Horticentro de Utadeo, el invernadero más moderno de Colombia

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Es como estar en el “Mercedes Benz” de los invernaderos. Esa es la primera impresión que deja el Horticentro Colombia Holanda, un espacio de demostración e investigación para el agro y la floricultura colombiana dotada con la última tecnología en automatización y monitoreo de fertirriego para cultivos, medición de temperatura y humedad, así como en apertura de ventanas y persianas del invernadero, según las condiciones climáticas del entorno (radiación solar y lluvias), mejorando así, hasta cinco veces la producción en cultivos como el del tomate, primeras plantaciones con las que se trabajará: “La tecnología y el manejo hacen que se pueda extender la vida útil de una planta mucho más tiempo de lo que lo hace un agricultor tradicional. Esto quiere decir, más producción sin renovar el cultivo”, destaca Carlos Bojacá, quien lideró este proyecto desde nuestra Universidad. 

Vista del Horticentro en el Centro de Bio-Sistemas de Utadeo

El espacio, que se terminó de construir en el mes de mayo en el Centro de Bio-Sistemas Alberto Lozano Simonelli, cuenta con un área de aproximadamente 200 metros cuadrados, distribuidos en dos compartimentos independientes que pueden llegar a albergar hasta 216 plantas cada uno. La inversión total fue cercana a los 100.000 euros (unos 340 millones de pesos), financiación que se llevó a cabo en el marco del “Centro de Capacitación y Conocimiento Colombia” (CeCaCoCo), programa de cooperación del Gobierno de Holanda, en el que participan Utadeo, Sáenz Fety y Horti Fresco.

El próximo 21 de junio, la delegación de la Embajada de Holanda en nuestro país, en compañía de la rectora de Utadeo, Cecilia María Vélez, inaugurarán este invernadero que, en una primera fase, servirá para capacitar a cerca de 300 productores de tomate de Boyacá y Cundinamarca, aunque se espera que, a partir del 2019, agricultores y floricultores de todo el país sean partícipes de este espacio.

 

A pocos días de su inauguración, te invitamos a realizar un recorrido por el Horticentro, a través de este especial periodístico.

El cerebro detrás del funcionamiento del Horticentro se encuentra en el cuarto de control, ubicado en un contenedor a las afueras del invernadero. En su interior, alberga dos sistemas. Uno encargado del control de clima, es decir, la regulación de la temperatura y humedad del invernadero, y el otro, de la correcta nutrición de cada una de las plantas, a partir de la mezcla de fertirriego (agua y fertilizante).

Ambos sistemas son dirigidos por computadora, gracias a un software especializado en el que se fijan las condiciones de manejo de clima y nutrición, al tiempo que se monitorea el comportamiento del invernadero, midiendo variables como PH, humedad y temperatura, información captada por los sensores internos en los cultivos y la estación meteorológica que se encuentra en la parte superior, a un extremo, del cuarto de control. Dichos datos le permitirán al especialista en agronomía o técnico de cultivos implementar estrategias para la aplicación de fertirriego, así como acondicionar el cultivo a su temperatura ideal. Adicionalmente, el sistema de control del invernadero puede ser monitoreado y maniobrado remotamente.

Dentro de este sistema de control, también resalta un panel que activa o desactiva los motores internos del invernadero, los cuales permiten la apertura y el cierre de las ventanas y persianas del lugar. Este subsistema funciona de manera automática o manual y se conecta directamente a la computadora.

Para cerrar este primer sistema, se encuentra el cerebro periférico del computador, un procesador gigante encargado de recibir y centralizar las señales provenientes del invernadero (sensores y estación climática) y de enviar las ordenes registrados en la computadora.

Por su parte, el sistema de fertirriego es el más moderno del país, de hecho, a la fecha, solo cinco invernaderos en Colombia manejan un sistema similar, conformado por unos tanques que contienen solución nutritiva concentrada, sustancia necesaria para el crecimiento de las plantas. Cuando el sistema se activa, toma agua filtrada y tratada del tanque de suministro del Centro de Bio-Sistemas y la mezcla con las cantidades de fertilizante programadas. Dicha mezcla ocurre en la máquina de fertirriego, compuesta por una serie de tuberías y válvulas, así como por sensores que miden el PH y la conductividad eléctrica, con el fin de determinar si la solución nutritiva mezclada es la correcta, pues las plantas, al estar en un sustrato hidropónico, son muy sensibles a los cambios nutricionales. 

