Mujer protectora, amable, emotiva, cordial y luchadora, eso significa el nombre Sandra, según su origen latín, y sí, así es exactamente Sandra Rivera, una mujer colaboradora no solo con cada una de las personas que hacen parte de la red de mujeres de la localidad de La Candelaria y de la Fundación Renacer, ella trata de serlo con todos a su alrededor, siendo una líder y una agente preventiva contra el abuso sexual en adolescentes.
La manera en que nos vemos a nosotros mismos, es una mirada importante porque como nos vemos, nos verán los demás, lo cual en Sandra se refleja claramente, pues ella se describe como una persona sociable y altruista, al igual que sus amigos y familiares.
Aunque su signo zodiacal también la representa diciendo que sus características son la lealtad y la constancia, no es una mujer muy creyente del horóscopo, pero confiesa que cuando era joven, sí le gustaba pasar el tiempo leyéndolo. Sus creencias tampoco están marcadas por el ámbito religioso, razón por la cual, no practica ninguna religión, pero cree en Dios y se refugia en la oración.
Aún cuando su familia es nariñense, Sandra nació en la ciudad de Bogotá, en la Hortúa. No tuvo una figura paterna, pues su papá nunca estuvo presente, “como se dice, él me procreó y se fue”, manifiesta con una mirada fija y una sonrisa leve. Pero, al contrario, la relación que tuvo con su mamá fue buena, y como una anécdota de su niñez, recuerda un viaje que hicieron juntas a la isla de San Andrés. Sandra tenía diez años y fue la primera vez que vio el mar, además de estar en la playa, “me pegué una bronceada terrible, en el momento quedé muy roja, como un camarón, pero ya después fui cogiendo color canela”, menciona entre risas.
Sandra Rivera junto al mural de la mujer en la alcaldía de La Candelaria.
Para Sandra ese viaje es un recuerdo feliz de su vida, al igual que cuando compartía juegos callejeros con sus amigos de infancia, ella disfrutaba jugar “yermis”, “ponchados” y “la lleva”, pues para ella, la felicidad es la libertad y la tranquilidad. Con sus amigos de la adolescencia no mantiene una relación cercana, pues la mayoría de ellos se encuentran fuera del país, uno reside en Australia y el otro en México, sin embargo, cuando se presenta la oportunidad de compartir nuevamente, ella la aprovecha al máximo.
Sandra pasó por dos colegios en su vida, estudió en el Anglo Francés, que estaba ubicado en Chapinero, que en la actualidad ya no existe, y en el Santa Rosa de Lima ubicado en el 7 de Agosto, este es un colegio de monjas. Sandra terminó el bachillerato y no siguió estudiando, pues se empezó a enfocar trabajar. Su primer trabajo fue en una bomba de gasolina en barrio El Polo, y después de eso, se ha desenvuelto en varios oficios. Ayudó a un sobrino con la limpieza de su hogar, trabajó junto a una sobrina en un salón de belleza, en este hacía los masajes en la zona húmeda, pero lo dejó porque su sobrina se fue para México, y, por último, está su local de ropa junto a su hermana. La mayoría de trabajos en los que Sandra ha estado, se llevaron a cabo en un entorno familiar.
En su juventud fue deportista, ella participó en 100 metros velocidad y 200 metros vallas. Esto lo hizo por medio del colegio y de la Escuela Militar de Cadetes gracias a un profesor que tuvo, quien la impulsó a seguir ese camino del deporte, y por el cual, también estuvo en los juegos Inter Panamericanos en Cali, en el que participaron atletas de América Latina.
El momento positivo que más ha marcado a Sandra fue el nacimiento de su hija, pues le ha dado felicidad y orgullo. La niña, como ella lo menciona, es una buena chica y tiene buenos principios, los que hacen que Sandra crezca como mamá y como persona.
Red de mujeres y agentes preventivas contra el abuso sexual, en jornada de siembra.
