Diana Carolina es una mujer paisa a la que la violencia y la desgracia la acompañaron por mucho tiempo. Ella es la excepción a las estadísticas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que sostienen que la esperanza de vida promedio de mujeres trans está sobre los 35 años en las Américas. Conoce el relato de sus tres vidas a través de La Cotidiana, un pódcast con enfoque de derechos humanos y equidad de género.
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Diana Carolina nació el 20 de octubre de 1982, en el municipio de Nariño, Antioquia, dentro de una familia campesina, paisa, católica y numerosa. Sus padres y sus hermanos vivían en una pequeña finca en zona rural de este municipio; pero Diana no inició su vida siendo ella. En su primera vida, era el menor de la familia, el pequeño Jesús Antonio, y desde los primeros años se dio cuenta de que al parecer en su conducta había algo particular que llamaba la atención y le ocasionaba problemas con su familia o con los con otros niños.
Los hermanos Jairo de Jesús y Jesús María (Diana). Finales de los ochenta. Foto archivo personal.
Cuando Jesús Antonio iniciaba la carrera hacia la adolescencia, las guerrillas de las FARC y el ELN habían sitiado su municipio, debido a que se trataba de un punto estratégico para el ocultamiento y la planeación de acciones subversivas. Su comunidad perdió la calma y empezó el declive de su historia familiar.
Huyendo del dolor, llegó a Bogotá, ciudad que lo recibió con hostilidad y prevención. Allí estuvo viviendo en la calle, de manera que la prostitución y la droga fueron su flagelo. A los 16 años llegó al prostíbulo Noches de media luna, en el barrio Santa Isabel, donde nació Diana Carolina. A pesar de que parecía encontrarse a sí misma en ese sitio y recibió el apoyo de otras mujeres dedicadas a la prostitución, era casi una presa del establecimiento, porque tenía prohibidas las salidas y era responsable de pagar su manutención realizando trabajos sexuales a los clientes que llenaban el lugar todas las noches.
Aún adolescente, Diana posa para una foto en Noches de media luna con su madre putativa, Sarita. Foto archivo personal.
A los 18 años obtuvo su libertad para salir y buscar suerte en otros sitios. En esas experiencias fue víctima de violencia policial y de otras formas de discriminación; sin embargo, con el paso del tiempo, consiguió escapar del mundo que la sometió durante años. Hoy es una mujer distinta que trabaja para ayudar a otros seres humanos y que ha conseguido transformar drásticamente su calidad de vida. Para saber cómo lo hizo, escuche a continuación el pódcast de La Cotidiana.
Este producto sonoro hace parte del proyecto La Cotidiana, un pódcast de periodismo narrativo enfocado en derechos humanos y equidad de género, realizado por Eduardo Ayala, con el apoyo de Noelia Figueredo, para la Especialización en Periodismo Digital.