Por Massiel de los Ángeles García Lugo
Dr. Seuss, el maravilloso escritor de cuentos infantiles del siglo XX —y que sin duda tiene ganado mi corazón—, nos ha regalado más de una historia llena de reflexiones, entre ellas: El Lorax. Más de uno ha visto la película, pero, en este caso, hablaremos del libro. Lanzado por primera vez en 1971, El Lorax cautivó a más de un niño y a más de un adulto con su conmovedora historia que dejaba, sin duda alguna, una enseñanza muy profunda.
Los protagonistas de esta triste y maravillosa historia son Ted, El-Una-Vez y El Lorax. Ted va en busca de la última Truffula, el nombre por el cual denominaban a los árboles, y su búsqueda comenzó por saber el motivo que llevó a la extinción total de las Truffulas; es en este momento donde se encuentra con El-Una-Vez, que le explica, detalle a detalle, qué fue lo que sucedió.
Le comenta cómo la ambición por el dinero destruyó por completo la naturaleza, y que a pesar de ser advertido por el guardián de los árboles —autodenominándose ‘el que hablaba por los árboles’—, siguió provocando daños en ella, afirmando: ‘‘Negocio es negocio y el negocio debe crecer sin importar las pequeñeces que puedan ocurrir’’. Cuando el último árbol cayó, el Lorax antes de partir le comentó: ‘‘A menos que’’. A pesar de no entender a lo que se refería, El-Una-Vez había comprendido el daño que tanto había causado, viendo con tristeza el humo en el aire por la contaminación que llevaba por nombre su ambición.
Al finalizar su historia, algo en la cabeza de El-Una-Vez hizo clic, pues ya entendía la última frase que le había comentado el Lorax antes de partir: ‘‘Ahora que tú estás aquí, las palabras del Lorax son muy claras para mí. “A menos que” alguien como tú tome conciencia y un gran respeto, nada pasará’’. Es así como decide entregarle la última semilla de Truffula a Ted, depositando su última esperanza en él para poder crear de nuevo un bosque.
‘‘Siémbrala, la semilla, trátala con cuidado, riégala con agua limpia y aliméntala con aire fresco, cuídala para que crezca un bosque y protégela de las hachas que la puedan dañar. Solo hasta entonces tal vez, el Lorax y todos sus amigos regresen una vez más’’.
¿Dr. Seuss? Un visionario. ¿El Lorax? Un cuento que todas las personas deberían leer sin importar la edad ¿Por qué? Porque es justo y necesario darnos cuenta de la realidad que está frente nuestros ojos; porque… ¿Qué sucederá cuando el último árbol caiga? ¿Se oirá como en el cuento? ‘‘Y en ese preciso momento escuchamos un fuerte golpe, de los campos lejanos vino un triste crujido del hacha cortando un árbol, el último árbol de todos, la última Truffula viva que quedaba en pie’’.
El agua ya es comercializada en envases de plástico —que contaminan más de lo que creemos—; ¿estamos esperando que el aire venga encapsulado en pequeños envases plásticos también? Hoy suena descabellado, ¿pero mañana?