Sandra vive con su hija de quince años, y Ana, una hermana de corazón, pues Sandra fue hija única. Siempre trata de reflejar en su hogar actual todos los valores que le inculcaron en su hogar cuando era una niña. Esos valores son el respeto, la solidaridad, el amor por la humanidad y la generosidad. Gloria Ester, su madre, le dio como ejemplo el amor por la hermandad, la empatía, ser amigable y amorosa con los demás, le enseñó que siempre debe tratar de ayudar a quien lo necesite mientras pueda, mientras esté a su alcance.
La forma de empleo que tiene Sandra, es en un local de ropa al que va de tres a cuatro días a la semana, normalmente los miércoles, viernes y sábados. Este local lo tiene junto a su prima Ana, que es más como una hermana para ella, pues se criaron juntas, junto a sus otros tres primos. El negocio está ubicado en una zona comercial de Chapinero, en un centro comercial llamado Supercentro 61, allí, venden ropa para mujer y hombre, el tipo de ropa que se usa diariamente, jeanes, chaquetas, camisetas, blusas, leggins y sudaderas.
Como toda persona, Sandra se equivoca, y tiene aspectos por mejorar, uno de esos es, como ella lo menciona, su parte intelectual, ya que siente que el hecho de no haber estudiado le resta. Y desde el punto de vista de una persona cercana a ella, Yamile, una compañera de trabajo a la que conoció hace aproximadamente cinco años, cree que lo que Sandra debe mejorar es el genio, pues para ella, tiene un carácter fuerte. A pesar de ello, Yamile menciona que Sandra, frente a un problema, siempre trata de ser pacífica y calmada, actuando de forma reguladora, siempre intentando solucionar cualquier problemática por medio del diálogo.
No haber continuado con sus estudios es algo de lo que se arrepiente, “por eso ustedes, como jóvenes, tienen que sacarle provecho al estudio, porque es muy importante. Ahora, si no tienes estudio, no vales nada”, dice con voz reflexiva, como en forma de consejo, especificando la importancia de estudiar un segundo idioma como el inglés. Si Sandra hubiese seguido estudiando, seguramente habría estudiado medicina, pues es algo que tiene como vocación, y las duras pruebas de su vida se lo han resaltado aún más. La enfermedad de su madre Gloria y de su abuela, hicieron que ella se diera cuenta de ese amor hacia esa profesión, ya que, durante ese momento, Sandra fue enfermera de las dos, y ella se “idealizó” con una médica. A Sandra la frase del filósofo Paltón: “Donde quiera que se ama el arte de la medicina, se ama también a la humanidad”, la retrata en varios aspectos.
Yamile y Sandra, compañeras de trabajo y de momentos, quienes se ayudan mutuamente.
Sandra maneja un contraste muy claro entre la tristeza y la felicidad, pues para ella la tristeza se manifiesta en los problemas, en tener que ver a un ser querido triste, que se encuentre mal o pasando por alguna situación difícil, porque esto a ella le genera impotencia, quisiera solucionar todos los inconvenientes. Por eso, el momento más triste y doloroso que Sandra ha tenido a lo largo de su vida, fue el fallecimiento de su abuela. Este suceso ocurrió hace aproximadamente treinta años, y aún lo recuerda con tristeza, porque su abuela era una mujer consentidora, con la que se llevaba bien, y ese dolor se recalcó por el hecho de que por más que ayudara con amor, ahí no podía hacer más.
Si pensamos en talentos, seguramente lo primero que se nos viene a la cabeza es algún arte, la danza, la música, la actuación y la pintura, pero Sandra tiene un talento especial, pues no es de esos talentos de los que todos hablamos, el talento que ella tiene es ser una comerciante. Es buena atrayendo clientes y ofreciendo sus productos, ella siente gusto por vender y comprar. También tiene un especial talento para la madera, pues otro de sus tantos trabajos, fue en una carpintería, ahí lijaba y realizaba juguetes para niños.
