Juan Carlos Rivas es cantante, docente, productor musical y bajista de una de las bandas nacionales de rock más reconocidas, esta es su historia detrás de La Derecha.
Sol Mayor
Tras cruzar una puerta color café oscuro, con una estrella dorada en el centro y un letrero que decía “CHATOBAND producciones”, me encontré en un cuarto de paredes amarillas y blancas. Estaba en su estudio de producción. Aquí se encontraba el alma del lugar, como lo decía Chato.
Sobre el centro de un tapete color rojo con adornos florales, reposaba una batería en la cual Blu Martínez se disponía a comenzar un conteo que marcaba con sus baquetas al aire 1, 2, 3, 4. De los platillos y el bombo, un claro sonido boom tuzz boom, inundaba la habitación. Detrás de aquel baterista se encontraba un bajo color marrón claro con detalles que imitaban la textura de la madera. Tres contenedores transparentes que contenían cables y micrófonos, reposaban junto a un amplificador Mesa Engineering, dos amplificadores Laney color gris y una cabina de bajo Hartke color negro, que llevaba sobre sí, un amplificador de bajo Trace Elliot, el cual contenía botones rojos y verdes, cada uno con funciones de nivelación de efectos. Y finalmente, dos guitarras electroacústicas reposaban sobre un pequeño stand color negro.
En la habitación había un pequeño lugar para sentarse adornado de cojines cuadrados, cuatro audífonos colgados en la pared, una radio antigua Philips N°.44 con sus característicos contrastes marrón y café. Y un gran cuadro con el rostro de Martin Luther King acompañado de dos frases con fuente legible “JAZZ FEST BERLIN ‘94” y “GREAT BLACK MUSIC”, haciendo referencia al momento en el cual se le pidió al Dr. King, dirigir el discurso de apertura al nuevo Festival de Jazz de Berlín en 1964, que en su momento era una ciudad dividida por un muro que separaba el este del oeste.
En un pequeño teclado una niña de cabello rubio tocaba la nota RE y FA, disponiéndose a apagar el instrumento. Chato entregó un cuaderno con un dibujo del mástil de un bajo, señalando la posición del acorde de FA, a otra niña que se disponía a tomar su maleta y tomar de la mano a su hermana. La clase había terminado.
Estudio de producción de Chato Rivas. (Foto: Maria Camila Ulloa)
- Recuerden que no siempre podemos escribir los acordes como Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si, Do, así los entendemos nosotros, pero en inglés son C, D, E, F, G, A, B, C. Dijo Chato a las niñas.
En aquella habitación había una puerta que conectaba a la pequeña cabina donde se realizaban las grabaciones de voces, en esta solo había un trípode y un micrófono. Esta cabina, a su vez, conectaba al estudio. En aquel lugar lo primero que observé fue el control con sus botones de colores rojo, blanco, negro y gris, cada uno con una función específica. Cada punto de color que tenía aquel máster, ayudó a producir trabajos para Soda Stereo o Café Tacvba y más artistas que han trabajado con Chato, o con Blu, a quien pertenecía anteriormente. Sobre el máster reposaba una mariposa hecha de papel color azul y una hoja de papel blanco, en la cual se veía una fotografía a blanco y negro con los rostros de un hombre, una mujer y una niña.
Dos bafles a cada esquina acompañaban un televisor, que en su centro proyectaba la imagen de la canción a la que próximamente le prestaría atención: “La Noche Espera”. En una pequeña mesa frente al gran control, un pequeño teclado reposaba junto con un computador. Dos teléfonos. Un control remoto. Y un gran amplificador. Cada aparato en aquel cuarto estaba conectado con otro.
La visita de la banda duró menos de una hora. Los coros y el sonido de una de las dos guitarras no estaban claros. El Chato aplicó un ‘veneno’ o como me lo explicó después, un efecto a los coros. En el televisor del estudio se podía apreciar la canción dividida en paneles de diferentes colores verde, rosado, naranja, amarillo y azul, cada uno según el sonido grabado de las dos guitarras, el bajo, la batería, la voz principal y los coros.
Chato no dejaba de mirar la pantalla y escuchar la canción más de una vez para que la banda pudiese resaltar lo que no les gustaba, y de acuerdo a eso, realizar la debida corrección.
Finalmente, la voz de los coros quedó distorsionada y a la guitarra se le bajó el volumen, dejando amplificada a la primera.
Juan Manuel Vidarte, vocalista y fundador de Acrosoma, me habló una vez sobre trabajar con el Chato.
- La mayoría de los productores han metido mano en nuestras canciones y cambian cosas con las que no estamos de acuerdo. El Chato lo que hizo fue aconsejarnos y guiarnos para que nosotros mismos evolucionáramos, así poder darnos cuenta nosotros mismos de los cambios que necesitaba la canción.
Big Bang Crunch
- Dejen que la música hable, adopten los solos. Ustedes son los mejores músicos del mundo, no lo olviden. Dijo Chato en el ensayo de repertorio completo, que se estudiaba para una próxima presentación.
