Información general de la asignatura

PENSAMIENTO AMBIENTAL

  • 008870
  • ÁREA ACADÉMICA CIENCIAS BIOLÓGICAS Y AMBIENTALES

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

PRESENTACION

Las grandes invenciones tecnológicas de la Revolución Neolítica fueron, cronológicamente: la domesticación de animales, la agricultura y la fundición de los metales. Y tuvieron, como sus más importantes consecuencias sociales, que el hombre se asentara en un lugar fijo y se iniciara el surgimiento de las ciudades, un gigantesco incremento de la población, la aparición de la escritura y la división del trabajo.
Con la agricultura surgen grandes impactos negativos sobre la biosfera, pues su desarrollo permitió el crecimiento demográfico sin precedentes, condicionando las estructuras sociales que le sucedieron. Su progresiva implementación conllevó a que los biomas naturales fueron paulatinamente sustituidos por pastizales, plantaciones forestales y monocultivos, llegando a remplazar la diversidad de las comunidades vegetales naturales por un pequeño número de especies de cultivo convenientes para la alimentación humana, conllevando a la deforestación, la devastación de inmersos territorios, degradación del suelo, desertificación y acelerados procesos de contaminación.
Finalmente, con la revolución industrial se introducen nuevas técnicas industriales y agrícolas, incrementadas casi que sin parar, con impactos sobre los ecosistemas, que parecen irreversibles y que sumariamente proceden de tres fuentes de perturbación: [1] reducción de la biocenosis de los medios explotados por el hombre; [2] ruptura del ciclo de la materia por la producción de desechos no biodegradables y [3] modificación de los flujos de energía.
Hay un trasfondo en todos estos hechos y fue que la humanidad durante mucho tiempo considerara que los recursos naturales renovables eran infinitos, pero las evidencias dieron lugar a establecer científicamente y de manera tardía que era una premisa falsa, que poco convencía -y convence a las instancias políticas y económicas-, ante lo cual surgieron múltiples foros de análisis como el Club de Roma, que en 1970 publicó el documento «Límites del Crecimiento», que llevó a que en 1987 se produjera el Informe Brundtland [Our Common Future] en donde se enfrenta y contrasta la postura del desarrollo económico con el de la sostenibilidad ambiental, analizando, cuestionando y replanteando las políticas de desarrollo económico globales, reconociendo que el avance social se estaba llevando a cabo a un costo medioambiental alto. Aquí por primera vez se utilizó el término «desarrollo sostenible o desarrollo sustentable», definido como aquel que «satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones».

En ésta misma línea en la «Conferencia de Estocolmo [1972]», se hizo manifiesta la preocupación por la problemática ambiental global, surgiendo lo que se conoce como la «Declaración de Estocolmo», aprobada durante una Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que introdujo en la agenda política internacional la dimensión ambiental como condicionante, proponiendo límites al modelo tradicional de crecimiento económico y del uso de los recursos naturales. Siguiendo la preocupación por el medio ambiente y el sobreaprovechamieto de los recursos naturales y los procesos de contaminación, tuvo lugar en 1992 la «Conferencia de Río» que generó reuniones, en 1997 [Río+5], en Johannesburgo en 2002 [Río+10] que se denominó «Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible» y finalmente en 2012 Río+20 en el 2012, pudiéndose decir que muy poco o casi nada se ha realizado, por lo que en 2016 se han propuesto globalmente «los Objetivos de Desarrollo del Milenio», que con sus 17 objetivos será la agenda para el desarrollo sostenible hasta el año 2030, incluida la Conferencia de París que delineó los compromisos mundiales respecto al Calentamiento Global y el fallido Protocolo de Kyoto, que a 2017 ha sido cuestionado por el presidente de los EE.UU., pero no así por la mayoría de los Gobernadores y aún menos por la Unión Europea.