Sistema de fertirriego

Tanques de fertilizantes

Sensores que miden el PH y la conductividad eléctrica de la mezcla de fertirriego.

Saliendo del cuarto de control, en su parte posterior, se encuentra el tanque de abastecimiento del invernadero, cuya capacidad es cercana a los 13.800 litros. Cerca de él, se ubica la estación meteorológica que registra temperatura, radiación solar, lluvia, velocidad y dirección del viento.

Estación meteorológica

Ya en el interior del invernadero, de estructura metálica y dividido en dos compartimentos que posibilitan un manejo de clima y nutrición diferentes, con el fin de llevar a cabo estudios comparativos sobre productividad, se encuentran siete filas de plantas, cada una de ellas adecuada con un sistema de soporte donde se ubica el sustrato orgánico de fibra de coco, sin nutrientes, sobre el que se encuentran sembradas las plantas. Los soportes cuentan con unas canaletas que conducen el exceso de fertirriego en las plantas, sustancia que actualmente se desecha, pero que, como sostiene Bojacá, la idea es que a futuro pueda ser reutilizada mediante un proceso de desinfección y tratamiento, tal como se hace en Holanda. 

Para regular la temperatura del invernadero, en el cultivo se encuentran instalados dos sensores, uno que mide la temperatura del aire y otro que realiza un cálculo matemático para determinar la humedad relativa. Dicha información es enviada al centro de control para decidir sobre la apertura y dirección del techo y las ventanas. De esta manera, cuando la radiación solar supera los límites de temperatura programados, las ventanas del techo del invernadero se abren, mientras que cuando llueve, estas se cierran. Para el caso, la radiación se está utilizando como una estrategia de riego, pues cuando esta se acumula en el cultivo, la orden es que se aplique agua a las plantas.

Sensores al interior del invernadero

Precisamente, el fertirriego llega a cada una de las plantas a través de un gotero, que entrega el agua con la solución de fertilizante programado. Sin embargo, para garantizar que esté llegando la mezcla necesaria, se realiza una medida de control directo, que consiste en un gotero independiente para el cálculo de riego real y drenado. Este tipo de monitoreo es el único que se realiza manualmente.

Cada planta cuenta con un gotero, el cual suministra el fertirriego.

Con el fin de estabilizar las plantas y direccionarlas en su crecimiento, que puede tardar de ocho a diez meses, los investigadores trabajan con un sistema de tutorado, que consiste en fijar unas cuerdas finas en las que estas se enrollan. De esta manera, la fibra se descuelga a medida que la planta crece, brindándole espacio y direccionando los tallos hacia los soportes.

Por su parte, en el techo, se encuentran ubicados dos motores que controlan la apertura y cierre de las ventanas, fabricadas en plástico más grueso que el que tradicionalmente se usa, garantizando así su durabilidad y mayor captación del calor.

Un motor más hace lo propio con las pantallas o telas que regulan en el día la radiación, extendiéndose para que el invernadero no se caliente. Finalmente, se encuentra un motor que controla las persianas laterales del invernadero, fabricadas en fibra de aluminio, cuya función es que, a modo de una cobija, se bajen para conservar la temperatura durante la noche: “Climas como el de la Sabana de Bogotá no son los adecuados para el cultivo de tomate. El Horticentro permitiría mantener estables la temperatura en el día y la noche. Actualmente el tomate se produce en la zona, pero el rendimiento es bajo y el tiempo es largo”, sostiene Bojacá.

Con el fin de obtener agua de calidad para las plantas, luego de tres meses de mantenimiento general, el reservorio del Centro de Bio-Sistemas se encuentra en optimas condiciones. Durante este tiempo, se cambió la membrana y se retiró el lodo del fondo de este deposito de agua. Así mismo se instalaron una nueva geo membrana y filtros de purificación de este líquido, que retienen partículas físicas, químicas y microbiológicas. Esta agua, originaria del nacedero de “La Mana”, pasa por unos tanques donde se lleva a cabo el filtrado, y luego de ello, pasa al reservorio, y de allí, a todos los invernaderos del Centro de Bio-Sistemas.

