Linda Guerrero y la familia Alvarado, la historia del primer banco de piel en Colombia

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Sus ojos se llenan de lágrimas al recordar el 13 de noviembre de 1985. Linda Guerrero trabajaba en el Hospital de Kennedy cuando ocurrió el peor desastre natural de la historia colombiana: la tragedia de Armero. La erupción del volcán Nevado del Ruiz dejó entre 23.000 y 25.000 personas muertas, 3.300 desaparecidas, 4.000 heridas y 20.000 personas sin hogar. Guerrero (a quien también conocen como Linda), médico cirujana plástica, recibió pacientes que venían trasladados desde Armero con heridas contaminadas y con barro en su interior. 

Dos días después de la tragedia, el 15 de noviembre, Linda se levantó, se alistó y salió para el hospital. Por esos días tenía largas jornadas de trabajo. A las 9 a.m. ingresó a urgencias un niño de diez años llamado Manuel. Su cuerpo estaba embarrado, lleno de lava y muy mal herido. A él le costaba asumir la realidad de lo que había sucedido y no sabía el paradero de sus padres o hermanos. Después de ser diagnosticado por un médico general, acudieron a la doctora Guerrero, le informaron que el niño tenía una fractura abierta de tibia y que, adicionalmente, su herida estaba infectada. Para ese momento, Manuel había perdido parte del tejido de su pierna y la infección había involucrado parte del hueso. Después de estudiar el caso con un ortopedista, Linda Guerrero asumió el proceso médico del niño.

Días después, la doctora Guerrero descubrió que el padre de Manuel estaba en el mismo hospital que él. Para ella, unirlos fue un milagro. Años más tarde Manuel la encontró en la Fundación del Quemado Piel para Renacer, una entidad sin ánimo de lucro que tiene como misión ayudar a poblaciones vulnerables con discapacidad ocasionada por quemaduras. Para Linda Guerrero, “no hay mayor recompensa que la gratitud de un paciente.”

Linda Guerrero (de azul), es una mujer destacada, madre, hija, abuela y esposa que por amor a su prójimo se convirtió en una heroína para las víctimas con quemaduras en Colombia. Foto: Luisa Peña.

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En 1986, Linda Guerrero se enfrentó a uno de sus mayores retos: dirigir la unidad de quemados del Hospital Simón Bolívar en Bogotá, la más grande del país. Asumió el cargo para reemplazar a un eminente doctor. La llegada de una mujer joven a la dirección causó recelo y apatía del grupo de trabajo hacia ella.

Convivir con tantas personas quemadas y el recuerdo de los pacientes a quienes tuvo que atender después de la tragedia de Armero, la inspiraron para alcanzar sus dos grandes sueños. 

Inicialmente, en el año 1995 comenzó creando una organización para apoyar la rehabilitación de los pacientes quemados después de salir del hospital. Era consciente de que estas personas no recibían un proceso posterior que les ayudara a sobrellevar las consecuencias psicológicas y emocionales, ni un acompañamiento para la aceptación de los cambios fisionómicos que sufrían. Con ello nació la Fundación del Quemado Piel Para Renacer.

Mientras la doctora Linda era residente en el Hospital Simón Bolívar, empezó a guardar la membrana que contiene el líquido amniótico después de las cesáreas. Decidió darle un mejor uso al tejido, puesto que, por lo general, es desechado. Para su uso, era indispensable que la placenta no hubiese tenido ruptura de membranas y que el líquido no hubiese sido contaminado por meconio [materia fecal del recién nacido]. Guerrero almacenaba el tejido en frascos de suero sin identificar y, posteriormente, lo guardaba en una nevera esterilizada a una temperatura de 2 a 8 grados centígrados. Este tejido empezó a usarlo en pacientes con quemaduras grado tres [afecta la capa externa de la piel (epidermis) y la capa interna (dermis)], obteniendo así la reducción de costos en curaciones. Además, la protección que brinda la membrana evitaba que las heridas se infectaran, ayudaba a la mejoría en la regeneración del tejido y disminuía el dolor en los pacientes, al menos el físico.

Guerrero ha sido galardonada con múltiples premios nacionales e internacionales. Premio León Hernández de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética. Foto: Camila García.

