Tutoriales en YouTube para aprender a manejar un programa de diseño, cursos gratuitos para dominar un idioma o incluso consejos prácticos para conducir o convertirse en un fotógrafo, sumado a plataformas virtuales de aprendizaje cada vez más robustas, hacen parte de la incontable marea de contenidos que circulan por la red y que llevan a repensar el valor de la academia como depositaria del conocimiento.
Así nace lo que lo que investigadores sociales como la profesora Silvia Buitrago, de la Escuela de Diseño, Fotografía y Realización Audiovisual de Utadeo, denominan como saberes tecnosociales, los cuales, dice, han puesto en crisis las prácticas pedagógicas tradicionales de la academia, que le apuntan a memorizar e instrumentalizar el conocimiento.
Este fenómeno, particularmente, se ve con mucha más fuerza en las nuevas generaciones de migrantes y nativos digitales, Millennials y Centennials, quienes acuden a las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, desde lo práctico y lo autodidáctico, para adquirir una serie de conocimientos que no están mediados por la academia, en espacios de encuentros informales que exige, entre otras, repensar la innovación pedagógica, pues la academia también ha subvalorado y desconocido por mucho tiempo esos saberes empíricos.
Precisamente, como parte de la estancia doctoral que realizó Buitrago en Buenos Aires, durante el 2017, logró consolidar una alianza con investigadores del Observatorio Interuniversitario Sociedad, Tecnología y Educación (OISTE), integrado por las universidades Nacional de José Clemente Paz (Unpaz), Nacional de San Martín (Unsam) y Nacional Pedagógica (Unipe).
Equipo del Observatorio Interuniversitario Sociedad, Tecnología y Educación (OISTE). De izquierda a derecha, Daniel Daza (UNSAM), Silvia Buitrago (Utadeo), Fernando Peirone (UNSAM-UNPAZ), Fernando Bordignon (UNIPE), Carolina Di Próspero (UNSAM), Lucila Dughera (UNPAZ) y Norma Mendoza (UNSAM)
Es así como nace el proyecto de investigación interinstitucional sobre prácticas pedagógicas y saberes tecnosociales que, recientemente, fue aprobado como parte de la convocatoria interna de investigación de Utadeo. Desde este escenario, se generará un estudio comparativo entre las instituciones de ambos países sobre la manera cómo la construcción de las prácticas pedagógicas ha ido cambiando debido a la emergencia de estos saberes.
“Hay un repertorio de prácticas pedagógicas para enseñar tecnología que no responden a los saberes tecnosociales. Consideramos que las prácticas que están diseñando las universidades deberían tener en cuenta estos saberes, pues los estudiantes ya comenzaron a cuestionar los tradicionales escenarios instrumentales del conocimiento, en la medida que ya muchos de estos han sido interiorizados. Es necesaria una revisión y actualización del currículo y las metodologías de enseñanza, que involucren de manera más crítica al estudiante para acceder a la tecnología y acercar lo aprendido desde lo empírico”, propone Buitrago.
La investigadora relata que uno de los retos, pero a la vez una de sus mayores virtudes, será analizar las vivencias de aprendizaje de dos contextos educativos tan diversos, como lo son el argentino y el colombiano: “en estas universidades argentinas, la relación con la tecnología está dada desde la recursividad. Son chicos que trabajan el pensamiento creativo, sin tener una tecnología muy evolucionada”, relata. De igual manera, como parte del desarrollo del proyecto, en el mes de agosto, Utadeo recibirá a Lucila Dughera, del OISTE, como profesora invitada.
Silvia Buitrago, profesora de la Escuela de Diseño, Fotografía y Realización Audiovisual
En una primera fase, los investigadores adelantarán un mapeo de las asignaturas que trabajen un discurso instrumentalizado del conocimiento en cuanto a la tecnología, en las cuatro universidades. Como lo señala Buitrago, estos cursos no solo tienen que ver con el diseño, las artes o la comunicación, sino que también atraviesan disciplinas como la administración, la contaduría e incluso el derecho.
En un segundo momento, que iniciará en el mes de junio en Argentina y en septiembre en nuestro país, se espera desarrollar la observación de prácticas pedagógicas al interior del aula, a partir de una matriz de comportamientos, actitudes y tensiones que surgen del proceso de aprendizaje. Este instrumento de análisis actualmente lo desarrollan los investigadores del OISTE.
Salón de fotografía en el Edificio de Artes y Diseño de Utadeo
A partir de los hallazgos, los investigadores pondrán en marcha un laboratorio de prácticas pedagógicas, al tiempo que llevarán a cabo un ejercicio de grupos focales con estudiantes en torno a las relaciones que estos tienen con la tecnología, y especialmente, con los saberes tecnosociales. La idea es que esto posibilite, al final de la investigación, llevar a cabo semanas digitales en dichas universidades sobre el uso de redes sociales como potenciales instrumentos educomunicativos.
Los resultados de la investigación permitirán reflexionar acerca de la manera en la que los jóvenes se relacionan con la tecnología como herramienta educativa en el contexto latinoamericano, y a futuro, pensar en el desarrollo de posgrados internacionales e interuniversitarios en innovación pedagógica, dirigidos a docentes, razón por la que, desde ya, se está pensando en establecer un convenio marco entre nuestra Universidad y las tres instituciones argentinas, que posibilite acciones de cooperación académica y de investigación de la comunidad académica.
Desde hace ya varios años, Utadeo desarrolla programas de Innovación Pedagógica dirigidos a profesores de la universidad
A repensar la forma de enseñar
Frente a las relaciones y tensiones existentes entre los saberes tecnosociales y las prácticas pedagógicas, los investigadores tienen como hipótesis que los saberes informales, es decir, lo que se aprende por fuera del aula desde las experiencias del estudiante, debe adquirir un carácter epistemológico en la academia. Además, subraya Buitrago, las prácticas pedagógicas se deben revalorizar como fuentes de información dentro y fuera del aula, lo cual apunta, en ambos casos, a una complementariedad entre lo teórico y lo práctico.
Así pues, la práctica debe convertirse en un ámbito relevante en los procesos de aprendizaje, en un momento donde se debe hablar del profesor como un agente más que co-construye y co-diseña desde las prácticas del saber con las comunidades, en una suerte de inteligencia colectiva que reivindique el conocimiento grupal y vivo.
En todo caso, dice Buitrago, uno de los diferenciales de la universidad es su carácter interdisciplinar, aspecto que deberá tener una mayor explotación como potencial en la construcción del conocimiento.