Antes y después del reservorio de aguas del Centro de Bio-Sistemas Alberto Lozano Simonelli (Desliza la flecha para ver el cambio)

Como parte de las investigaciones que se desarrollarán en el Horticentro, se encuentra el manejo integrado de plagas, sistemas que combinan aplicaciones biológicas, químicas y extractos vegetales. Una trampa con feromonas sexuales se encuentra instalada en el invernadero, la cual expele el olor y atrae a machos y hembras de Tuta absoluta (polilla de tomate), atrapándolas gracias a una membrana compuesta por pegamento. A estas técnicas se les conoce como control etológico.

Trampa del insecto Tuta absoluta (polilla de tomate)

Finalmente, se tiene planeado construir un área de desinfección en la entrada del Horticentro, con el fin de que no ingrese o se transfiera a este espacio algún patógeno o plaga pueda afectar el cultivo: “Esto nos sirve como modelo para que los agricultores lo apliquen, pues muchas veces a través del cuerpo, ropa o cabello se pueden transferir estos organismos”, puntualiza Luz Stella Fuentes, directora del Centro de Bio-Sistemas Alberto Lozano Simonelli. El área contaría con elementos de protección como batas desechables, gorros, tapabocas y polainas, así como con un centro de nebulización con agua especial, lavamanos y polvo desinfectante para los pies.

Luz Stella Fuentes, directora del Centro de Bio-Sistemas de Utadeo, y Carlos Bojacá, líder ejecutor del proyecto Horticentro de Utadeo.

Por: Emanuel Enciso Camacho

Fotografías: Alejandra Zapata

Oficina de Comunicación Utadeo

Horticentro de Utadeo, el invernadero más moderno de Colombia

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Horticentro de Utadeo, el invernadero más moderno de Colombia
Miércoles, Junio 6, 2018
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Con una inversión cercana a 100.000 euros, el Gobierno de Holanda donó este invernadero que cuenta con tecnología de punta en fertirriego y medición de condiciones climáticas. El próximo 21 de junio será inaugurado.

Es como estar en el “Mercedes Benz” de los invernaderos. Esa es la primera impresión que deja el Horticentro Colombia Holanda, un espacio de demostración e investigación para el agro y la floricultura colombiana dotada con la última tecnología en automatización y monitoreo de fertirriego para cultivos, medición de temperatura y humedad, así como en apertura de ventanas y persianas del invernadero, según las condiciones climáticas del entorno (radiación solar y lluvias), mejorando así, hasta cinco veces la producción en cultivos como el del tomate, primeras plantaciones con las que se trabajará: “La tecnología y el manejo hacen que se pueda extender la vida útil de una planta mucho más tiempo de lo que lo hace un agricultor tradicional. Esto quiere decir, más producción sin renovar el cultivo”, destaca Carlos Bojacá, quien lideró este proyecto desde nuestra Universidad. 

Vista del Horticentro en el Centro de Bio-Sistemas de Utadeo

El espacio, que se terminó de construir en el mes de mayo en el Centro de Bio-Sistemas Alberto Lozano Simonelli, cuenta con un área de aproximadamente 200 metros cuadrados, distribuidos en dos compartimentos independientes que pueden llegar a albergar hasta 216 plantas cada uno. La inversión total fue cercana a los 100.000 euros (unos 340 millones de pesos), financiación que se llevó a cabo en el marco del “Centro de Capacitación y Conocimiento Colombia” (CeCaCoCo), programa de cooperación del Gobierno de Holanda, en el que participan Utadeo, Sáenz Fety y Horti Fresco.

El próximo 21 de junio, la delegación de la Embajada de Holanda en nuestro país, en compañía de la rectora de Utadeo, Cecilia María Vélez, inaugurarán este invernadero que, en una primera fase, servirá para capacitar a cerca de 300 productores de tomate de Boyacá y Cundinamarca, aunque se espera que, a partir del 2019, agricultores y floricultores de todo el país sean partícipes de este espacio.

