Jaime Bonilla recuerda la primera vez que sus ojos contemplaron la magia, biodiversidad y riqueza natural y étnica del Chocó, considerado uno de los lugares con mayor diversidad biológica en el mundo, y con una ecoregión que posee los más altos índices de precipitaciones en el planeta. Corría el año 1977 cuando Bonilla, recién egresado del programa de Comunicación Social – Periodismo de Utadeo, avistó la majestuosidad del Río Atrato, el cual recorrió junto con la entonces gobernadora de Chocó, Luz González. Para esa época tenía 30 años y era camarógrafo del noticiero de Cinevisión. Allí, por primera vez escuchó hablar del borojó, una fruta autóctona del occidente colombiano, famosa por sus propiedades medicinales y afrodisiacas.
Aunque ya perdió la cuenta, el tadeísta ha viajado aproximadamente ocho veces a este departamento, realizando diferentes proyectos audiovisuales. El más reciente es el que emprendió el 19 de septiembre, a las 3:50 p.m., hora en la que partió del Aeropuerto El Dorado con destino a Pereira, y luego a Nuquí, junto con los profesores Leonardo Otálora y Guillermo López, así como con un grupo de dos administrativos de la Escuela de Publicidad y ocho estudiantes del semillero Alma de la Tierra Chocó y del programa de Cine y Televisión, en el marco de la expedición “Chocó tiene la palabra”.
Los profesores Leonardo Otálora, Jaime Bonilla y Guillermo López encabezan esta expedición al Chocó, en el marco de Alma de la Tierra 2017.
El viaje de estos tadeístas tendrá como propósito visibilizar las principales problemáticas y dinámicas sociales, así como la aproximación a la cultura, los valores, la economía, y principalmente, la relación con el territorio y el agua que poseen los indígenas Embera Katío y los afro descendientes, considerados los dos grupos étnicos principales del departamento.
Como parte del trabajo interdisciplinar entre los programas de Publicidad y Biología Ambiental, los investigadores tomarán muestras a las aguas del río Atrato en diferentes tramos del recorrido, con el fin de analizar en laboratorio su nivel de contaminación con metales pesados como el mercurio, y así determinar posibles acciones para mejorar el consumo del líquido por parte de los habitantes del lugar y los demás seres vivos que conforman el ecosistema.
Los expedicionarios hablaron con Expeditio Digital antes de partir con rumbo a Pereira, y luego a Nuquí.
Ya hay un terreno abonado. En la segunda semana de junio, los investigadores viajaron a Quibdó con el fin de generar un primer acercamiento con los lideres comunitarios indígenas y afro, al tiempo que establecieron vínculos con instituciones locales como la Procuraduría de la capital del Chocó, Pastoral Social, la Universidad Tecnológica de Chocó, la Universidad Claretiana (Ucla) y Cocomasia, asociación que agrupa la mayor parte de las negritudes del Pacífico colombiano. El viaje les permitió hacer un mapeo de las temáticas y categorías que abordarán en el trabajo de campo de la expedición.
En un segundo viaje, realizado en el mes de agosto, los expedicionarios conocieron de primera mano algunas prácticas ancestrales de los pueblos afordescendientes que habitan el departamento, entre ellos la pesca.
La travesía iniciará en Nuquí, y finalizará en Urabá el próximo 2 de octubre. En este viaje, como lo relatan los investigadores, es vital el apoyo que brindarán el Ministerio del Interior y la Armada Nacional, quienes proporcionarán el transporte por aire, mar y tierra a nuestros expedicionarios.
Tras las huellas de la expedición
El viaje al Chocó estará dividido en cinco etapas, con miras a retratar gran parte de la riqueza del departamento y de sus habitantes, a través de un documental que será exhibido en octubre próximo como eje central de Alma de la Tierra 2017, evento bandera de la Escuela de Publicidad desde hace cinco años.
Los expedicionarios, afines a la misión de Utadeo inspirada en la Expedición Botánica, desarrollarán un trabajo con los Embera Katío en el Parque Nacional de Utría, en inmediaciones a Nuquí. El 21 de septiembre visitarán la etno-aldea Embera Kipara-te, y vía fluvial llegarán hasta los asentamientos Embera de Jurubidá, centro de actividades asociadas a sus creencias religiosas.
Posteriormente, navegarán por el Pacífico chocoano hasta llegar a Bahía Solano. Probablemente se hará un registro a uno de los fenómenos biológicos más bellos de este océano: la llegada de las ballenas jorobadas a las aguas colombianas, cuyos sonidos servirán como inspiración para el concierto que Marta Zen y el científico Jorge Reynolds, reconocido mundialmente por captar el sonido del corazón de estos mamíferos, llevarán a cabo en el evento de Alma de la Tierra.
De vuelta a Quibdó, hablarán con la comunidad afrochocoana. Allí permanecerán tres días haciendo entrevistas a líderes de organizaciones y asociaciones que trabajan por las comunidades tanto Emberas como afros. En esta tercera etapa, los expedicionarios bajarán hasta Itsmina y la vertiente del Rio San Juan, donde se presume se encuentran los orígenes de la cultura Embera.
Tras volver a la capital chocoana, los tadeístas seguirán la ruta que les fije el Río Atrato hasta llegar a su cauce en el mar. Allí visitarán Cacarica, especialmente el Parque Nacional Katíos. Durante el recorrido se detendran en algunas comunidades para recoger testimonios sobre la realidad actual del rio Atrato, al tiempo que se apoyarán en los estudios hechos por el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico, acerca del estado de contaminación en el que se encuentra este afluente, asociado a la explotación legal e ilegal del oro y la madera.
Finalmente, el equipo de grabación filmará la riqueza hídrica del Chocó, manifestada a través de las costas en los dos mares, así como el delta de la deselbocadura del río Atrato en el Golfo de Urabá, y de allí, ya sea en Acandí o Apartadó, tomarán el vuelo con destino a Bogotá.
La producción contará con dos unidades de trabajo. La primera de ellas realizará las grabaciones en el Parque de Utría, mientras la segunda realizará el rodaje en el Parque Katios.
Desde Expeditio Digital, usted podrá conocer de primera mano el día a día de nuestros tadeístas en Chocó, a partir de la narración de uno de los expedicionarios.