¿Pagar por contaminar? El presente de la lucha contra el cambio climático
Hoy en día se vienen emprendiendo diferentes esfuerzos para reducir el impacto negativo de las actividades humanas sobre el planeta. Los impuestos verdes son una de esas iniciativas, y dado que tiene que ver directamente con la esfera económica, ha sido puesta en marcha en distintas latitudes con resultados positivos.
El 22 de marzo en la Universidad Jorge Tadeo Lozano tuvo lugar el quinto Green Lunch, en donde se discutió en torno a los impuestos verdes, sus características, fortalezas, retos y algunas perspectivas sobre su futuro.
Los impuestos verdes son parte del conjunto de políticas e instrumentos gestados a propósito de la preocupación de la comunidad internacional por el futuro del planeta y todas sus formas de vida.
Para Fabián Cárdenas, profesor del Departamento de Ciencias Jurídicas de Utadeo, “ha sido en los espacios de deliberación internacional en donde dichas ideas han tomado más fuerza y han motivado a la creación de medidas concretas para estimular el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Milenio”.
De acuerdo con el profesor, los impuestos verdes, por un lado, buscan gravar algunas de las actividades de los actores más contaminantes para invertir esos recursos en el estudio y la conservación de nuestros bienes comunes. Por el otro, esperan reconocer las buenas prácticas de aquellos actores que adapten sus procesos para que sean lo más sostenibles posibles.
La implementación de dichos impuestos en Colombia es muy reciente. En nuestro caso, la DIAN ha sido la institución encargada de llevar a cabo el desarrollo de dichas medidas desde la promulgación de la ley 1819 de 2016, en donde quedaron estipuladas las medidas relacionadas con los impuestos verdes.
Luis Plaza, delegado de la DIAN, compartió los resultados de la implementación de la medida y explicó el funcionamiento de la ley. Según los informes, el impacto ha sido positivo, tanto en términos monetarios como en el tránsito hacia la sostenibilidad, y ha sido bien recibido por las empresas y las personas. Un ejemplo exitoso de la medida es la significativa disminución del consumo de bolsas plásticas en el país.
Por su parte, Clara Gómez, especialista en sector financiero y cambio climático de WWF Colombia (World Wildlife Fund), comentó que por medio de ese tipo de instrumentos tributarios es posible ir demarcando el camino que deben recorrer todas las empresas hacia la sostenibilidad sin que ello signifique descuidar sus actividades productivas.
Federico López, uno de los socios fundadores de CO2CERO, compartió su experiencia en torno a la reforestación y la comercialización de bonos de carbono. Un bono de carbono es uno de los instrumentos internacionales que buscan compensar y/o reducir la emisión de dióxido de carbono por parte de los principales actores contaminantes, es decir, las empresas. Quien quiera acceder a los beneficios tributarios, en pocas palabras, debe comprar el equivalente en bonos a las emisiones producidas por sus actividades, y así lograr contribuir hacia la construcción de buenas prácticas empresariales dirigidas específicamente hacia la consolidación de una cultura de sostenibilidad productiva.
A pesar de lo anterior, es importante tener en cuenta que existe un relativo consenso en que los impuestos verdes no van a solucionar un problema tan complejo como el cambio climático y todos sus efectos, así como que no resultaría realista despreciar los resultados positivos que hasta este momento ha obtenido.
Si bien los impuestos son una medida económica que intenta reparar los efectos de un modo de producción que tiene como finalidad el crecimiento económico, no es una medida definitiva sino debe ser entendida como una parte de un conjunto de medidas que tienden hacia la sostenibilidad, y debe ser evaluada como tal.