 

A pocos días de su inauguración, te invitamos a realizar un recorrido por el Horticentro, a través de este especial periodístico.

El cerebro detrás del funcionamiento del Horticentro se encuentra en el cuarto de control, ubicado en un contenedor a las afueras del invernadero. En su interior, alberga dos sistemas. Uno encargado del control de clima, es decir, la regulación de la temperatura y humedad del invernadero, y el otro, de la correcta nutrición de cada una de las plantas, a partir de la mezcla de fertirriego (agua y fertilizante).

Ambos sistemas son dirigidos por computadora, gracias a un software especializado en el que se fijan las condiciones de manejo de clima y nutrición, al tiempo que se monitorea el comportamiento del invernadero, midiendo variables como PH, humedad y temperatura, información captada por los sensores internos en los cultivos y la estación meteorológica que se encuentra en la parte superior, a un extremo, del cuarto de control. Dichos datos le permitirán al especialista en agronomía o técnico de cultivos implementar estrategias para la aplicación de fertirriego, así como acondicionar el cultivo a su temperatura ideal. Adicionalmente, el sistema de control del invernadero puede ser monitoreado y maniobrado remotamente.

Dentro de este sistema de control, también resalta un panel que activa o desactiva los motores internos del invernadero, los cuales permiten la apertura y el cierre de las ventanas y persianas del lugar. Este subsistema funciona de manera automática o manual y se conecta directamente a la computadora.

Para cerrar este primer sistema, se encuentra el cerebro periférico del computador, un procesador gigante encargado de recibir y centralizar las señales provenientes del invernadero (sensores y estación climática) y de enviar las ordenes registrados en la computadora.

Por su parte, el sistema de fertirriego es el más moderno del país, de hecho, a la fecha, solo cinco invernaderos en Colombia manejan un sistema similar, conformado por unos tanques que contienen solución nutritiva concentrada, sustancia necesaria para el crecimiento de las plantas. Cuando el sistema se activa, toma agua filtrada y tratada del tanque de suministro del Centro de Bio-Sistemas y la mezcla con las cantidades de fertilizante programadas. Dicha mezcla ocurre en la máquina de fertirriego, compuesta por una serie de tuberías y válvulas, así como por sensores que miden el PH y la conductividad eléctrica, con el fin de determinar si la solución nutritiva mezclada es la correcta, pues las plantas, al estar en un sustrato hidropónico, son muy sensibles a los cambios nutricionales. 

Sistema de fertirriego

Tanques de fertilizantes

Sensores que miden el PH y la conductividad eléctrica de la mezcla de fertirriego.

Saliendo del cuarto de control, en su parte posterior, se encuentra el tanque de abastecimiento del invernadero, cuya capacidad es cercana a los 13.800 litros. Cerca de él, se ubica la estación meteorológica que registra temperatura, radiación solar, lluvia, velocidad y dirección del viento.

Estación meteorológica

Ya en el interior del invernadero, de estructura metálica y dividido en dos compartimentos que posibilitan un manejo de clima y nutrición diferentes, con el fin de llevar a cabo estudios comparativos sobre productividad, se encuentran siete filas de plantas, cada una de ellas adecuada con un sistema de soporte donde se ubica el sustrato orgánico de fibra de coco, sin nutrientes, sobre el que se encuentran sembradas las plantas. Los soportes cuentan con unas canaletas que conducen el exceso de fertirriego en las plantas, sustancia que actualmente se desecha, pero que, como sostiene Bojacá, la idea es que a futuro pueda ser reutilizada mediante un proceso de desinfección y tratamiento, tal como se hace en Holanda. 

Para regular la temperatura del invernadero, en el cultivo se encuentran instalados dos sensores, uno que mide la temperatura del aire y otro que realiza un cálculo matemático para determinar la humedad relativa. Dicha información es enviada al centro de control para decidir sobre la apertura y dirección del techo y las ventanas. De esta manera, cuando la radiación solar supera los límites de temperatura programados, las ventanas del techo del invernadero se abren, mientras que cuando llueve, estas se cierran. Para el caso, la radiación se está utilizando como una estrategia de riego, pues cuando esta se acumula en el cultivo, la orden es que se aplique agua a las plantas.

