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Carlos Polo, un defensor de los tiburones en América Latina
Miércoles, Junio 13, 2018
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Este profesor y egresado tadeísta ha representado a la región ante la CITES, en materia de conservación de tiburones. Desde niño, cuando frecuentaba el mar samario, sabía que su destino era el océano, lugar al que califica como otra dimensión.
Por: Emanuel Enciso Camacho - Fotografías: Alejandra Ramírez y Simón Sánchez Sotomayor - Oficina de Comunicación

Tiburón. Con tan solo nombrarlo, una sensación de terror invade nuestro cuerpo, en parte, por las películas que hemos visto sobre este pez cartilaginoso desde 1975, año en el que Steven Spielberg lo inmortalizara a través de la pantalla gigante. Sin embargo, este animal dista de ser un monstruo sanguinario y despiadado. Así lo asegura el biólogo marino tadeísta Carlos Julio Polo, quien hoy por hoy es uno de los pocos defensores de este grupo de animales marinos en América Latina, a tal punto que, entre el 2013 y 2015 hizo parte del equipo de generación del conocimiento de la Autoridad Nacional Pesquera, trabajando el tema de la regulación y conservación de estos animales en nuestro país, en el marco del Plan de Acción Nacional para la Conservación de Tiburones.

Allí trabajó en la regulación del aleteo, una práctica de crueldad animal que muchos pescadores artesanales e industriales llevan a cabo, en la que se captura al tiburón, se le corta sus aletas y posteriormente se vuelve a introducir al mar, acto que una vez más demuestra que el hombre no es la especie amenazada por este animal, sino que más bien somos nosotros los que nos hemos encargado de destruirlos. Con lo propuesto por Polo y otros investigadores, la reglamentación exige que todas las embarcaciones vuelvan a puerto con los animales completos y las aletas parcialmente adheridas al cuerpo, con el fin de garantizar una muerte digna para los tiburones. Así mismo, se prohibió el uso de ciertas artes para evitar la pesca de ejemplares juveniles.

Pero su lucha no se ha quedado solo en Colombia, también tuvo eco en la región, pues tuvo la fortuna de asesorar a la ONG Pew Charitable Trusts, cuando ya se encontraba vinculado a Utadeo como docente de cátedra. Con este organismo representó a Latinoamérica ante la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés), en el ámbito de conservación de tiburones.

Trabajo de campo en Biología pesquera, una de las asignaturas que el profesor Polo imparte

En dos reuniones que perseguían estos propósitos, la Cop15 de la Convención de Especies Migratorias (CMS) en Filipinas y la Cop17 de la CITES celebrada en septiembre de 2016 en Johannesburgo (Sudáfrica), Polo, en defensa de los tiburones, apoyó el control a la comercialización de productos y subproductos derivados de este pez, al tiempo que dio a conocer la importancia de conservarlos y darles un uso adecuado. Dada su importancia comercial para algunas comunidades pesqueras, según lo relata este biólogo, se trata de enseñarle a los pescadores a hacer una pesca responsable de tiburón y ser conscientes de que en algunas áreas esta práctica no puede llevarse a cabo.

Recientemente, en mayo de este año, la Unión Internacional de Conservación para la Naturaleza (UICN) invitó al tadeísta a hacer parte del staff de evaluadores de tiburones para Latinoamérica. Este organismo se encarga de revisar y evaluar el estado de la naturaleza y sus recursos naturales. A su cargo está la publicación del Libro rojo a nivel mundial. 

Carlos Polo (Izquierda), junto a Maximiliano Bello, principal officer de Pew Charitable Trusts.

¿Cómo vamos en conservación de tiburones?

Colombia ha avanzado en la materia, según manifiesta Polo. Nuestro país fue ponente e impulsó ante la CITES varias medidas para la conservación de tiburones, entre ellas la inclusión del tiburón de puntas blancas y el tiburón martillo en el apéndice dos, que reúne a especies que no están amenazadas de extinción pero que podrían llegar a estarlo sino se toman medidas sobre su comercio.

Para Polo, el trabajo de campo con sus estudiantes lo ha llevado a vivir de nuevo el mar, tras pasar algunos años siendo gestor de políticas de conservación y como representante de nuestro país y la región ante la CITES.

