, tranquilo en su casa, satisfecho con su realidad socioeconómica pensara: ‘‘estoy totalmente ufano con mi situación y la de mi país, pero vi estas noticias en redes y me dieron ganas de marchar y romper todo’’.
Usted (bendecido porque tiene una casa en un lugar donde no se escuchan manifestantes, donde quizá hayan militarizado su zona para que no se les ‘‘entre los vándalos’’, donde puede trabajar o teletrabajar y puede cumplir con las cuarentenas y toques de queda), que se jacta de decir que vivimos en un país libre, le sorprenderá saber que Colombia es uno de los peores países en el mundo para hacer periodismo. Según la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa (RSF), Colombia ocupa el lugar 134 de 166 países. Además, según varios medios económicos, como Portafolio, la moneda colombiana ha sido la más devaluada de este año; que, antes de la pandemia, el índice de pobreza monetaria subió del 36% al 45% de 2019 al 2020; y que, según varios medios nacionales e internacionales como The Washington Post, The Guardian, France 24, afirman que Colombia es el tercer país que peor ha manejado la pandemia en el continente suramericano.
Y quizás su indignación y sus oraciones estén del lado del policía asesinado en Soacha, con los policías quemados en distintos lugares del país, los CAI, estaciones de transporte público, bancos, almacenes de cadena, peajes y el cierre de vía de acceso donde el comercio se ha visto afectado. Pero no con las más de 1443 casos de brutalidad policial, donde se han cometido 216 víctimas de violencia física, 31 homicidios, 814 arrestos arbitrarios, 239 intervenciones violentas, 21 personas que perdieron un ojo, 77 casos de disparos con arma de fuego, 10 víctimas de violación sexual, 70 ataques a la prensa y a una delegación de la ONU por parte de la policía. Y según Temblores, organización que documentó los anteriores crímenes, estas cifras aumentan día tras día.
A lo mejor, su posición privilegiada no le permita sentir empatía con las personas que salen a las calles a exigir un país más justo, donde los más perjudicados con este tipo de reformas son la clase baja y media, que representan el 90% de la población colombiana (donde probablemente usted haga parte). Supongo que también ignora que esta reacción de la gente se deba, no solo por este Gobierno, sino por todos los anteriores; y que, lo más importante, es que este gobierno actual, es descendiente de 6402 falsos positivos, de más de una centena de parapolíticos, del robo de AIS y de “ocho años de espionaje y barbarie” a periodistas, ONG, defensores de derechos humanos y políticos opositores por parte del extinto DAS.
Entiendo que usted, probablemente, haya sufrido la violencia por parte de la guerrilla de Colombia y siempre nos dice que “los jóvenes no conocen la historia porque no la vivieron”. Como si los historiadores contemporáneos no pudieran opinar de la Segunda Guerra Mundial porque no la vivieron.
Usted no es la única víctima, y en Colombia ha habido varios victimarios. La guerra civil es producto de la corrupción, de la violencia y el abandono estatal. Nosotros, los jóvenes, somos la generación más informada y por consiguiente más preparada, tolerante y empática, que conoce la historia de Colombia, consciente de quiénes han sido sus gobernantes. Y esta generación, déjeme decirle, es imparable.