Por: Diego Julián Cubillos Ramírez
La ciencia ha demostrado que aunar esfuerzos de todos los sectores recompensa con significativos avances, y en esta oportunidad, la vacuna contra el covid-19, lograda en menos de un año, es la prueba más visible de los últimos tiempos. Muchos han visto la llegada de la esperada vacuna como si se tratara del fin de la pandemia, y aunque estamos un poco más cerca de ello, se trata de apenas una dosis de ilusión.
Los indicadores que muestran el estado del país en los diferentes ámbitos aún distan de lo que se conocía antes de que llegara la pandemia. Esto, a pesar de los inmensos esfuerzos que se han desplegado para, al menos, no dejar en ruinas al país. Lo cierto es que, aminorar los efectos que deja el paso del covid-19 es el gran reto que nos queda por afrontar. Pero esto no se logra con el oportunismo politiquero de unos cuantos que han visto las vacunas como el medio para lograr más adeptos, proyectar su imagen, y por qué no, cosechar futuros votos.
Para no ir tan lejos, consideremos por un momento nuestra capital: Bogotá. Sus habitantes cada día se sienten más inseguros a causa del incremento de los hurtos, acosos y homicidios a plena luz del día, a pesar de que la alcaldesa y su secretario de seguridad muestren cifras alentadoras, cifras en las que muy pocos creen, según las encuestas. El acceso a la educación es otro de los puntos en los que no se ha avanzado mayor cosa, pues el distrito y la misma alcaldesa, prometieron entregar 124.000 tabletas a aquellos niños que no tenían los recursos para continuar con su proceso educativo. Sin embargo, hasta hace poco, tan solo se había hecho efectiva la entrega de 1 tablet, que fue la que registraron algunos medios de comunicación cuando la alcaldesa fue a entregarla. El tema, quedo en el olvido y fue hasta hace unas semanas que un grupo de concejales, liderado por Carolina Arbeláez, realizó el seguimiento de las entregas y la sorpresa fue que no se habían entregado más. Y como si estos dos temas fueran poca muestra de la falta de planificación de la alcaldía y su gabinete, hace unos días la alcaldesa ordenó el cierre de los gastrobares; este gremio, indignado por las cuantiosas sumas de dinero que invirtieron en la adecuación de los protocolos de bioseguridad y que luego la alcaldesa sugirió que ya no eran necesarios, salieron a marchar en contra de las improvisaciones de Claudia López. ¿Acaso hay que llegar a las manifestaciones y al uso de la fuerza para lograr una mesa de concertación con los distintos gremios? Lo que sucedió en la ciudad en los últimos días es tan solo solo una prueba de la improvisación de la alcaldía mayor y su equipo de trabajo, que piensan que la economía es un switch que se prende y se apaga.
Y es que el gran reto que tiene Claudia López y su administración es poder implementar el plan de vacunación con todas las garantías. Entre tanto, las dudas empiezan a llegar, pues el afán con el que la alcaldesa, en tono imperativo, le pedía al Gobierno Nacional la asignación de las vacunas, y la buena planificación de la que se ufanaba; por esto, se esperaba que el inicio de la vacunación fuese todo un éxito. Sin embargo, pocos días después de empezado el proceso, a la alcaldesa se le está saliendo de las manos. Ya se evidencian saltos en las filas para acceder a las vacunas, privilegiando a los parientes del cuerpo médico, y de paso, a los vinculados de las instituciones que prestan el servicio de salud. Preocupa también, las aglomeraciones en las calles de adultos mayores de 80 años que van a recibir su dosis. ¿No se iban a aplicar a domicilio según lo anuncio el distrito? ¿Cuál será el plan cuando sea más vacunas? Hasta el momento se han aplicado 12.582 vacunas y vienen en camino unas cuantas más, pero, ¿ya se cuenta con una organización efectiva que garantice la vacunación a los habitantes de calle, a las comunidades indígenas y a los migrantes? ¿O se le ha olvidado, también, que ellos son parte importante de nuestra ciudad?
Pareciera que a la alcaldesa poco o nada le interesan los indicadores, y prueba de ello es la débil comunicación que ha tenido tanto con los diferentes gremios que aportan a la economía, como con el Gobierno Nacional. Y, aparentemente, Claudia López y su gabinete quieren llevarse todos los aplausos y hacer todo solos, desestimando a su vez, que gobernar de forma incluyente le reportaría grandes beneficios a la ciudad.
Sería oportuno y constructivo revisar, y por qué no, aprender del trabajo consensuado que han implementado Gobiernos como el de Israel, que han logrado una eficiente organización para garantizar vacunas a su población, y que hoy ya dan luz verde a su prometedora reapertura social y económica.
Este no es el fin de la pandemia, es un camino que aún seguimos recorriendo, y los retos que nos quedan por afrontar son grandes; por eso, no podemos bajar la guardia ni con los protocolos de bioseguridad, ni con el trabajo colectivo, así podremos seguir aplicándonos más dosis de ilusión que nos acerquen al final de este desafortunado episodio de la humanidad.