Sobre ello, por ejemplo, se ha reducido el porcentaje de captura incidental de estos condrictios, llegando a un porcentaje del 35%, cuando años atrás era de un 66%, situación que se convertía en una pesca dirigida y desaforada. Además, comenta el tadeísta, en departamentos como San Andrés está prohibida su caza de cualquier forma posible, mientras que en el Pacífico y el Caribe colombiano se prohibió la captura dirigida pero se permite la pesca artesanal mediante cuotas de manejo: “el tiburón es otro miembro de la comunidad pesquera, y aunque su avistamiento puede causar pánico, se debe entender que no somos su presa, pues él está en su casa y nosotros estamos utilizando sus servicios ecosistémicos. Tenemos que aprender a convivir y a cuidarnos para beneficiarnos mutuamente”, sostiene Polo.

Según cifras de la WWF, en nuestro país al menos 10 especies se encuentran en peligro, entre las que se encuentran los tiburones nodriza, zorro, martillo, el punta blanca oceánico y el aletinegro. Según ese mismo organismo, cada año son pescados cerca de 100 millones de tiburones en el mundo, lo cual ubica a este animal en el Libro rojo de los peces marinos.

 

El mar y el hombre, uno solo

Desde que tiene uso de razón, a eso de los siete años de edad, la vida de Carlos Polo está íntimamente ligada a la de los animales marinos. Este samario de nacimiento dice que su segundo hogar está en el mar, ese mismo al que sin falta su padre lo llevaba todos los fines de semana desde que tenía cuatro años, y que tras explorarlo lo amó cada día más, al punto que decidió estudiar Biología Marina en Utadeo.

Y es que para Polo el mar significa tranquilidad, es otra dimensión donde se siente uno con los demás seres que habitan el ecosistema marino y se piensa diferente, desde lo básico, como aprender a respirar con la boca para poder bucear.

Su pasión por los tiburones nació en pregrado, alimentado en parte por la asignatura de Ictiología que, para ese entonces, impartía la profesora Marcela Grijalba, y que hoy curiosamente él dicta. Allí comenzó a trabajar con los condrictios, una familia de vertebrados acuáticos de la que hace parte el tiburón, al igual que las rayas y las quimeras.

Carlos Polo representó a Latinoamérica en la Cop15 de la Convención de Especies Migratorias (CMS) en Filipinas

El sueño inició con las pasantías profesionales. Junto con otros compañeros construyó la primera plataforma donde los tiburones se alimentan en el Acuario Mundo Marino. Posteriormente, en su estancia en México como parte de su monografía de pregrado, trabajó con Felipe Galván, uno de los expertos e investigadores sobre tiburones más importantes de ese país. Dicho contacto lo llevó a trabajar en las aguas de Manta (Ecuador), donde investigó la ecología trófica (dieta) a través de los contenidos estomacales del tiburón zorro, una especie no muy común pero si muy bella, según narra Polo, estudios que continuó desarrollando en su maestría en el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas y en el doctorado en Ciencias del Mar y Limnología en la Universidad Nacional Autónoma de México.

De las cerca de 400 especies de tiburones que existen en el mundo, Polo considera particularmente interesantes y enigmáticas dos de ellas. El tiburón azul por su color y belleza dentro y fuera del agua, y el tiburón zorro, por su característico lóbulo superior, tan largo como su cuerpo, el cual usa como látigo para aturdir a su presa y capturarla. De hecho, de esta última especie, en su escritorio en la sala de profesores de Utadeo Santa Marta, reposa una artesanía tallada en madera originaria de Malapascua (Filipinas), recuerdo de su visita al congreso CITES.

Finalmente, si algo le ha enseñado a Carlos Polo los cerca de quince años en los que ha trabajado con tiburones es que “no somos uno de sus platos favoritos, porque tenemos poca grasa. Generalmente, el mayor número de ataques lo tiene el tiburón toro y el tiburón blanco, pero el primero de ellos ataca al hombre porque tiene la capacidad de entrar a agua dulce, especialmente a ríos donde las aguas son turbias, si él siente algo, él decide atacar es porque nosotros entramos e invadimos su espacio”. Así que si en alguna oportunidad se cruza con uno de estos animales recuerde los consejos de este tadeísta, y ante todo, antes de sentir miedo, sepa que está ante uno de los animales más maravillosos de la vida marina.