En noviembre del año pasado, el Gobierno nacional presentó su Estrategia Nacional de Economía Circular, con el fin de transformar las cadenas de producción y consumo en la industria, de cara a pensar en nuevas lógicas de materiales sostenibles y la optimización de recursos como el agua y la energía. El modelo, según lo indicaba el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, es pionero en su tipo en América Latina, pues piensa en las denominadas 9R: repensar, reutilizar, reparar, restaurar, remanufacturar, reducir, re-proponer, reciclar y recuperar.
Sin embargo, existen algunas voces que señalan que este tipo de propuesta no necesariamente se ajusta a los presupuestos de la economía circular. Una de ellas es la de Kevin de Cuba, director de Americas Sustanaible Development Foundation, quien señala que la mayoría de las regulaciones que se han hecho en América Latina obedecen a criterios tradicionales de gestión de los residuos sólidos, entre ellas las prohibiciones en algunos lugares en torno a la utilización de los plásticos de un solo uso.
Para el experto, la economía circular requiere modificar completamente la manera en la que se producen, crean y utilizan los materiales y productos y para ello es necesario pensar en nuevos modelos de negocio que posibiliten desmantelarlos después de su primer uso, sin perder el valor ni la funcionalidad de estos.
Kevin de Cuba, director de Americas Sustanaible Development Foundation - Crédito: CEFA2018 Chile
En ese sentido, y coincidiendo con lo planteado por el profesor Germán Gómez, de la Escuela de Diseño, Fotografía y Realización Audiovisual de Utadeo, se requiere, por una parte, diseñar políticas públicas que posibiliten la inversión en infraestructura que propenda por la producción circular, y por el otro lado, la creación e implementación de alivios tributarios para las compañías que integran estos esquemas de producción.
Por otro lado, apunta Gómez, es necesario que se sienten políticas que incentiven la educación de todos los actores que están involucrados en el ciclo del material, pues es claro que la responsabilidad por el posconsumo no solo recae sobre la industria sino también por los consumidores. De igual manera, dice, se deben potenciar los espacios de investigación e innovación en torno a los materiales e insumos como retos de las ciudades y los países, de cara a una articulación entre Estado, academia y los sectores productivos, lo que se conoce como Triple Hélice. Una de las acciones clave, advierte el tadeísta, tiene que ver con políticas de financiamiento más sólidas a través de Colciencias.
“La gente cree que el material tiene la culpa y lo satanizan. El problema no es del plástico, tiene que ver más bien con estrategias y políticas educativas hacia los públicos, dado que el problema está en el posconsumo, pues no sabemos cómo reutilizarlo, cómo llevarlo a la fuente ni qué tipologías de polímeros existen y qué se puede hacer con ellos”, argumenta Gómez.
Germán Gómez, profesor de la Escuela de Diseño, Fotografía y Realización Audiovisual de Utadeo
Ambos expertos coinciden en la apuesta que se debe hacer en regulación en aras de fortalecer los procesos de innovación en materiales, especialmente en la búsqueda de insumos locales, aprovechando los potenciales del país en materias primas como las fibras o la producción de papeles mediante el uso de desechos orgánicos o biomasa. Así mismo insistieron en la oportunidad que tiene el país de aprovechar los saberes ancestrales y ponerlos en diálogo con los conocimientos científicos.
“Colombia debe entrar en la lógica del material desde su ciclo de la cuna a la cuna, es decir, desde que este nace hasta su transformación. Esto aún no está muy bien estructurado en el país, especialmente desde la adopción que debe hacerse en lo industrial”, destaca Gómez.
Una de las apuestas globales en este aspecto son las materialotecas y los centros de materiales como el que se teje en Utadeo, en una alianza interinstitucional entre la Cámara de Comercio, la Alcaldía de Bogotá y diferentes gremios de los sectores de la comunicación gráfica y de la moda. El proyecto, enmarcado en la estrategia de Bogotá-Región de Especialización Inteligente que ya lleva dos años de ejecución, ha puesto a dialogar a los actores que intervienen en el material, al tiempo que se rompen las barreras sectoriales, en la medida que se comprenden los insumos desde su transversalidad. Un ejemplo de ello es el cartón, insumo que no solo es utilizado en la industria de los empaques sino que también ofrece soluciones en campos como la arquitectura y la publicidad.
“La idea con estas propuestas es aprovechar los recursos naturales de manera sostenible en pos de potenciar la industria y al país como eje de desarrollo de materiales. Creemos que Colombia puede ser un referente”, agrega el investigador tadeísta.
Economía circular, más allá de la reutilización
Aunque aún no hay consenso en materia de cuáles son los caminos a seguir sobre regulación en economía circular, lo cierto es que, según de Cuba, lo que ha hecho el Gobierno nacional, desde la primera generación de Conpes, fue fijar instrumentos para la reutilización de los residuos, lo cual es una visión bastante limitada de esta economía.Algo similar ocurre cuando, desde la legislación, se confunde la economía verde con la circular.
“Los países hasta ahora están profundizando en el tema y lo están viendo más allá del problema de basuras, pues se trata de un cambio en el enfoque del modelo macroeconómico”, destaca de Cuba, quien añade que “lo primero que se debe reconocer es que hay productos que circulan en la economía y generan problemas de basuras, razón por la cual hay que aplicar tecnologías para atacarlo, pero el paso siguiente es repensar el modelo industrial y económico de los países, enfocándose específicamente en el diseño y selección de proveedores de materiales que garanticen que estos no son malignos, cancerígenos o con componentes tóxicos”, lo cual sugiere que con esta economía se daría paso a una nueva generación de productos, insumos y materiales más cercana a los ciclos ecológicos que posibilita la naturaleza.
Holanda ya es un ejemplo de circularidad en su política de contratación. Actualmente trabaja en un modelo de compras públicas circulares, exigiendo estas características como términos de referencia de sus convocatorias. Por otra parte, la International Organization for Standarization (ISO) adelanta el primer estándar para economía circular cuya implementación se daría, inicialmente, en los países de la Unión Europea como filtro para que las empresas ingresen a sus mercados.