2. I’ll Be Satisfied
3. I Just Wanna Making Love
4. The Girl From Ipanema
5. Mack The Knite
6. Feeling Good
7. Shake Everything You Got
Chato estaba sentado con su bajo, vestía una camisa negra, unos jean oscuros y unos tenis blancos, desde una esquina del lugar, instruía el orden de las canciones que iban a tocar en el evento, anunciando una posible prueba de sonido, marcando el ritmo o recordando la velocidad de cada canción.
Tres solistas se disponían a dar colores a las canciones con su voz, cada una tenía un plus, “The Chicken” tenía una guitarra eléctrica con ritmo marcado y un solo de saxofón. “I’ll Be Satisfied” tenía unos crescendos que la vocalista cantaba suavemente en los coros. “The Girl From Ipanema” un solo de trombón.
- Marca la melodía, que sea más blusero, la función del blues es también dar esos quiebres, toca un poco más crunch. Dijo Chato al guitarrista, mientras hacía con sus manos un movimiento que imitaba tocar una guitarra al aire.
Chato después me explicó que en la guitarra hay un sonido ‘Crunch’ con un poco de distorsión, el término se usa en la textura de los sonidos, que a su vez pueden relacionarse con colores. El crunch es saturación, distorsión. El blues y el jazz son crunch.
- El Jazz para mí es azul, es limpio, es libertad. Yo tengo alma de jazzero y corazón de rockero. El rock es rojo. Agregó Chato mientras sonreía.
Funk de un Mito Real
Hay un mito que se convierte en realidad,
Nunca se resistirá al llegar al sol,
Lucha por salir desde la raíz.
La voz de Laura Barrero, una mujer que llevaba suelto su cabello rizado y vestía un buzo color negro, unos tenis del mismo color y un jean oscuro, cantaba acompañada por la melodía funk filtrada por el estéreo. Esa canción, que por primera vez tenía una voz, era el centro de atención de los cinco estudiantes de Chato, a quienes se disponía a instruir la clase de Procesos de Producción I. El sonido para algunos estudiantes de la clase, era similar a las canciones del viejo oeste, pero para Chato era más una melodía espacial.
Al igual que en el estudio de Chato, aquí también había un cuarto para grabar voces, que se conectaba con el estudio por medio de dos puertas, dentro de este lugar, una pared con cuadrados de colores azul, verde, naranja y rojo, estaba en el fondo. Al costado derecho de la habitación había una pared de ladrillos, a su costado izquierdo una pared color negro, en la cual había una ventana, cuya función permitía la visibilidad entre quienes se encontraban en el estudio y quienes estuviesen grabando su voz.
- Hagamos el coro en chino, ¿Cómo dirías “Sol, sol que hay dentro de mí” en Chino? Le dijo Chato a Laura, quien había vivido su niñez en aquel país.
- No importa cómo se haga o el orden en el que se haga, las canciones fluyen, ¿De dónde salió esa canción? ¿Dónde fue el click? Dijo Chato, mientras marcaba la melodía que sonaba en el fondo, con sus pies.
Me avienta a las olas
Que a la orilla han de morir,
Muestra su mirar,
Cálida sonrisa.
El Chato acompañaba a Laura cantando el coro con un ta tu ru tu ru, sol, sol que hay dentro de mí. Y cuando terminó pidió a Laura hacer el fraseo de la estrofa mucho más ‘blusero’.
Un muchacho con camisa negra dijo que tenía un referente. Y en el televisor del cuarto apareció el videoclip de la canción “Funkero” de la banda de funk colombiano South People. Todos escuchaban con atención al referente.
- ¿Muy loco si lo hacemos en inglés? Dijo un muchacho de camisa color gris.
- Más loco si lo hacemos en chino. Dijo el Chato riendo.
Todos estaban cansados. Se hizo un break.
- Piensen en esa canción que pronto saldrá, vayan pensando en el vídeo, la idea es que tenga una diagramación especial. Dijo Chato mientras tomaba un tinto.
Fin del break. Tiempo de grabar.
Chato miraba atento la ventana que permitía el contacto visual entre Laura y él, cada vez que terminaba la canción le hacía nuevas sugerencias para cantar la canción.
Cantó las estrofas en inglés, el coro en chino, tuvo más atención con los fraseos. La cantó nuevamente con estrofas en español, inglés y el coro en chino. Cantó de nuevo la canción con estrofas en su mayoría en inglés, un estribillo en español y los coros en chino. Con esta variedad de grabaciones, el grupo podría tomar una decisión y finiquitar una idea definitiva de la canción.
Chato pidió un aplauso para Laura, quien salía de la cabina, y el estudio se llenó de múltiples clap clap clap.
Antes dar por terminada la clase, le dijo a un estudiante, si se le medía a hacer un rap para la canción. Todos rieron.
- Hacer funk en español no es fácil, esta es su canción chicos, miren lo que lograron en tantas horas de trabajo. Dijo Chato a sus estudiantes y agradeció a Laura por aceptar participar en el proyecto.
Sabor a Salsa Tropical
Clave: FA.
Alteraciones: Si bemol y Mi bemol.
Tonalidad: Si bemol mayor.
Compás: Cuatro cuartos.
