Redacción: Julián Rodrigo Cardozo Salamanca
Ser el puente entre Halloween y las festividades decembrinas al final de año es todo un reto para un mes que es poco reconocido por la gente. Tal como pasa con ese hijo o hija que nace en la mitad de una triada de sucesores en una familia, a este mes se le concede la capacidad de existir, pero a medias. ¿Todos los hijos o hijas del medio existen a medias? Seguramente no, pero en lo poco que llevo de experiencia en esto llamado vida, he escuchado que es una posición de difícil habitad.
Si bien es cierto que en noviembre celebramos la independencia de Cartagena de Indias, que fue un hito gigante en la gesta independentista que se logró para proclamarnos como una nación libre de yugos europeos y celebramos cumpleaños de gente a la cual amamos demasiado; Siempre me ha parecido demasiado extraño como este mes carece de identidad y no he podido dejar de sentirme identificado con eso.
¿Es acaso noviembre un reflejo de la falta de carácter para lograr ser? No lo sé, tal vez alguna de las personas que paseen espontáneamente por estas letras puedan tener lo más parecido a una respuesta, pero por mi parte no puedo llegar si quiera a una opinión consolidada. Es más, pienso que tal vez todas estas características de este mes sin sabor o con pocas expectativas solo sea algo que veo desde una perspectiva egoísta y sobre todo poco objetiva.
A pesar de que busque en muchos la respuesta de esa duda que desde pequeño me abarca ¿Por qué noviembre no existe? Casi nadie logró sí quiera entender el cuestionamiento. Mi intención no fue ser literal o intentar ser un intelectual con poco de esta virtud. Pero poco me hice explicar. Es claro que noviembre existe y habitamos sus 30 días como habitamos los otros 335 o 336 dependiendo del año vivido, con cotidianidad, amor, desamor, hambre, ganas o poca de esta, ilusión, expectativa, trabajo, novios, abrazos, besos, sexo, paz, angustia y un casi infinito etcétera, la pregunta pretendía ir un poco más allá.
Para mí es poco común que un mes, como el que acabamos de vivir, este tan invadido por su predecesor y aún más por su sucesor. Pensando en este tiempo del año como una persona, siento que en su rostro se vería una tristeza infinita y sobre todo una incomodidad digna de un “violinista” que asiste a una cita en pareja para ser testigo de primera mano del amor ajeno. Por ejemplo, la parte física de este mundo se viste con luces de muchos colores y con símbolos que ni siquiera pertenecen a la fecha ¿O acaso no ha visto casas con árboles artificiales de color verde adornando ventanas casi a principio de mes? Nunca lo podre entender.
Para escapar de toda injusticia naturalizada prendo el radio ¿Y a dividen que me encuentro? Las tonadas de una canción muy famosa de una reconocida marca de café que proclama que la navidad es el mejor momento, pero para esta aún falta casi dos meses. Además, siempre he pensado que el niño o niña, la verdad no lo sé con exactitud, que prestó su voz para tan icónico tema de la cultura popular del país, ya no debe ser más un infante y sobre todo deber ser toda una locura escucharse invadiendo gran parte de noviembre y todo diciembre, entre cambio de horas en las estaciones más populares de la frecuencia modular.
Ya lo pasamos y ¿Qué pasó? En mi vida no mucho, he visto envejecer a la gente que adoro y he visto como el tiempo se me escapa entre los dedos, pero en realidad nada extraordinario. En realidad, espero que usted, querido lector, haya tenido un noviembre mucho más significativo y sobre todo que algún hecho, persona o situación marcara este tiempo. Por lo pronto quedan muchas más preguntas que respuestas, tal vez el capitalismo y esta hambre sin capacidad de saciarse para consumir sea la razón de esto que me acongoja, pero quiero creer que esto es más de reflexión y conciencia. Por lo pronto solo podre decir que: Sí quieres saber de olvido, pregúntale a noviembre.
cronica.jpg