Para soportar que muy poco se ha avanzado en los temas medioambientales y en superar el desaforado e inequitativo aprovechamiento de los recursos naturales renovables y no renovables, se pueden consignar algunas cifras diagnósticas que son resultado de informes globales y regionales que dan cuenta de ello: [1] aaproximadamente 2500 millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; [2] el consumo de energía en el mundo ha aumentado significativamente desde 1992 y se prevé aumentará a un índice del 2% anual hasta 2020; [3] el consumo de leña se incrementó a medida que aumentó la población. En Asia meridional y sudoriental, unas 2.000 millones de personas utilizan madera y otra biomasa para obtener energía, y en el África subsahariana, más de 500 millones de personas dependen de la leña como fuente de energía; [4] el consumo mundial de combustibles fósiles entre 1992 y 1999 aumentó 10%; [5] el 95% de la energía consumida por el transporte se obtiene del petróleo; [6] el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por las actividades humanas provienen del dióxido de carbono -CO2 -, por la quema de combustibles fósiles; [7] la energía nuclear corresponde al 16% de la generación mundial de electricidad, pero preocupa constantemente la seguridad y la relación costo-beneficio, en particular por el combustible consumido, los desechos radiactivos, el transporte transfronterizo y el destino de las plantas en desuso; [8] en los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia humana con el que se pueda comparar, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible; [9] de los servicios que prestan los ecosistemas aproximadamente el 60% [15 de 24] se están degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes; [10] se han convertido más superficie en tierra laborable desde 1945 que en los siglos XVIII y XIX juntos; [11] los sistemas de cultivo [zonas en las que al menos el 30% del paisaje lo constituyen tierras laborables, agricultura migratoria, producción ganadera intensiva o acuicultura de agua dulce] abarcan en la actualidad una cuarta parte de la superficie terrestre; [12] aproximadamente el 20% de los arrecifes de coral del mundo se perdieron y un 20% más se degradaron en las últimas décadas del siglo XX, y alrededor del 35% de las zonas de manglares se perdió durante ese mismo tiempo; [13] la cantidad de agua embalsada en presas se ha cuadriplicado desde 1960, y la cantidad de agua contenida en embalses es de tres a seis veces mayor que la de los ríos naturales; [14] la toma de agua desde los ríos y lagos se ha duplicado desde 1960; [15] la mayor parte del agua utilizada [el 70% a nivel mundial] se destina a la agricultura que la utiliza insosteniblemente; [16] del total de fertilizantes que contienen nitrógeno sintético [fabricado por primera vez en 1913] utilizado hasta ahora en el mundo, más de la mitad se ha usado desde 1985, por lo que denominada «Revolución Verde» antes que soluciones condujo a mayores problemas medioambientales y de salubridad; [17] desde 1750, la concentración CO2 en la atmósfera ha aumentado alrededor de un 32% [desde unas 280 partes por millón -ppm- ha pasado a 376 ppm en 2003 y a 402 ppm en 2016], sobre todo debido a la utilización de combustibles fósiles y a los cambios en el uso de la tierra, teniendo lugar que aproximadamente el 60% de ese aumento [60 ppm] ocurre desde 1959.
Todo lo anterior se deriva de la presión demográfica, que obliga a excesivos crecimientos urbanos, agrarios e industriales, a fin de satisfacer las necesidades básicas de la población en aumento. Éste crecimiento desmesurado ha motivado la presión excesiva sobre los recursos naturales renovables y no renovables, transformando los ecosistemas, reduciéndolos e impactándolos. En todo esto, hay evidente falta de formación ecológica de la sociedad al aplicar técnicas no apropiadas, al cambiar el uso potencial del suelo y al promover la desmesurada urbanización, lo cual se ve agravado por las políticas globales que forzan procesos productivos a cualquier costo y con evidentes impactos medioambientales.
De ahí, que el surgimiento del pensamiento ambiental, soportado en la concepción amplia del ambiente esté en progreso y en boga. Pues lo ambiental debe empezar en el mundo material y llegar hasta el mundo inmaterial, y viceversa, considerándose como la generación de un estado de conciencia social generalizado, que no acaece, ni se manifiesta en la responsabilidad ambiental a asumir por parte de quienes efectúan actividades extractivas o de quienes impactan de manera directa con sus obras, proyectos o actividades el medio ambiente y el capital natural, lo cual ocurre por la reconocida debilidad institucional global, regional y nacional, y por la inaplicabilidad de la regulación existente.

Tradicionalmente se ha considerado que el ambiente está constituido y referido a los elementos físicos que dan soporte y rodean las actividades humanas. Sin embargo, la noción de ambiente no es ajena a la de sistema, y en éste caso en particular, va más allá de una consideración material [medio ambiente]. Lo ambiental abarca elementos físicos [tierra y naturaleza,] y procesos sociales, políticos, científicos y económicos [seres humanos y cultura], que están relacionados, por lo que nunca deben ser vistos de manera aislada. Con ésta base ampliada de la concepción ambiental, surgen líneas y planteamientos referidos a: [1] el pensamiento complejo y [2] el pensamiento ambiental transdisciplinar, que son posturas científicas y sociales actuales, y esto será lo que se intentará entregar alrededor de los temas tratados en la Cátedra.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
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Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
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Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
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OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
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OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
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OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
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Objetivo general
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OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
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OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
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OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
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OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
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Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

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1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

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Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

OBJETIVO DE APRENDIZAJE

Objetivo general
Con esta asignatura el estudiante interiorizará la importancia de sus rol y capacidad de intervención, como profesional y ciudadano, respecto a los problemas medioambientales que afectan al planeta y en consecuencia al bienestar individual, social y la salud de los ecosistemas.

Objetivos específicos
1. Identificar y conocer las problemáticas ambientales y de su entorno más próximo, y que ameritan planteamiento de soluciones desde el ejercicio disciplinar de cada uno de los estudiantes.
2. Comprender las problemáticas ambientales, todos los elementos y actores involucrados a través de la indagación e investigación de la investigación –fuentes primarias y secundarias-.
3. Generar con base en la selección de una problemática ambiental, local, regional, nacional o global, un diagnóstico –causas y consecuencias-, para al final hacer planteamientos sobre su posible remediación o solución, desde una perspectiva disciplinar, que quedará plasmada en una infografía.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

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 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

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Dinámica de clase/ Metodología

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 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

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 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

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 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

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 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

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 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

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 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

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 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

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 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

 Habrá tres tópicos de evaluación: [1] quices sobre cada una de las Conferencias, en días y horas a acordar y [2] quice semanal sobre la[s] lectura[s].

Dinámica de clase/ Metodología

 Todas las conferencias serán magistrales y abiertas en todo sentido a preguntas y opiniones de parte de los participantes.

 Deberá hacerse la lectura previa del artículo relacionado con la Conferencia Magistral semanal.

 La sesión final será un conversatorio sobre todas conferencias con participación abierta de los estudiantes, convocando expertos en múltiples temas, para así obtener conclusiones relevantes de la Cátedra.

Reconocimiento personería jurídica: Resolución 2613 del 14 de agosto de 1959 Minjusticia.

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