¿Es usted consciente de la exageración publicitaria? Muchas de estas comunicaciones inducen al consumidor al error, casi siempre por falta de información por parte del receptor. Sobre este tema versó la ponencia de Carlos Andrés Arango, profesor adscrito al Programa de Publicidad, titulada "Tener cosas en las que no creer: la innegable ligereza del internet", en el marco del XII Congreso Internacional sobre Tecnología, Conocimiento y Sociedad, organizado por la Universidad de Buenos Aires, Argentina, el pasado 18 y 19 de febrero. El evento, contó con la participación de algunos de los pensadores y de los profesionales más importantes del mundo en este campo.
El Congreso estaba dirigido a técnicos, tecnólogos, ingenieros, sociólogos y humanistas interesados en el impacto social de la tecnología y en la reflexión sobre el sentido de lo tecnológico. En ese escenario, se examinó la naturaleza de las nuevas tecnologías, su relación con la comunidad, su uso como herramienta para el aprendizaje y su lugar en una sociedad del conocimiento.
La ponencia. que fue aprobada por la Comisión organizadora del Congreso, surgió a partir de una investigación presentada en la Maestría en Publicidad y un artículo científico próximo a publicarse. Acogiéndose a la línea estratégica de Utadeo internacional, el profesor fue enviado como único representante a este prestigioso evento de investigación académica, que ya cumple 12 años.
Su ponencia planteó que estamos frente a la difusión de información de dudosa procedencia, en ocasiones falsa, que es presentada con ropajes de seriedad, al tiempo que el desconocimiento es la puerta por donde esa idea entra y lleva al navegante a la equivocación. Esta situación demanda del receptor cierto nivel cultural que le permita interpretar la información, para evitar ser engañado, teniendo en cuenta que para considerarla mentirosa no es necesaria la existencia del daño o el perjuicio.
El profesor, citando a Jean Baudrillard en su libro “La ilusión vital”, se preguntó acerca del simulacro como un fenómeno donde no se reconoce si realmente algo ha tenido lugar o no en la realidad, especialmente en el apogeo de los grandes flujos de información: “esta situación nos exige repensar la comunicación publicitaria, porque a pesar de sus beneficios, es necesario estar revisándola de manera constante para así detectar fallas, oportunidades y entender donde están esos claroscuros que transgreden la moral, debido a que la línea entre lo real y lo ficticio es muy delgada. Muchos de los receptores creen que todo es verdad, porque lo ambiguo, lo confuso y lo dudoso hace parte hoy de la comunicación. Actualmente no hay diferencia entre la exageración y la ficción, porque nos estamos acostumbrando primero a mentir y luego a admitir la verdad”, enfatizó Arango.