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Según un informe generado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2018, las víctimas con quemaduras representan una problemática importante en la salud pública del mundo, dejando, aproximadamente, 265.000 muertes anuales. Estas se presentan, especialmente, en los países de bajo y mediano ingreso, sin dejar de lado que los pacientes quemados no fatales son una de las mayores causas de morbilidad que necesita atención en: desfiguración, discapacidad, largas hospitalizaciones y procesos posteriores que acompañen a la rehabilitación psicológica de los pacientes. Anualmente, en promedio, 11 millones de personas de todo el mundo sufren quemaduras suficientemente graves para requerir atención médica. Adicional a esto, la OMS informa que, en Colombia, Egipto, Pakistán y Bangladesh, el 17% de infantes con quemaduras sufre una discapacidad temporal y el 18%, una discapacidad permanente.

En 1998, el segundo más grande sueño de Linda Guerrero se comenzó a gestar: crear el primer Banco de Piel en Colombia. Guerrero y Mónica Ramírez, su compañera, comenzaron a hacer ‘rescates de piel’ en hospitales públicos a altas horas de la noche. Para no correr riesgos, guardaban las placentas en la nevera de sus casas.

“Recuerdo una noche en que llegué a mi casa, mis hijas me sentaron, me pidieron abrir el computador portátil y esperaron que leyera un papel que habían pegado a la pantalla: “¡No queremos más piel en la nevera de nuestra casa!””. Linda cuenta su anécdota entre risas y nostalgia: una de sus hijas, Carolina, murió en 2018.

Con mucho esfuerzo y dedicación, Guerrero y Ramírez fundaron el Banco de Piel: lo pintaron la bodega con pintura epóxica [elaborada a base de resina epóxica, que provee alta resistencia química a sustancias corrosivas], que les causó una intoxicación por los gases que emite este producto.

A los bancos de piel llegan donaciones de personas que presentan muerte cerebral. Los tejidos se toman con la ayuda de un dermatomo [un instrumento quirúrgico, similar en su forma una máquina de afeitar desechable, que se usa para producir rodajas finas de piel], después de que sus familiares aprueben la donación de sus órganos. Se mezcla con glicerina para su preservación, y se mantiene y conserva en neveras completamente esterilizadas en las que pueden durar hasta ocho años. En Colombia aún no hay unidades disponibles en almacenamiento por la cantidad de personas con quemaduras.

Guerrero (a la izquierda) fue la primer mujer en ser representante para América del Sur de la International Society for Burn Injuries (ISBI) y primera vez que Colombia es representante del Comité Ejecutivo. Foto: Luisa Peña. 

Ángela Mojica, cirujana plástica, explica que la piel que se obtiene de los cadáveres, por otro lado, debe tomarse de la cara posterior de la espalda y los muslos. El tejido reemplaza, provisionalmente, la piel quemada. A los 14 días se remueve el tejido porque el organismo del paciente lo rechaza, pero su herida presenta menos riesgo de infección y dispone la zona para unirla a un injerto. Por otra parte, la psicóloga Fanny Consuelo Ariza afirma que “el tener a disposición de los quemados un banco de piel permite también un mejor manejo integral de las quemaduras.”

Debido al gran reconocimiento de la unidad de quemados del Hospital Simón Bolívar, la petrolera Parex Resources Colombia Ltd. Sucursal hizo una donación para la adecuación y el mejoramiento del piso 7, y se adquirieron equipos de última generación para los tratamientos y diagnósticos requeridos para pacientes víctimas de quemaduras. La inversión, de $2.489 millones, fue un espaldarazo para la consolidación de esta unidad como la más grande y completa del país.

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En el año 2008 el Distrito invitó a la doctora Guerrero a una reunión en la cual le planteó la posibilidad de que el banco de piel hiciera parte del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud de Bogotá (IDCBIS). Otras entidades que conforman el IDCBIS son la Secretaría Distrital de Salud, las cuatro Subredes Integradas de Servicios de Salud del Distrito, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de los Andes, la Universidad Javeriana y el Instituto Nacional de Cancerología.

