Una verdad sin máscaras

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Una verdad sin máscaras
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Sábado, Octubre 31, 2020

Redacción: Diego Julián Cubillos Ramírez

 

En el día de las brujas, mejor  conocido como Halloween a nivel mundial, las personas escogen los mejores disfraces para divertirse y asustar. Esta “aterradora” noche es celebrada el 31 de octubre de cada año, pero, quienes se han adelantado en disfrazarse para esta ocasión, han sido los altos mandos de las FARC.

 

A principios de este mes, ante los medios nacionales, el ex guerrillero y hoy senador, Carlos Antonio Lozada, responsabilizó al disuelto grupo armado de las FARC, de haber sido los autores materiales e intelectuales del homicidio del ex candidato presidencial por el partido conservador, Álvaro Gómez Hurtado. Ante la opinión pública y las diferentes instituciones esta declaración fue de total sorpresa, pues el inconcluso caso, investigado por la Fiscalía desde hace ya varios años, no había dado indicio alguno que relacionara a las FARC como los autores de tan atroz crimen que marcó la historia de nuestra nación.

 

Las dudas se han despertado en  varios sectores del país, incluso desde la misma familia del hoy difunto y ex líder del partido conservador. Pero lo que más ha despertado sospecha ha sido el momento en el que se ha realizado la declaración, pues según lo firmado en el acuerdo de paz, los miembros de las FARC hoy gozan de garantías que les evita su paso por la prisión, como medida sancionatoria ante el reconocimiento de sus responsabilidades. Mencionado lo anterior, se podría pensar que, con fines políticos, los altos mandos de las FARC pueden estar cubriendo a los verdaderos culpables.

 

Sin embargo, a mí no me corresponde acusar ni mucho menos insinuar si las FARC fueron, o no, los homicidas. El propósito de estas líneas es, realmente, mostrar el lento proceso que se ha llevado desde la firma del acuerdo aquel 26 de septiembre del año 2016. Si bien es cierto, un gran número de excombatientes han pasado por la justicia transicional, han entregado sus armas, han buscado reintegrarse a la vida civil, aportando a la economía nacional con su trabajo, han ayudado a algunas de las comunidades más afectadas por el conflicto armado y han sido realmente cumplidores de su parte. Los colombianos les debemos un gran aplauso a esas personas que han querido reinsertarse a la sociedad, reparando y asumiendo sus responsabilidades. Entre tanto, quedan muchas inquietudes sobre la honestidad de aquellos líderes que hoy gozan de curules en el Congreso, sin siquiera aceptar con verdad el sufrimiento causado a millones de familias colombianas, pasando por encima de la dignidad de quienes padecieron el conflicto armado durante más de seis décadas.

 

Y es que, si se mira con detenimiento, la gran mayoría de víctimas y familiares de personas desaparecidas, asesinadas y torturadas por el grupo guerrillero, no han aceptado la “reparación” que hasta el momento han hecho los ex miembros de esta guerrilla. Aún no se reconoce que usaron tantas veces el disfraz de ovejas inocentes para cautivar a, al menos, 8.000 menores de edad y así reclutarlos para sus infames filas. A pesar de esto, al día de hoy, quienes están en el congreso siguen disfrazados de ovejas, pidiendo descaradamente ayudas económicas al Gobierno nacional, reclamando garantías para el cumplimiento del acuerdo, cuando, ante la JEP, aún no se ha contado la verdad y no se han tomado medidas. Definitivamente, un grupo de personas que ha sabido usar muy bien las caretas, incluso, antes del día de las brujas.

 

Y para colmo de males, han alternado su disfraz con el de Joker, pues la carencia de sentimientos al ver el llanto de tantas víctimas, ni siquiera ha conmovido sus corazones, para así, dar un paso sincero hacia la reparación. Cuatro años después de la firma, los cultivos ilícitos de droga aumentan sus números de producción, el dinero de esta organización terrorista aún no se ha entregado por completo, y para completar, los disidentes activos al día de hoy, según informes de inteligencia, ya rondan por los 4.500 hombres. Por supuesto, en esta cifra debemos incluir a los dos más grandes payasos que ha podido tener este país: Jesús Santrich e Iván Márquez, quienes se burlaron de Colombia y del mundo, posando para los grandes medios internacionales en las negociaciones de la Habana, y hoy, exhibiendo nuevamente sus fusiles desde la selva, seguramente venezolana.

 

Cuatro años después, el conflicto en Colombia sigue siendo el mayor fantasma, como consecuencia de un acuerdo hecho en medio de los afanes y la búsqueda de aplausos internacionales, pero a costa del sufrimiento de millones de familias que, hasta el día de hoy, siguen reclamando una verdad completa, no como la ofrecida hasta ahora por los honorables congresistas de las FARC.

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