Redacción: Diego Ortega
Fotografía: Gabriel Horta
Edición: Daneisi Rubio
Corrección de estilo: Sofía Acero
El pasado 2 de noviembre, Bogotá vivió una de las marchas más terroríficas. Las calles del centro de Bogotá no eran seguras para ningún transeúnte y la fría noche de la ciudad estaba apartada para los muertos vivientes. Anualmente, en varias ciudades de Colombia se celebra la marcha zombie y este año no fue la excepción; muchos jóvenes, adultos y niños, vestidos con disfraces alucinantes o simplemente maquillados, se reunieron desde las once de la mañana en la plaza de toros “La Santamaría”, allí esperaron hasta las siete de la noche y la carrera séptima se paralizó de miedo. Los zombies comenzaron su camino hasta a La Plaza de Bolívar, el destino final.
La Marcha Zombie, un evento que se realizó por primera vez en las tenebrosas calles de la ciudad de Bogotá en el año 2011, con un recorrido que iba desde la Plaza de Bolívar hasta el Parque Nacional, y que tuvo más de 4000 asistentes dispuestos a demostrar su creatividad disfrazándose como zombies, pasando una noche fría, mágica y divertida. Tiempo después se implementó en otras ciudades, manteniendo ciertas características como su carácter privado, al no ser un evento organizado por el estado. Además, la participación es gratuita y su prioridad es el trabajo social, ya que revelan su inconformidad con temas como los abusos de la autoridad, la violencia en el país, la pobreza y el maltrato animal. Es por esto que, en el año 2013, este evento tuvo como objetivo ayudar a personas de escasos recursos, uniéndose con el banco “La Misericordia”, una fundación que se encarga en ayudar niños en condiciones de vulnerabilidad.
John Karlos, creador y director de La Marcha Zombie, se ha encargado de planear anualmente este evento de una forma dinámica, por lo que antes de iniciar la marcha más espeluznante de la ciudad, se realizan diversas actividades para entretener e integrar a todos los participantes. John Karlos invitó a toda la comunidad tadeista al evento, es por esto que el equipo de la Brújula cubrió La Marcha Zombie por primera vez.
Si el 2 de noviembre tuviste una noche común y corriente, estamos seguros de que los asistentes y espectadores de la marcha no. El ruido escalofriante de los pasos de cada asistente inundó las calles del centro de Bogotá, era posible evidenciar la felicidad que reflejaba el rostro de cada uno de ellos, quienes, seguramente, eran unos apasionados de lo gótico.
Para muchos de nosotros asistir a este evento era algo nuevo. A pesar del cansancio que empezó a manifestarse después de horas de estar en la plaza de toros, la emoción de que llegara las siete de la noche nos mantenía expectantes y con ganas de comenzar el recorrido. Las horas de espera estuvieron acompañadas por puestos de comida que alegraban varios paladares, además de estaciones de maquillaje de las que salían verdaderas obras de arte y música adecuada para llenar de paciencia y tranquilidad a cada asistente.
Estábamos a una hora de comenzar el recorrido y el sol se había ocultado en las montañas que rodean el centro de Bogotá. Fuimos testigos de la Torre Colpatria iluminándose mientras aceptamos la invitación de John Karlos de disfrutar una muestra artística de una academia de baile. Los minutos seguían corriendo, hasta el momento en el que escuchamos el ruido de los motores que anunciaban el inicio de la marcha. Las motos lideraban el recorrido, y comenzamos a seguirlas, había personas con antorchas, alegres de formar parte del evento, además de todos los asistentes que mantenían sus disfraces intactos.
Estudios científicos dicen que la mente humana durante el paso de los años empieza a sepultar los recuerdos más insignificantes. Estoy seguro de que esa noche no fue nada insignificante, ya que cada segundo vivido quedó marcado en lo más profundo de nuestros corazones.