La alianza tenía el fin de concentrar esfuerzos, hacer una inversión económica y tecnológica importante para apoyar el desarrollo del Banco de Piel. Le presentaron un proyecto donde ella asumiría la dirección y el manejo de su área, con presupuesto y recursos 100% del Distrito. Después de pensarlo varios meses, Linda Guerrero solicitó al Distrito que le enviaran información sobre el presupuesto que se otorgaría a su segmento (la atención a pacientes con quemaduras) y el enfoque del proyecto en marcha del cual iba a ser parte. En esto conoció que iba a participar de un proceso fuerte en investigación e innovación en salud biomédica y, además, la provisión de trasplantes de sangre, tejidos y células. La alianza estaría conformada por: el Banco de Sangre Público de Cordón Umbilical, la Unidad de Terapia Celular y Linda Gutierrez aportaría el Banco Multitejidos altamente especializados.

Realizó algunos acercamientos con proveedores internacionales en búsqueda de tecnología avanzada para ser incluida dentro del proyecto. Así mismo, por la importancia del capital humano, realizó investigaciones y estudios que fueron llevados a la mesa de negociación, los cuales fueron aceptados. 

El Banco de Piel realiza la verificación y estudios previos del donante y la piel donada para la seguridad de los beneficiados. (Tomado de la Secretaria de Salud de Bogotá).

En 2009 se crea El Banco de Tejidos del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud de Bogotá (IDCBIS), dirigido por la doctora Linda Guerrero. Hoy, el Banco cuenta con una disponibilidad de 70.000 cm2 de piel para los requerimientos necesarios de pacientes con quemaduras de tercer grado. Desde su creación, ha distribuido a víctimas con quemaduras 310.500 cm2 de piel. Los tejidos han sido entregados, principalmente, a las unidades de quemados del Hospital de la Misericordia, la Fundación Santa Fe y el Hospital Simón Bolívar. Las víctimas beneficiadas son, en su mayoría, niños y personas en etapa productiva. El Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud es el único banco que distribuye piel en Colombia y capaz de procesar varios tejidos.

La base de datos cuenta, a la fecha, con 6.796 personas preinscritas y 1.480 registradas con la intención de donar sus células si se llegan a necesitar, las que podrían ayudar a pacientes con enfermedades hematooncológicas como la leucemia, entre otras. Así mismo, el Banco Distrital de Tejidos se encuentra en el proceso de rescate, procesamiento y distribución de tejido osteomuscular con certificación del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), lo que generará que más personas tengan acceso a esta clase de tejido.

La página web del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud de Bogotá (IDCBIS), reporta que ha distribuido más de 272.000 cm2 de piel, así como 89.800 cm2 de membrana amniótica. Adicional a esto, brinda a pacientes sangre del cordón umbilical a través de los trasplantólogos de las clínicas en Bogotá, en el país y, eventualmente, a través del registro de donantes que se está implementando en el mundo. Esto, con la intención de abordar enfermedades crónicas como la artritis, la esclerosis múltiple y diabetes severa, en las que existe un alto índice de mortalidad.

Según Bernardo Camacho, médico de la Secretaría Distrital de Salud: “La administración de Enrique Peñalosa quiso que este nuevo instituto pudiera tener autonomía administrativa y financiera, fundamental para desarrollar, especialmente, los procesos de investigación.”


Colombia ha tenido un gran avance en el manejo de pacientes quemados. Ahora, el gran reto es que también sobrevivan con el mínimo de secuelas estéticas y psicológicas. (Imagen de archivo).

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El viernes 6 de octubre del 2000, en el municipio de Soacha, Ricardo Alvarado Vergel inició su día como era de costumbre. Sus hijas estudiaban en la jornada de la tarde, razón por la cual esa mañana estuvieron jugando en el patio de su casa. Él empezó a trabajar en su taller, ubicado en el garaje de la casa: fabricaba mechas de pólvora, las cuales suministraba a las canchas de tejo de Soacha y algunos municipios aledaños. Su esposa se encargaba de los quehaceres de la casa. A las 9:57 a.m., la mamá le pidió a las niñas que por favor llamen a su papá para que comieran todos juntos en familia. De repente, el sonido de un estruendo: una mecha encendida provocó la explosión de toda la pólvora que había en el taller. Se escuchaban gritos, los vecinos llamaron a los bomberos y a las líneas de emergencia.