Así comenzaba la partitura de “Carbonerito”, canción perteneciente a El Gran Combo de Puerto Rico, una agrupación musical de salsa, conocida por temas como “Azuquita pa´ el café”, “Un verano en Nueva York”, “Ojos Chinos”, entre otras.
Son Sabor era el nombre de aquel grupo de músicos, en el cual cada miembro tocaba un instrumento que le caracterizaba, sin embargo, esto no los limitaba a cambiar de instrumento cuando lo vieran oportuno, vi a más de uno cambiar de instrumento o ayudar con los coros de las canciones. Carbonerito era una canción vista por primera vez por el grupo, que se encontraba en un salón de paredes blancas.
A la Villa, a la Villa, a la Villa, a la Villa del Señor.
Al terminar la canción, el profe Fernando, un hombre alto de piel morena, como lo presentó Chato, entró en el salón. Asistió para acompañar el ensamble.
Tres miembros de la agrupación realizaban una lectura de la partitura en voz alta, como se le conoce musicalmente, solfeo. Juntos marcaban el ritmo con su pulso, taca taca ta ta taca taca ta ta. Chato dijo que iban a escuchar la melodía leyendo la partitura, para saber cómo iban a tocar, y mandó tocar un LA menor y un MI a todos.
- ¡Vamos a tocar esta de puro gozo! Dijo Chato dándole la entrada a Fernando, quien sonreía y se disponía a cantar.
De todas las flores,
La rosa es la más hermosa
Y por eso yo te canto
A ti linda Rosa,
A ti linda Rosa.
Esta canción es de autoría de Magín Díaz, compositor colombiano del departamento de Bolívar. Pero también fue interpretada por Joe Arroyo, Totó la Momposina y Carlos Vives, esta última era la versión sobre la cual se estaba trabajando.
Chato llevaba el ritmo en la batería y ayudaba, al igual que todos los músicos del lugar, a hacer el coro de aquella canción.
Finalmente, Fernando, dio voz a “Idilio”, canción a dúo con Cucco Peña, de Willie Colón, un cantante y compositor puertorriqueño de salsa. Mientras sus pies se movían junto con su cadera, porque según Fernando, era una canción que prendía al que fuera, por eso era una ley bailarla.
Más me destruye la incertidumbre que estoy pasando,
Y es que la nieve cruel de los años mi cuerpo enfría,
Y se me agota ya la paciencia por ti esperando.
Y se me agota ya la paciencia por ti esperando.
Chato seguía en la batería, desde el comienzo hasta el fin del ensayo había permanecido allí, observando al grupo, escuchando y tocando música, sonreía y recordé lo que me dijo sobre su primer contacto con la música. Su familia era del campo, a su papá y a su mamá les gustaba cantar, y a sus tíos les gustaba tocar instrumentos de cuerda. Según lo que me dijo, después de que el cielo oscurecía, todos iban a preparar la comida, las mujeres cocinaban y los hombres comenzaban a tocar torbellinos o guabinas.
Estribillo
Vi al Chato tocar en vivo, llevaba consigo un bajo color negro y blanco, sostenido en su espalda por una correa de cuero. Con sus pies marcaba el ritmo de la canción, con los dedos de su mano izquierda presionaba las cuerdas del mástil para formar un acorde, y con su mano derecha, hacía vibrar cuatro cuerdas.
Sonreía. A veces apretaba la comisura de sus labios y miraba de reojo a sus compañeros o al público. Vestía una camisa negra, un jean oscuro y unos tenis blancos. Llevaba sus gafas de marco transparente.
—Un rockero con gafas no se ve muy cool, pero me toca, tengo dos pares por si acaso.
Recordé esa frase que me dijo mientras reía, el día que fui a su casa.
Ese día hablé en el estudio con su hijo Juan Camilo Rivas, quien sigue sus pasos en el camino de la música.
—Si tuviera que describir a mi papá con palabras serían nobleza, alegría, fuerza y sensibilidad. Yo me siento muy orgulloso de él y de todo lo que ha logrado, él es mi más grande referente. Dijo Juan Camilo.
El cabello de Blu pintaba algunas canas, vestía un jean azul claro, una camiseta negra que decía Hard Rock, unos tennis, y por supuesto, le acompañaban sus baquetas.
Cuando le pregunté por el Chato, una sonrisa dibujó su rostro.
—Trabajar con el Chato es muy sabroso. Chato tiene un sabor en el bajo que pocos bajistas tienen. Aparte de ser un músico muy talentoso, es un excelente amigo. Dijo Blu, amigo de Chato por más de veinte años.
El Chato tiene una labor, que como él me lo dijo, consiste en instruir a quienes quieran seguir sus pasos, transmitir la fuerza y la energía que la música tiene en él y dar lo mejor de sí en los ensambles que dirige, como productor, como músico, como padre y como amigo.
—Sé que es el momento de sacar el trabajo más largo que he tenido que hacer, el mío. Tengo la energía. Tuve que cumplir otros sueños, para poder cumplir uno que me ha estado esperando por 15 años. Es el momento. Es ahora. Dijo Chato mientras sonreía y se acomodaba sus gafas de marco transparente.