Sensores al interior del invernadero

Precisamente, el fertirriego llega a cada una de las plantas a través de un gotero, que entrega el agua con la solución de fertilizante programado. Sin embargo, para garantizar que esté llegando la mezcla necesaria, se realiza una medida de control directo, que consiste en un gotero independiente para el cálculo de riego real y drenado. Este tipo de monitoreo es el único que se realiza manualmente.

Cada planta cuenta con un gotero, el cual suministra el fertirriego.

Con el fin de estabilizar las plantas y direccionarlas en su crecimiento, que puede tardar de ocho a diez meses, los investigadores trabajan con un sistema de tutorado, que consiste en fijar unas cuerdas finas en las que estas se enrollan. De esta manera, la fibra se descuelga a medida que la planta crece, brindándole espacio y direccionando los tallos hacia los soportes.

Por su parte, en el techo, se encuentran ubicados dos motores que controlan la apertura y cierre de las ventanas, fabricadas en plástico más grueso que el que tradicionalmente se usa, garantizando así su durabilidad y mayor captación del calor.

Un motor más hace lo propio con las pantallas o telas que regulan en el día la radiación, extendiéndose para que el invernadero no se caliente. Finalmente, se encuentra un motor que controla las persianas laterales del invernadero, fabricadas en fibra de aluminio, cuya función es que, a modo de una cobija, se bajen para conservar la temperatura durante la noche: “Climas como el de la Sabana de Bogotá no son los adecuados para el cultivo de tomate. El Horticentro permitiría mantener estables la temperatura en el día y la noche. Actualmente el tomate se produce en la zona, pero el rendimiento es bajo y el tiempo es largo”, sostiene Bojacá.

Con el fin de obtener agua de calidad para las plantas, luego de tres meses de mantenimiento general, el reservorio del Centro de Bio-Sistemas se encuentra en optimas condiciones. Durante este tiempo, se cambió la membrana y se retiró el lodo del fondo de este deposito de agua. Así mismo se instalaron una nueva geo membrana y filtros de purificación de este líquido, que retienen partículas físicas, químicas y microbiológicas. Esta agua, originaria del nacedero de “La Mana”, pasa por unos tanques donde se lleva a cabo el filtrado, y luego de ello, pasa al reservorio, y de allí, a todos los invernaderos del Centro de Bio-Sistemas.

Antes y después del reservorio de aguas del Centro de Bio-Sistemas Alberto Lozano Simonelli (Desliza la flecha para ver el cambio)

Como parte de las investigaciones que se desarrollarán en el Horticentro, se encuentra el manejo integrado de plagas, sistemas que combinan aplicaciones biológicas, químicas y extractos vegetales. Una trampa con feromonas sexuales se encuentra instalada en el invernadero, la cual expele el olor y atrae a machos y hembras de Tuta absoluta (polilla de tomate), atrapándolas gracias a una membrana compuesta por pegamento. A estas técnicas se les conoce como control etológico.

Trampa del insecto Tuta absoluta (polilla de tomate)

Finalmente, se tiene planeado construir un área de desinfección en la entrada del Horticentro, con el fin de que no ingrese o se transfiera a este espacio algún patógeno o plaga pueda afectar el cultivo: “Esto nos sirve como modelo para que los agricultores lo apliquen, pues muchas veces a través del cuerpo, ropa o cabello se pueden transferir estos organismos”, puntualiza Luz Stella Fuentes, directora del Centro de Bio-Sistemas Alberto Lozano Simonelli. El área contaría con elementos de protección como batas desechables, gorros, tapabocas y polainas, así como con un centro de nebulización con agua especial, lavamanos y polvo desinfectante para los pies.

Luz Stella Fuentes, directora del Centro de Bio-Sistemas de Utadeo, y Carlos Bojacá, líder ejecutor del proyecto Horticentro de Utadeo.

Por: Emanuel Enciso Camacho

Fotografías: Alejandra Zapata

Oficina de Comunicación Utadeo

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