“Han pasado casi veinte años, pero recuerdo ese momento como si fuera ayer. Se escuchaban las sirenas de las ambulancias y los bomberos. Había mucho humo y no veíamos nada. Recuerdo que sentía mucho dolor. Sentí cómo me alzaron y me sacaron de allí. Abrí los ojos para ver al bombero que me llevaba, pude verlo por el ojo izquierdo, pero por el ojo derecho no veía nada y sentía un dolor terrible en mi cara”, relata Yineth Paola Alvarado Beltrán.

Los llevaron al Hospital de Soacha, les hicieron triage [método de selección y clasificación de pacientes empleado en la medicina de emergencias y desastres] dictaminando quemaduras de grado dos y tres, por lo cual, solicitaron su inmediato traslado a unidades especializadas en quemados. Las hermanas Deisy Rocio y Yineth Paola Alvarado Beltrán fueron remitidas al Hospital de la Misericordia, mientras que a su padre, Ricardo Alvarado, lo remitieron a la unidad de quemados del Hospital Simón Bolívar. Estuvieron hospitalizados por tres meses, tuvieron que ser intervenidos quirúrgicamente cada tres días.

El señor Ricardo perdió su mano derecha, recibió quemaduras parciales en sus extremidades inferiores, pecho y parte de la espalda. Deisy Rocio, por su parte, tuvo afectaciones en el dorso y extremidades inferiores, ambos con quemaduras de segundo y tercer grado. Ambos fueron tratados con reservas del Banco de Piel, sobre todo Deisy, que perdió el músculo de la pierna en su totalidad. Con ayuda del líquido amniótico y piel, los doctores pudieron prevenir posibles infecciones y prepararon sus heridas para posteriores intervenciones quirúrgicas con injertos de su propia piel.

Yineth y Deisy.

Yineth Paola tuvo quemaduras en cuerpo y manos. El lugar más afectado fue el lado derecho de su rostro: el fuego se llevó sus párpados, quemó sus pestañas y dejó el globo ocular con cero recubrimiento de piel. También perdió partes de algunas capas del ojo. Ella, a diferencia de su padre y su hermana, no pudo acceder al beneficio del banco de piel por la gravedad de sus heridas.

Entre lágrimas, Ricardo dice que aquellos “fueron tiempos muy difíciles para todos. Cuando esto sucedió, mi familia dependía totalmente de mí, no teníamos ahorros y vivíamos de lo que ganaba día a día. Era muy duro aceptar que muchas personas que me habían dicho lo peligroso que era trabajar con pólvora, pero no escuché. Llevaba muchos años trabajando en esto, y creía que tenía total conocimiento de la manipulación de este producto. Cuando regresamos a casa sentía mucho dolor y culpa al ver las secuelas en mis hijas. Pero debía comenzar de cero. Conocí el arte de trabajar con la piedra de mármol.”

La vida de ricardo y su familia mejoró económicamente desde que comenzó a trabajar con mármol. En 2016, mientras trabajaba fabricando el mesón de una cocina, la señora que lo había contratado le recomendó acercarse a la Fundación del Quemado. Para esta fecha, Yineth Paola tenía 22 años y Deisy Rocio 18. Desde hace cuatro años, padre e hijas han recibido todos los procesos quirúrgicos necesarios para mejorar estéticamente sus lesiones. A él le hicieron reconstrucción de su mano. A Deisy le han hecho injertos de piel y aún tiene cirugías pendientes para lograr la mejoría de sus heridas. Por último, a Yineth le han hecho varias intervenciones en las que, por ejemplo, sacaron piel de la parte de atrás de las orejas para la reconstrucción de los párpados. Próximamente se someterá a una cirugía para implantar las pestañas y cabello que será tomado de su nuca.  Por último, se someterá a una cirugía para hacer un implante de la capa del ojo que perdió, con la esperanza de poder recuperar algo de visión en él.

Al 13 de diciembre de 2019, según el Instituto Nacional de Salud, el número de quemados por pólvora superaba la cifra de quemados en todo el mes del año 2018.

Hoy, el Banco de Tejidos del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud de Bogotá (IDCBIS), es reconocido como uno de los más grandes de Latinoamérica, con importantes desarrollos de investigación.

Hoy, después de 20 años, las hermanas alvarados siguen su proceso de recuperación. Yineth guarda la esperanza de volver a ver. Foto: Cortesía Deisy Rocío.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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