Aunque no tenga ningún talento con las artes, sí es una persona que disfruta de ellas. Para Sandra es un placer ir al (FITB) Festival Iberoamericano de Teatro cada dos años, un evento cultural originado en Bogotá, ya que esta ciudad se considera la “capital del teatro”, le encanta ver teatro callejero, y le gusta más ver actuar en teatro que en cine. Disfruta de la música antigua, y le gustan las letras de las canciones de Alcy Acosta y Julio Jaramillo, pues para ella, la música de antes era mejor, tenía una letra más “profundas”.
El futuro para Sandra es muy valioso, por eso, sus deseos son tener una vida tranquila, seguir con su trabajo y tener una vivienda, lo cual ya ha estado planeando desde hace un tiempo por medio del ahorro. “Yo no tengo ambiciones de tener mucho dinero, para mí lo más importante es estar tranquila”. Comparte ese futuro con su hija, a quien le tiene planeado que viaje, que conozca, que estudie inglés y que estudie la carrera que ella quiera. Le faltan dos años para salir del colegio, y la quiere apoyar en todos sus propósitos, metas y sueños.
Sandra muestra con orgullo su diploma, que da cuenta de su proceso de formación.
Para su compañera de trabajo Yamile, Sandra es una buena amiga, buena consejera, buena persona, es una mujer con muchas cualidades. Ellas comparten gran parte de su tiempo, pues el horario de sus negocios es extenso, va de nueve de la mañana a ocho de la noche. Y aunque son locales diferentes, mientras se puedan colaborar con cualquier cosa, lo harán con mucho gusto.
Ana es la prima hermana de Sandra, más hermana que prima. La relación entre las dos es buena. Para Ana, Sandra es solo corazón, ella es muy servicial, muy dada a ayudar a las personas. Como momento especial juntas, recuerda la reunión de celebración de quince años de su hija, pues fue un momento lindo, lleno de sorpresas, ya que los planes cambiaron un poco. Su hermana también expresa que Sandra no es una persona rencorosa, ni orgullosa, en realidad es una mujer ejemplar. Las reuniones familiares son momentos únicos, tanto para Ana como para Sandra, porque concuerdan en que la familia es lo más importante. Siempre está ahí a pesar de todo. Y como “debilidad”, según Ana, Sandra no es muy buena cocinera, “sabe, pero lo podría mejorar”, expresa con una mirada pícara.
Renacer llegó a la vida de Sandra hace poco tiempo, pero ya ha tenido un impacto en su vida. Así como en la vida de muchas mujeres y jóvenes, pues la fundación, a partir del año 1988, desarrolla procesos de atención integral a niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de explotación sexual comercial, desde una perspectiva de la promoción, garantía y restauración de sus derechos. Además, está comprometida con la investigación y la prevención de esta problemática en Colombia.
La fundación es una organización social que tiene como objetivo contribuir a la erradicación de la ESCNNA (la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes), mediante alternativas de acompañamiento y atención integral a las víctimas, con capacitación y asesoría, desde la perspectiva de protección, defensa y restitución de los derechos de la niñez. Aparte de brindar ayudas profesionales a las víctimas, también se hacen eventos, como ferias gastronómicas o artesanales, en donde cada mujer muestra sus productos, hacen también la temporada de siembra en la alcaldía de La Candelaria, que consiste en arreglar y organizar el mural de la mujer y sembrar plantas alrededor del mismo.
Ana, prima de Sandra, a quien ama y ve como una hermana.
En primer momento, Sandra no tuvo una motivación “real” para ser parte de la fundación Renacer, pues no fue algo que estuviera buscando, simplemente se presentó en su camino esa oportunidad: “Fue gracias a la invitación de mi amiga Martha. Íbamos de afán, pero entré, y luego de un tiempo todo me pareció espectacular”.
Lo primero que sintió cuando entró a la fundación por primera vez, fue el de un poco de “mamera”, por el tema de tener que estar en charlas y eventos, pero ese pensamiento ha evolucionado, ya que, con el paso del tiempo, se fue apropiando más con la fundación y con la labor que ejercen hacia la comunidad, así que le empezó a gustar cada vez más. “Ahora vengo con agrado y soy partícipe de todas las reuniones y eventos que hay”, y, “cuando me gradué de lo que hice en Renacer, sentí una emoción muy grande, fue algo muy chévere, me sentí feliz”, menciona con amor y alegría. En Renacer Sandra lleva un poco más de un año.
Magdalena es una de las mujeres que, como Sandra, hacen parte de la red de mujeres de La Candelaria. Como todos, concuerda en que Sandra es una persona muy humanitaria, solidaria, servicial e incondicional. Menciona que cuando están realizando alguna feria, ella le ayuda mucho con sus productos a ubicar las cosas, que no cargue nada. La empatía es lo de Sandra, en lo que pueda ayudar, lo hace. “No siento que Sandra tenga algo por mejorar, ella tiene muy buenas acciones para con los demás. Debemos mejorar nosotros, y agradecerle”, menciona con un tono reflexivo.
Para Sandra, la fundación ha aportado significantemente en su vida, pues Renacer está en la Casa de la Igualdad de Oportunidades para las Mujeres. En este lugar se enfocan principalmente en los derechos de ellas, que son el derecho a una cultura y comunicación libres de sexismo, a una educación con equidad, a un hábitat y vivienda digna, a la participación y representación, a la paz y a la convivencia con equidad de género, a la salud plena, al trabajo en condiciones de igualdad y dignidad y a la vida libre de violencias. En la fundación se brinda orientación y asesorías socio jurídicas, psicosocial y se realizan actividades para conocer nuestros derechos.
Ana, prima de Sandra, a quien ama y ve como una hermana.
Lo que a ella le ha gustado más, han sido las convocatorias, los diálogos, la unión y la posibilidad para “protestar”, para hacerse escuchar, el hecho de poder darle voz a quienes ya no tienen, pues como dice uno de las frases que hacen parte de la decoración de la Casa de la Igualdad, “cuando una mujer da un paso, todas avanzamos”, ella es una mujer líder, el hacer que se defiendan los derechos de la mujer, y los derechos a la vida. Esta fundación aportó a Sandra en la forma en que piden por sus derechos.
Sin pensarlo dos veces, ella invitaría a todo el que pueda a ser parte de Renacer. Haría una convocatoria a varias personas, no solo mujeres o jóvenes, abarcaría una población más grande, porque la problemática que se maneja en la fundación les compete a todos, y buscaría un lugar de participación para que haya una alianza, y que así, conformen un grupo, y una red de mujeres aún más grande a la que ya hay, pues se tiene en cuenta, que la Casa de la Igualdad de La Candelaria no es la única que existe.
Hay veinte casas en total, ubicadas en diferentes localidades de la ciudad de Bogotá. Sandra no lleva mucho tiempo en la fundación, pero no se quiere estancar en donde está en este momento, ella quiere crecer cada vez más, quiere que los objetivos de Renacer sean conocidos por más personas, “pues este tipo de lugares que brindan ayuda, están un poco ocultos, y casi no son conocidos por los ciudadanos”, ella está consciente de que debe permanecer durante mucho tiempo, y enfocarse para lograr sus objetivos. Renacer, la Casa de la Igualdad y la Alcaldía Local, son las “cabezas” de los proyectos enfocados en realizar eventos para seguir apoyando la prevención contra el abuso sexual.
Otro tipo de alternativas que Sandra plantea para prevenir este tipo de delitos, es que debemos estar alerta con la comunidad, en cursos, en charlas, en eventos, y dice que debemos estar más “encima” de los niños y adolescentes, para evitar que sean abusados, siempre se deben estar comunicando los peligros que hay.
Mujeres como Sandra, luchadoras y líderes, brindan sus experiencias y sus historias de vida a la comunidad, para así lograr una erradicación de esta problemática del abuso sexual, mostrándonos más allá, y enseñándonos que sí se puede, y que mientras se tengan claros los objetivos, los jóvenes podrán contar con un futuro más sano y más seguro.